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La ciudad de Nueva York enfrenta los primeros asesinatos de agentes de policía en años. El sábado, los agentes Wenjian Liu y Rafael Ramos fueron emboscados a plena luz del día mientras estaban sentados en el patrullero en Brooklyn. El atacante, Ismaaiyl Brinsley de 28 años de edad, luego corrió a una parada de subte cerca de la zona y se suicidó. Brinsley le había disparado a su novia horas antes en Maryland y la había dejado herida. Luego usó la cuenta de Instagram de ella, para hacer comentarios contrarios a la policía, en los que sugería que mataría agentes para vengar la muerte de Eric Garner y Michael Brown. De acuerdo a registros penales, Brinsley tenía una historia problemática con la ley, varias detenciones y al menos dos años tras las rejas. Su familia dice que tenía problemas mentales y que había intentado suicidarse hacía un año. Pero el titular del principal sindicato de policías culpó a las protestas contra la violencia policial y al alcalde Bill de Blasio, quien dijo comprender las preocupaciones del movimiento. Después de los asesinatos, Patrick Lynch de la organización sindical Patrolmen’s Benevolent Association sostuvo “Hay sangre en muchas manos esta noche: los que incitaron a la violencia en la calle bajo el pretexto de protestas, que trataron de destruir lo que los agentes de la policía de la ciudad de Nueva York hacían todos los días. Esa sangre en las manos empieza en los escalones de la Municipalidad, en la oficina del alcalde”. Analizamos los asesinatos de los agentes, las protestas recientes contra la violencia policial y la actual relación entre la policía y la comunidad, con dos invitados: Graham Weatherspoon, detective jubilado del Departamento de Policía de la Ciudad de Nueva York y miembro del consejo de la organización Amadou Diallo Foundation; y Steven Thrasher, columnista que escribe todas las semanas para el periódico Guardian US.
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