Amy Goodman y Denis Moynihan
El presidente Donald Trump está redoblando su violenta cruzada contra los solicitantes de asilo de Guatemala, Honduras y El Salvador. El fin de semana pasado declaró: “Nuestro país ya está lleno. Está lleno”. Trump destituyó a la secretaria de Seguridad Nacional Kirstjen Nielsen vía Twitter, presuntamente porque consideraba que Nielsen, quien supervisó la separación de miles de niños migrantes de sus madres y padres y mintió al respecto ante el Congreso, no era tan dura como él esperaba. Decenas de miles de personas procuran asilo en los Estados Unidos tras huir de la violencia sistémica en sus países. La desesperación y el temor que las conducen al norte se originan, en parte, como consecuencia de las varias décadas de las políticas estadounidenses en la región, que han derrocado gobiernos electos democráticamente, han desestabilizado la sociedad civil y han entrenado y armado fuerzas militares represivas. Estados Unidos cultivó esta crisis durante más de medio siglo; no se va a arreglar con un muro.
El esfuerzo de contrarrestar las políticas de Trump se hizo un poco más difícil esta semana con la muerte, a los 89 años de edad, de Blase Bonpane, activista por la paz de larga trayectoria. En la ciudad de Los Ángeles, Bonpane dedicó su vida a la justicia social y tenía una profunda comprensión de la situación de Centroamérica, su gente y sus problemas.
En 1954, la CIA derrocó al presidente democráticamente electo de Guatemala, Jacobo Arbenz, en gran parte para proteger los intereses de la multinacional United Fruit Company (ahora llamada Chiquita Brands). Bonpane se desempeñaba como sacerdote de la comunidad religiosa Maryknoll en Guatemala en la década de 1960, cuando ese país estuvo envuelto en una sangrienta guerra contra su propia población que duró hasta mediados de la década de 1990. Bonpane y otros misioneros católicos se encontraban en las áreas rurales, donde la violencia contra la población indígena era más intensa.
Al mismo tiempo, el Papa Juan XXIII convocó al Concilio Vaticano II, que liberalizó prácticas eclesiales de muchos siglos de antigüedad, lo que llevó a la aparición de la “teología de la liberación” en América Latina. La teología de la liberación aplicó un análisis bíblico y cristiano a la pobreza y la desigualdad arraigadas que predominaban en la sociedad latinoamericana, e instó a tomar medidas para cambiar el status quo. Bonpane se comprometió con este desafío. Fue aclamado por la población local como un “guerrillero de la paz”. En 1968, el gobierno de Guatemala expulsó del país a Bonpane y a otros clérigos.
A pesar del Concilio Vaticano II, el liderazgo de la Orden Maryknoll no estaba de acuerdo con su activismo. Bonpane relató en una entrevista para Democracy Now!: “Me pusieron una orden mordaza. Me dijeron que no hablara, que no escribiera nada sobre Guatemala y, como consecuencia, me dirigí a la redacción del periódico The Washington Post e hice pública toda la información que tenía. Eso se publicó en unos 400 periódicos y se demostró que Estados Unidos estaba comprometido militarmente en Guatemala, que estaba usando napalm, que los Boinas Verdes estaban allí y que este era nuestro Vietnam latinoamericano”.
Cuando se casó con otra activista por la paz, que había sido monja de la Orden Maryknoll, Bonpane fue inmediatamente excomulgado de la Iglesia, pero mantuvo su compromiso con la teología de la liberación. Bonpane y su esposa, Theresa, fundaron la Oficina de las Américas en 1983 y continuaron movilizándose en solidaridad con los centroamericanos y otras personas oprimidas durante décadas.
Irónicamente, la sede de su organización está en Santa Mónica, el mismo bastión liberal donde creció Stephen Miller. Miller, de solo 33 años de edad, es uno de los asesores clave de la Casa Blanca y uno de los principales impulsores de las políticas más xenófobas de Trump, que incluyen varios intentos de prohibición de ingreso de personas musulmanas al país y la separación de las familias migrantes. Miller también propugna una escalofriante visión autocrática del poder presidencial. En el programa “Face the Nation” de la cadena CBS el 12 de febrero de 2017, Miller declaró: “Nuestros opositores, los medios y el mundo entero pronto verán —cuando comencemos a tomar medidas— que los poderes del presidente para proteger a nuestro país son trascendentales y no serán cuestionados”.
Cuestionar el poder es justamente lo que Blase Bonpane hizo durante toda su vida. Bonpane, ex infante de la Marina estadounidense convertido en sacerdote, tituló su autobiografía “Imagine No Religion”, tomando prestada la frase de la canción “Imagine” de John Lennon. El renombrado lingüista e intelectual disidente Noam Chomsky expresó: “A menudo la gente joven me pregunta, profundamente perturbada por el estado del mundo: ‘¿Qué puedo hacer para hacer de este mundo triste un lugar mejor?’. Una respuesta elocuente ahora es: ‘Lea la autobiografía de Blase Bonpane. Si puede aspirar a una fracción de lo que él ha logrado, mirará para atrás y podrá ver una vida bien vivida’”.
Mientras el presidente Trump y Stephen Miller intensifican su ofensiva contra los migrantes de Centroamérica y amenazan con continuar con la cruel política de separar a madres y padres de sus hijos, aquellos que deseen honrar la memoria de Blase Bonpane deberían prestar atención a las palabras del sindicalista obrero de principios del siglo XX, Joe Hill, citado varias veces en el sitio web de la Oficina de las Américas: “No se lamenten. Movilícense”.
© 2019 Amy Goodman
Traducción al español del texto en inglés: Inés Coira. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 800 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 450 en español. Es co-autora del libro “Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos”, editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.
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