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Cuando trabaja en la CIA, el ex agente y denunciante de dicho organismo John Kiriakou conoció personalmente a Gina Haspel, la candidata a cubrir el cargo de directora de la CIA. Pero sus carreras tomaron cursos muy distintos en la última década. Haspel, que participó directamente de la tortura en un centro clandestino de la CIA ubicado en Tailandia, fue ascendida a titular de la agencia. Por su parte, Kiriakou, que denunció el programa de tortura, pasó 23 meses en la cárcel. Para saber más de este tema, hablamos con John Kiriakou, quien trabajó catorce años en la CIA como analista y agente de caso.
Transcripción
AMY GOODMAN: Mientras seguimos hablando sobre la última sacudida en el Gobierno de Trump, vamos a introducir en esta conversación al exfuncionario de la CIA John Kiriakou, quien conoció personalmente a la nominada para directora de la CIA, Gina Haspel, cuando él mismo trabajó en la CIA. Pero sus carreras han tomado caminos muy diferentes en la última década. Haspel, quien estuvo directamente involucrado en las torturas que ocurrieron en una prisión secreta de la CIA en Tailandia, ha sido promocionada a la dirección de la agencia. Kiriakou, quien filtró información sobre el programa de torturas, terminó encarcelados durante casi dos años.
John Kiriakou, bienvenido a Democracy Now! ¿Puede comentar la decisión del presidente Trump de despedir a Rex Tillerson y reemplazarlo como secretario de Estado por Pompeo? Pompeo, el director de la CIA, sería luego reemplazado por la subdirectora de la CIA, Gina Haspel.
JOHN KIRIAKOU: Bueno, muchos de nosotros creímos hace un año que Rex Tillerson iba a ser “el adulto en la habitación” de la Casa Blanca. Ese resultó ser el caso, en cierto modo, pero fue tan irrespetado por este presidente y aquellos que le rodean que probablemente estuvo condenado desde el principio.
Sobre Mike Pompeo, lo he dicho desde el principio, uno puede estar en desacuerdo con él política e ideológicamente, pero él no tiene el tipo de historial que tiene Gina Haspel. Yo no habría elegido a Mike Pompeo para ser el secretario de Estado, pero, supongo, si lo analizamos en un contexto más amplio, podríamos haber tomado una decisión aún peor.
Gina Haspel, sin embargo, es un problema, un gran problema. Hace más de un año que vengo hablando de Gina Haspel. Ella fue una elección terrible para ser la subdirectora, y es una opción aún peor para ser el director. Creo que es maravilloso que exista una posibilidad de que una mujer dirija la CIA, pero hay otras 50 mujeres que están cualificadas para dirigir la CIA. La escogida no debería ser Gina Haspel.
AMY GOODMAN: Háblenos de por qué usted y otros la llamaban “la sangrienta Gina”.
JOHN KIRIAKOU: Así es, la llamábamos “la sangrienta Gina”. Gina siempre estuvo muy dispuesta a usar la fuerza muy rápidamente. Ya sabe, hubo un grupo de agentes en el Centro de Contraterrorismo de la CIA, cuando yo estuve sirviendo allí, que… odio incluso decir esta acusación en voz alta, pero lo voy a decir… que disfrutaban usando la fuerza. Sí, todos sabían que la tortura no funcionaba. Ese ni siquiera es el problema. Muchas cosas diferentes funcionan. ¿Era moral, era ético, era legal? Creo que las respuestas a esas preguntas son claramente no. Pero Gina y la gente como Gina lo hacían, creo, porque disfrutaban haciéndolo. Ellos torturaban solo por el placer de la tortura, no para reunir información.
AMY GOODMAN: ¿Puede hablar más específicamente sobre Gina Haspel, quien dirigió esta cárcel secreta de la CIA en Tailandia, —incluso para aquellos que no están familiarizados con lo que es una cárcel secreta— y del hecho de que ella no solo lo dirigió, sino que estuvo directamente involucrado con en las torturas?
JOHN KIRIAKOU: Primero, permítanme comenzar cualquier comentario que vaya a hacer diciendo que la Junta de Revisión de Publicaciones de la CIA me prohibe específicamente hablar sobre el currículum de Gina Haspel, especialmente su trabajo en el extranjero. Dicho esto, los medios han informado ampliamente sobre lo que Gina Haspel ha hecho a lo largo de su carrera, así que lo dejo ahí.
Dicho esto, un “cárcel secreta” es una cárcel que está más o menos fuera de los registros, lo que significa que no existe oficialmente. Existe, pero nadie debe saber que existe. Y en muchos casos, eso incluye a los comités de supervisión del Congreso. Inmediatamente después del 11 de septiembre, la CIA creó esas cárceles secretas por todo el mundo, con la idea de que si capturábamos o secuestrábamos a alguien de al-Qaeda, podríamos enviarlo a uno de estas cárceles secretas, e interrogarlo sin tener que preocuparse por la ley, la ética o la moralidad, y sin el FBI vigilando sus espaldas. Podrían hacer lo que quisieran. Y así es como este programa de tortura se descontroló. Hubo personas que fueron asesinadas en el curso de sus interrogatorios.
Traducido y editado por Igor Moreno Unanua y Democracy Now! en Español.