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El envío de un equipo estadounidense de operaciones especiales a Siria se produce después de la primera víctima estadounidense en cuatro años, en combate en Irak. Apenas el mes pasado, el presidente Obama cambió el curso en Afganistán, al detener el retiro previsto de las tropas estadounidenses que luchan en la guerra más larga de dicho país. En una escalada de la guerra aérea en Siria, Estados Unidos también anunció planes para mandar más aviones de combate, entre ellos 12 F15, a la base aérea Incirlik en Turquía. Además de las guerras en Irak, Siria y Afganistán, EE.UU. sigue realizando ataques con aviones no tripulados en todo el mundo, desde Paquistán hasta Yemen y Somalia. “La política [de Obama] ha consistido en ampliar la misión”, afirma Andrew Bacevich, coronel retirado, veterano de la guerra en Vietnam y profesor de relaciones internacionales en la Universidad de Boston. “La probabilidad de que el envío de un puñado o decena de soldados estadounidenses marque alguna diferencia significativa en el curso de los acontecimientos es casi nula”.