Glenn Greenwald: Bernie Sanders hubiera sido un candidato más sólido contra Donald Trump

Reportaje10 de noviembre de 2016

El miércoles, horas después de que Donald Trump ganara la presidencia, el senador Bernie Sanders emitió la siguiente declaración en relación a la elección: “Donald Trump recogió el enojo de una clase media en decadencia que está enferma de la economía del establishment, la política del establishment y los medios del establishment. La gente está cansada de trabajar largas horas por menos salario, de ver que los trabajados con pagas decentes se van a China y a otros países donde se pagan bajos salarios, de multimillonarios que no pagan impuesto a las ganancias y de no poder afrontar el costo de la educación universitaria de sus hijos. Todo eso mientras los sectores muy ricos se enriquecen más”. En esta declaración el senador Sanders dijo también que trabajaría con Trump “en la medida que el Sr. Trump sea serio acerca de las políticas a seguir para mejorar la vida de las familias trabajadoras de este país”. Pero dijo que se opondría a Trump “en la medida que siga políticas racistas, sexistas, xenofóbicas y anti ambientalistas”.
Para saber más de este tema, vea la entrevista que le hicimos a Glenn Greenwald, periodista ganador del premio Pulitzer y uno de los editores fundadores del sitio de noticias The Intercept.

Transcripción
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NERMEEN SHAIKH: El miércoles, el ex [sic] senador Bernie Sanders emitió la siguiente declaración a propósito de la elección de Trump: “Donald Trump recogió el enojo de una clase media en decadencia que está harta de la economía del establishment, la política del establishment y los medios del establishment. La gente está cansada de trabajar largas horas por menos salario, de ver que los trabajos con pagas decentes se van a China y a otros países donde se pagan bajos salarios, de los multimillonarios que no pagan impuesto a las ganancias y de no poder afrontar el costo de la educación universitaria de sus hijos. Todo eso mientras los sectores muy ricos se enriquecen aún más”.

El senador Bernie Sanders, oponente de Hillary Clinton en las elecciones primarias, también dice en su comunicado: “Si el Sr. Trump se toma en serio la implementación de políticas que mejoren la vida de las familias trabajadoras de este país, tanto yo como otros progresistas estamos dispuestos a colaborar con él. En el medida en que lleve a cabo políticas racistas, sexistas, xenófobas y en contra del ambiente, nos opondremos a él rotundamente”. Esa fue la declaración de Bernie Sanders.

Glenn Greenwald, se está comentado mucho que de haber sido Sanders el candidato demócrata a la presidencia, tal vez Trump no hubiera ganado las elecciones.

GLENN GREENWALD: Así es, pero esa es una situación hipotética que nadie puede saber con certeza. Lo que yo sí sé con certeza, y sobre lo que además escribí, creo que ya en febrero o marzo, es que toda la evidencia empírica —que, recordemos, está formada por lo que las élites demócratas formadoras de opinión, los expertos liberales y los periodistas de datos nos dicen que es importante a la hora de pensar la realidad— bueno, toda la evidencia empírica disponible mostraba que Bernie Sanders era un candidato con mucha más popularidad y solidez que Hillary Clinton para enfrentar a cualquier candidato republicano, incluso Donald Trump. Le llevaba varios puntos de ventaja a Clinton en todas las encuestas, no solo en las que medían sus potenciales candidaturas, sino también en términos de aceptación y popularidad.

Los demócratas insistieron en que debíamos ignorar toda esa evidencia empírica diciendo que era poco fiable y que durante la campaña para las elecciones presidenciales los republicanos caracterizarían a Sanders como comunista y entonces no tendría posibilidad alguna de ganar, a diferencia de Clinton, que ya había sido ampliamente investigada. Nunca sabremos con seguridad si esos argumentos eran válidos, pero sí puedo decir dos cosas con certeza. La primera es que la evidencia empírica, aun cuando se la considerara débil, poco fiable o incompleta, señalaba que Hillary Clinton tenía altísimas probabilidades de perder y Bernie Sanders tenía una mayor probabilidad de ganar. De hecho, durante las elecciones primarias escribí un artículo planteando si ante la amenaza de una victoria de Trump podíamos realmente permitirnos el riesgo de presentar una candidata tan débil y poco popular como Hillary Clinton. Pero perdimos esa discusión, perdimos ese debate. Como resultado, Hillary Clinton fue candidata y perdió ante Donald Trump.

