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El 8 de noviembre se realizó una acción de protesta frente a la Cumbre de la ONU sobre Cambio Climático en Glasgow en la que se destacó cómo las fuerzas armadas estadounidenses contribuyen a aumentar la crisis climática. Según estimaciones del proyecto Costs of War, las actividades militares del país generaron unas 1.200 millones de toneladas métricas de emisiones de carbono entre 2001 y 2017, casi un tercio de las cuales provino de guerras estadounidenses en el extranjero. Sin embargo, desde el Protocolo de Kioto de 1997 en adelante, las emisiones de carbono provocadas por el sector militar han quedado en gran medida fuera de los tratados internacionales referidos al cambio climático, gracias a las presiones ejercidas por Estados Unidos. Desde Glasgow se comunican con nosotros Ramón Mejía, coordinador nacional de antimilitarismo en la organización Grassroots Global Justice Alliance y veterano de la guerra en Irak; Erik Edstrom, veterano de la guerra en Afganistán y hoy activista contra el cambio climático; y Neta Crawford, directora del proyecto Costs of War. “Las fuerzas armadas de Estados Unidos han sido un mecanismo de destrucción ambiental”, afirma Crawford.
Para conocer más sobre este tema, vea (en inglés) la conversación que mantuvimos con Ramón Mejía, Erik Edstrom y Neta Crawford.