Hablamos con Tyrone Hayes, científico de la Universidad de California que descubrió que un herbicida ampliamente usado puede tener efectos nocivos para el sistema endocrino. Pero cuando intentó publicar los resultados, la fábrica de productos químicos lanzó una campaña para desacreditar su trabajo. En 1997 Hayes fue contratado por una empresa —que luego se convirtió en el gigante de negocios agropecuario Syngenta— para estudiar uno de sus productos, Atrazina, un pesticida que se aplica a más de la mitad de cultivos de maíz en Estados Unidos y se utiliza ampliamente en canchas de golf y viveros de árboles de navidad. Cuando Hayes encontró los resultados, Syngenta no esperaba que Atrazina causara anormalidades en los órganos sexuales de ranas, ni que pudiera causar los mismos problemas en seres humanos. La empresa no le permitió publicar sus hallazgos. Un nuevo artículo publicado en el periódico New York Times utiliza documentación de una demanda colectiva contra Syngenta para demostrar cómo esta empresa trató de ensuciar la reputación de Hayes y evitar que la Agencia de Protección Ambiental de EE.UU. prohibiera el rentable producto químico que ya está prohibido por la Unión Europea.
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