Otro punto que vale la pena señalar es que es destacable que Sanders en su declaración no salió a decir que toda la gente que votó por Trump son trogloditas racistas. Tampoco dijo que todos los votantes de Trump son misóginos que odian a las mujeres y que eso fue lo que impulsó su voto. Él reconoció la validez de las penas y quejas de gran parte de la gente que votó por Donald Trump y no por Hillary Clinton. Y son quejas que están enraizadas en un sistema político creado en igual medida por ambos partidos políticos.

Fíjate las cosas que nombra: empleos que se van al extranjero, industrias destruidas, la proteccion con la que cuenta Wall Street. Podemos encontrar la génesis de esto volviendo a la década del 80, a la era Reagan, la política del derrame económico y la destrucción de los sindicatos. Luego llegó la década de los 90, con el NAFTA y la manía de los tratados de libre comercio, y la eliminación de todo tipo de restricciones sobre Wall Street. Y llegamos a la década del 2000 y la crisis económica de 2008, cuando el gobierno de Obama no proceso a ninguno de los ejecutivos de Wall Street responsables de dicha crisis, pero continuó creando el estado penitenciario más grande del mundo, cuya población es mayoritariamente pobre y sin acceso al poder. Y es precisamente esa desigualdad y esa opresión de grandes sectores de la población en nombre de la globalización y el libre comercio, lo que Bernie Sanders describe en su declaracion analizando el triunfo de Trump.

Tanto el Partido Demócrata como el Republicano tienen una gran responsabilidad en la construcción de este sistema. Y Hillary Clinton, quizás más que cualquier otro político que hubiera podido presentarse a estas elecciones, representa a quienes lo protegen, creen en él, abogan por él y por encima de todo, se benefician de él. De modo que, en este contexto, la candidata que los demócratas enviaron a las elecciones generales no podía haber sido mas inadecuada para expresar la crítica sistémica que Donald Trump, aun siendo el estafador que es, supo expresar; la misma crítica que el senador Bernie Sanders ha tratado de impulsar durante toda su carrera. Creo que en esta declaración del senador Sanders y la forma en que su reacción ante la victoria de Trump contrasta con la de los otros demócratas, queda bastante claro que el modo en que él hubiera enfrentado a Trump en las elecciones era muy diferente al de la mayoría de los demócratas.

AMY GOODMAN: Además, hay una responsabildad de parte de los medios en todo este… ¿verdad? Con Trump continuamente en televisión, no solo por el nuevo canal llamado Trump TV, sino porque todos los canales fueron “Trump TV” a la hora de hablar sobre él. El podio vacío de Trump, esperando que él comenzara a hablar, tuvo más tiempo de aire que cualquiera de los discursos de Bernie Sanders. Así que hubo una cobertura continua de Donald Trump, pero rara vez se mostró a Bernie Sanders, ni el alcance de sus discursos. Los discursos de Donald Trump se emitían enteros. Pero cuando se trataba de Bernie Sanders, como aquella famosa noche, el 15 de marzo, día conocido como “Súper Martes 3”. esa noche hablaron todos los candidatos de las primarias, ganadores y perdedores, de Rubio a Kasich, de Clinton a Cruz y Trump, Y todos sus discursos fueron emitidos por los medios, excepto el de Bernie Sanders, que estaba en Phoenix, Arizona, hablando para la enorme multitud de personas congregadas allí. Esto es representativo de lo que fue la cobertura mediática de la campaña electoral. No se emitió ni una palabra de lo que Sanders dijo aquella noche.

