Mientras el año académico se acerca a su fin, un número sin precedentes de escuelas públicas de Chicago se reparan para cerrar sus puertas para siempre, en el mayor cierre de escuelas que se tenga memoria en una ciudad estadounidense. La semana pasada, el Consejo de Educación de Chicago votó el cierre de 50 escuelas públicas de la ciudad, medida que afectará a unos 30 mil estudiantes, casi el 90 por ciento de ellos de origen afroestadounidense. El alcalde de Chicago Rahm Emanuel impulsó los cierres con el objeto de ahorrar más de $ 500 mil millones de dólares, la mitad del déficit de la ciudad. “Rahm Emanuel en realidad no tiene un plan educativo, tiene un plan de desarrollo económico”, sostiene Diane Ravitch, una de nuestras invitadas, que trabajó como secretaria adjunta de educación durante el gobierno del George H. W. Bush. Quienes proponen el cierre sostienen que éste afectará escuelas que tienen bajo rendimiento y están desaprovechadas. Pero una coalición formada por padres, docentes y estudiantes se opone y advierte que los cierres harán que las aulas estén superpobladas y pondrán en peligros a los estudiantes que deban caminar distancias más largas para llegar a la escuela. Desde Chicago se comunica con nosotros Jesse Sharkey, vicepresidente del Sindicato de docentes de Chicago, que ayudó a conducir la campaña contra el cierre de las escuelas. “Acá están haciendo un experimento enorme, radical y francamente irreversible con hijos ajenos”, sostiene Sharkey.
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