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Las revelaciones sobre las histerectomías forzadas realizadas en un centro de detención del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) en Georgia están provocando un revisionismo que busca romper con la larga historia de esterilizaciones en EE. UU. —en particular, a personas negras, morenas, pobres y discapacitadas— y su continuidad en cárceles y prisiones hasta el día de hoy. Hablamos con Kelli Dillon, una mujer que fue esterilizada en el Centro de Detención para Mujeres de California Central en Chowchilla en 2001 y aparece en el documental “Belly of the Beast” (El vientre de la bestia) que narra la historia de las presas que fueron sometidas a esterilizaciones no deseadas en cárceles de California. Dillon afirma que las mujeres que están en la cárcel son “castigadas” solo por solicitar su historia clínica. “Si comenzamos a presionar (…) nos regañan y, a veces, nos ponen en aislamiento”, dice Dillon que en 2006 se convirtió en la primera sobreviviente de una esterilización forzada que inició una demanda judicial contra el Departamento Correccional de California por daños y perjuicios. Entre 2006 y 2010, el Departamento Correccional y de Rehabilitación de California esterilizó a casi 150 mujeres sin la aprobación que el estado exige. “La esterilización forzada es genocidio”, señala la cineasta Erika Cohn, directora de la película “El vientre de la bestia”, cuya realización llevó casi una década. La película se estrena en salas de cine el 16 de octubre y en el programa “Independent Lens” de PBS el 23 de noviembre.
Para ampliar esta información, vea (en inglés) la conversación que mantuvimos con Kelli Dillon y Erika Cohn.