GLENN GREENWALD: Cierto, además creo que esto permite desentrañar muchos aspectos del funcionamiento de los medios de comunicación y del papel que tuvieron en las elecciones. Bueno, comenzemos por el hecho de que, ya antes de estas elecciones, la imagen pública de Donald Trump fue consagrada y construida por uno de los medios de comunicación más poderosos del mundo, si no el más poderoso, que es NBC News, o más bien todo el canal NBC, que durante muchos, muchos años tuvo a Donald Trump como estrella de un reality show, visto por decenas de millones de estadounidenses, que lo presentaba como la verdadera encarnación del espíritu empresarial. Allí se lo veía entrar en salas de juntas, al mando de todo, y despedir con decisión a gente que no estaba trabajando a la altura del rendimiento esperado. Se lo veía creando nuevas empresas. Era la encarnación de todo lo que a los estadounidenses se les enseña a reverenciar. Y esta es una persona que lleva décadas siendo racista, demagogo y estafador. Aún así la NBC lo convirtió en un héroe arrogante y obtuvo además grandes ganancias con ello.

Por lo tanto, él ya era un subproducto del culto mediático. Y luego, como mencionabas, cuando comenzó la campaña electoral los medios se alimentaron sin parar de Donald Trump, dejando afuera a Bernie Sanders, principalmente, pero también a los otros candidatos, que tuvieron mucho menos tiempo de aire que Trump, porque él era una mina de oro para los índices de audiencia. Hicieron cosas como esperar, literalmente, en la pista del aeropuerto y mostrar con emoción su avión a punto de aterrizar. Y esto construyó. en la mente de los estadounidenses, la imagen de Donald Trump como la nueva figura, omnipresente e imponente, del escenario político estadounidense. El trabajo que hicieron los medios de comunicación estadounidenses durante las elecciones primarias para fortalecer su imagen fue fundamental, afianzando en la mente de los estadounidenses la idea de que Trump no era alguien extraordinariamente radical, extremista, peligroso, racista y autoritario, como en realidad es, sino por el contrario, que era una figura nueva y poderosa que había llegado para revolucionar la política estadounidense y la cultura política estadounidense que tantos ciudadanos de Estados Unidos desprecian en la actualidad.

Y creo que la comparación que acabas de hacer, sobre las diferencias en el tratamiento mediático que recibieron Trump y Sanders, muestra una verdad muy importante acerca del funcionamiento de los medios de comunicación: cuando hablas con la mayoría de los periodistas que trabajan en los principales medios de comunicación o periódicos y les dices: “Ustedes en su trabajo tienen muchos mecanismos por los cuales censuran ciertas opiniones y excluyen ciertos puntos de vista”; ellos van a insistir en que eso no es verdad, que nunca se les dice qué pueden o no mostrar, que nunca se les dice qué pueden o no decir. Y por supuesto, eso es cierto. Sin embargo, en todos sus juicios editoriales sobre a quién vale la pena escuchar y a quién no, tienen incrustados todo tipo de sesgos ideológicos y partidistas. De ahí viene la idea de que Donald Trump, un multimillonario, una celebridad y estrella de televisión, merece ser escuchado todo el tiempo, mientras que Bernie Sanders, un viejo socialista judío de Vermont a quien nadie tomaba en serio, no tiene por qué ser escuchado, con sus aburridos discursos sobre la deuda de los estudiantes universitarios, el sistema de salud y cuestiones por el estilo. En esa decisión hay una opción ideológica firme y pedante, sostenida por los medios de comunicación estadounidenses, desde la cual jugaron un papel muy importante para que Trump ganara las primarias.

Ahora, solo quisiera añadir una cosa sobre esta cuestión particular. Creo que el comportamiento de los medios de comunicación hacia Donald Trump cambió radicalmente cuando éste se convirtió en el candidato. O sea, durante todo el período de las elecciones primarias lo trataron como un candidato normal. Lo reverenciaron. Le dieron todo el tiempo del mundo en televisión. Pero una vez que se convirtió en el candidato y empezaron a tomar en serio la posibilidad de que llegara a ser presidente y se dieron cuenta, y comenzaron a asumir su propia responsabilidad por haberle permitido llegar tan lejos, creo que ahi se fueron al otro extremo y se unieron todos en una especie de misión cuyo objetivo era destruir a Donald Trump, impedir su victoria y asegurarse de que Hillary Clinton ganara las elecciones. Y en gran medida, sin quererlo, creo que eso también jugó un papel en ayudar a Trump, ya que en Estados Unidos, entre todas las instituciones, entre todas las instituciones de autoridad que la gente odia, los medios de comunicación están en primer lugar. Así que cuando la gente vio que los medios de comunicación prácticamente trataban de coaccionarlos o dictarles que debían dar la espalda a Donald Trump, que debían votar por Hillary Clinton, creo que se produjo la reacción contraria; la gente sintió que los medios estaban siendo injustos y que no tenían por qué aceptar las órdenes de estas instituciones mediáticas, a las que además consideran totalmente corruptas. Entonces creo que, sin darse cuenta, los medios también jugaron un papel importante en asegurar la posibilidad de una victoria de Trump.

