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Mientras Oklahoma promulga una ley que podría cerrar todas las clínicas del estado en las que se practican abortos menos una, y Louisiana se prepara para hacer lo mismo, analizamos el legado del Dr. George Tiller, de cuyo asesinato se cumplieron cinco años el fin de semana pasado. Tiller era uno de uno de los pocos médicos que hacían abortos en el tercer trimestre de embarazo. Desafió amenazas constantes, un atentando con bomba en su clínica y un intento de asesinato que lo dejó con heridas de balas en ambos brazos. El 31 de mayo de 2009 Scott Roeder, un extremista contrario al derecho a decidir, ingresó a la iglesia donde estaba Tiller en Wichita, Kansas, y lo mató a tiros. Recordamos a Tiller en una charla con la doctora Cheryl Chastine, que viaja desde Chicago a Wichita todas las semanas para brindar el servicio de aborto en la ex clínica de Tiller, que reabrió el año pasado. Chastine analiza los obstáculos que hay para acceder al aborto en Kansas y responde a las amenazas y el acoso que ella y sus colegas enfrentan. “Me levanto a la mañana y hay pacientes que me necesitan” afirma Chastine. “Si me dejo disuadir de hacer este trabajo, entonces estoy permitiendo que triunfe el terrorismo”, sostiene Chastine.