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El viernes 24 de enero, Donald Trump se convirtió en el primer presidente en funciones en la historia estadounidense que asiste a la llamada Marcha por la Vida, concentración anual que se realiza en Washington contra el aborto y que convoca a miles de personas. El presidente Trump, que alguna vez se definió “a favor de elegir en todos los sentidos”, acusó a los demócratas de infanticidio y afirmó falsamente que el gobernador de Virginia, Ralph Northam, apoya un proyecto de ley de aborto que permitiría la “ejecución de bebés después del nacimiento”. La Marcha por la Vida empezó en 1974 en respuesta al histórico fallo de la Corte Suprema de EE.UU. en el caso Roe contra Wade de 1973. Este garantizaba el derecho constitucional al aborto. Presidentes estadounidenses anteriores que se oponían al aborto consideraban que la marcha era demasiado extrema y divisoria para asistir. En lugar de eso, enviaban a algún representante o mensajes de video grabados. El mismo día que Trump habló ante los activistas contra el aborto en Washington, su Gobierno amenazó con cortar los fondos federales destinados a algunos programas de salud en California, a menos que el Estado deje de exigirles a los seguros de salud privados que cubran los abortos. El gobernador de California, Gavin Newsom, dijo que el Estado no cambiaría su política. Por su parte, la secretaria de educación de Trump, Betsy DeVos, hace poco comparó el activismo contra el aborto con la lucha contra la esclavitud.
Para saber más de este tema, puede ver la entrevista que le hicimos (en inglés) a Fatima Goss Graves, presidenta y directora ejecutiva del Centro Nacional Legal de las Mujeres.