NERMEEN SHAIKH: Alguien filtró un comunicado interno de la campaña de Clinton dirigido al Comité Nacional Demócrata el año pasado, que hacía referencia a Donald Trump, Ted Cruz y Ben Carson. El mensaje decía lo siguiente: “Nos conviene promover a los candidatos que se presentan como gurúes para guiar a las multitudes y hacer que la prensa “[los tome] en serio”. Glenn Greenwald, ¿qué opinas sobre esto?

GLENN GREENWALD: Hay muchas cuestiones interesantes que se pusieron en evidencia en esos correos electrónicos filtrados de Clinton. Entiendo que a los demócratas les de rabia que esos correos hayan salido a la luz, y les da rabia precisamente porque contienen un montón de información importante e interesante sobre las formas en que los gestores políticos manipulan a los medios de comunicación, sobre las formas en que los medios favorecen a ciertas facciones políticas e intentan perjudicar a otras, sobre las formas en que los agentes de campaña del Partido Demócrata manipulan la opinión pública.

Y ese es justamente uno de los aspectos más interesantes, el hecho de que desde la campaña de Clinton se viera a ciertos candidatos republicanos, como Marco Rubio y Jeb Bush, como serias amenazas para la propia campaña y para el desempeño electoral de Hillary Clinton. Entonces para ellos, tratar de fortalecer el liderazgo y el apoyo a los candidatos que consideraban menos amenazantes, como Donald Trump, era una maniobra inteligente. Y en muchos sentidos han recogido lo que han sembrado, porque Donald Trump acabó siendo el candidato, precisamente, por la forma en que fue tratado por los medios de comunicación. Retrospectivamente, él quizás era uno de los candidatos más peligrosos, porque los Clinton saben cómo derrotar a un candidato republicano más ortodoxo y tradicional, como Jeb Bush o Marco Rubio. Pueden hacerlo sin esfuerzo alguno. Donald Trump fue un candidato muy poco convencional. Creo que logró convencer a sectores de la población que, o bien no habían votado antes, o que no habían votado nunca por los republicanos, de que voten por él. Las estrategias que los Clinton se habían planteado seguir, porque siempre les habían funcionado, esta vez no funcionaron. Se podría decir, en cierto modo, que se pasaron de listos.

AMY GOODMAN: Vamos a hacer una pausa y continuamos conversando. Y luego de la entrevista con Glenn, nos acompañará el cofundador de la organización 350.org, Bill McKibben, para analizar qué pasará ahora con el movimiento ecologista, con un presidente electo que dice que el cambio climático es puro cuento y que, entre otras cosas, quiere que se permita la construcción del oleoducto Keystone XL. Glenn Greenwald es periodista ganador del premio Pulitzer y uno de los editores fundadores de la revista The Intercept. Esto es Democracy Now! Volvemos en un minuto.

[Pausa]

AMY GOODMAN: Escuchábamos “Burning in Birmingham”, cantada por Amy Leon anoche en la ciudad de Nueva York, en la manifestación convocada bajo la consigna “Juntos y juntas nos enfrentamos a la misoginia y el racismo y nos damos apoyo”. Así se llamó la manifestación. Agradecimientos especiales a Renée Feltz, de Democracy Now!


Traducido por Carolina Flórez. Editado por Verónica Gelman, Linda Artola y Democracy Now! en Español

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