Relacionado
Mientras el Departamento de Justicia se prepara para presentar cargos contra Edward Snowden, empleado de la empresa Booz Allen Hamilton, por haber filtrado documentos clasificados relacionados a la Agencia Nacional de Seguridad (NSA), en EE.UU. todas las miradas están puestas en el papel de las empresas privadas de inteligencia.
A pesar de que era un empleado contratado que había trabajado en la oficina de la NSA en Hawai menos de tres meses, Snowden afirma que él tenía capacidad para espiar a casi cualquier persona del país. “Yo, sentado en mi escritorio, sin duda tenía la capacidad de intervenir la línea telefónica de cualquier persona, desde la suya o la de su contadora hasta la de un juez federal o incluso del presidente, si tenía su correo electrónico personal”, le dijo Snowden al periódico The Guardian. En la década pasada, el sector de la inteligencia estadounidense confió cada vez más en la pericia técnica de empresas privadas, como Booz Allen, SAIC, Narsus —subsidiaria de Boeing— y Northrop Grumman. En la actualidad, cerca del 70 por ciento del presupuesto nacional para inteligencia se gasta en el sector privado. El ex director de la NSA Michael V. Hayden describió estas empresas como “un Blackwater digital” [en referencia a la empresa privada de seguridad]. Hablamos con Tim Shorrock, autor del libro “Spies For Hire: The Secret World of Outsourced Intelligence” (Contratación de espías: el mundo secreto de la subcontratación de los servicios de inteligencia).