Relacionado
En el marco del nuevo juicio político contra Donald Trump, hablamos con dos historiadores sobre la importancia de que los responsables de la insurrección del 6 de enero y los ataques supremacistas blancos en Estados Unidos rindan cuentas por sus actos. Las escenas de violencia en el edificio del Congreso resultan “familiares” para la gente negra, dice Ibram X. Kendi, escritor, profesor y director fundador del Centro de Investigaciones Antirracistas de la Universidad de Boston. “A lo largo de los últimos 400 años, hemos tenido que enfrentarnos de forma constante a la violencia colectiva de los supremacistas blancos”. Por su parte, la escritora y profesora adjunta de historia de la Universidad de Pittsburgh Keisha Blain, sostiene que Trump debe ser responsabilizado por incitar a la insurrección en el edificio del Congreso. “Esto no es un juego, no podemos quedarnos parados sin hacer nada al respecto, porque, en definitiva, cualquier decisión que tomemos en este momento determinará el futuro de este país”, dice.
Transcripción
AMY GOODMAN: Donald Trump es el único presidente en la historia de EE.UU. en ser sometido dos veces a un juicio político. La pregunta ahora es si será condenado en el juicio que se realiza en el Senado. Y, de ser así, ¿impedirán que Trump se postule de nuevo para ocupar un cargo público?
Para hablar más sobre este momento histórico, nos acompañan dos historiadores, quienes acaban de editar un libro que ayuda a situar a los supremacistas blancos que se congregaron en apoyo a Trump dentro del marco más amplio de la historia de Estados Unidos. El libro se titula “Cuatrocientas almas: Historia colectiva del Estados Unidos afrodescendiente, 1619-2019” y cuenta con la participación de destacados escritores negros para elaborar lo que denominan “una historia coral” de la comunidad afroestadounidense. Keisha Blain es profesora adjunta de historia en la Universidad de Pittsburgh. Ibram X. Kendi es director del Centro de Investigaciones Antirracistas de la Universidad de Boston, donde también es profesor en la cátedra de humanidades Andrew W. Mellon. El profesor Kendi es coeditor del nuevo libro, junto con Keisha Blain. Les damos la bienvenida a ambos a Democracy Now!
Profesor Kendi, al ver las imágenes, ya vistas muchas veces, de lo ocurrido el pasado 6 de enero, aunque en el juicio hemos visto imágenes inéditas, y en el transcurso de los días veremos más imágenes de lo ocurrido: las banderas confederadas, el horror… ¿puede poner esto en el contexto de la historia que usted ha estudiado, la historia estadounidense de los últimos 400 años?
IBRAM X. KENDI: Primero que todo, Amy, muchas gracias por invitarnos a su programa.
Para mí, como alguien que ha vivido y estudiado la historia afroestadounidense, de muchas maneras, esas imágenes de lo que pasó el 6 de enero son algo muy familiar, como también lo son para cualquier persona negra. Cuando hemos ejercido nuestro derecho al voto, nuestro derecho a ocupar cargos públicos, nuestro derecho a ser libres a lo largo de los últimos 400 años, hemos tenido que enfrentarnos de forma constante a la violencia colectiva de los supremacistas blancos, una y otra vez. Y quienes han incitado esa violencia, típicamente, una y otra vez, no han respondido por sus actos.
JUAN GONZÁLEZ: Ibram Kendi, quería preguntarle en específico sobre el tema de la violencia colectiva. Muchas personas en Estados Unidos se están refiriendo a esto como un evento sin precedentes, pero, como usted mencionó, hay muchos ejemplos a lo largo de la historia del país de violencia colectiva por parte de turbas blancas. Un ejemplo es la ciudad de Charleston, en el estado de Carolina del Sur, cuando en 1834 una turba incendió la oficina de correos para apoderarse de la literatura abolicionista que estaba siendo distribuida en el sur del país. También, durante la Guerra Civil, los disturbios en los que los blancos atacaban a la comunidad negra por el hecho de ser llamados a luchar en las filas del Ejército de la Unión. Incluso en 1962, los disturbios en la Universidad de Misisipi, cuando cientos de blancos, armados, se enfrentaron a tiros con agentes federales que protegían a James Meredith en su intento por lograr el fin de la segregación racial en dicha universidad. En su opinión, ¿qué hace que gran parte del país le atribuya más relevancia a los hechos del 6 de enero, a ese ejemplo particular de violencia colectiva?
IBRAM X. KENDI: Creo que lo que pasa, desafortunadamente, es que en esos otros casos las víctimas de esa violencia colectiva fueron personas negras, indígenas o latinas, y no la ciudadela del poder político de Estados Unidos. Así que muchas veces los estadounidenses blancos no se veían a sí mismos como las víctimas de esas turbas, a pesar de que las víctimas de esas turbas eran estadounidenses, por lo que también debieron haberse visto reflejados en ellas. Y si pudiésemos vernos a nosotros mismos, colectivamente, como víctimas de esa violencia, creo que tendríamos un mejor país. Pero eso solo lo lograremos teniendo un mayor conocimiento de la historia afroestadounidense. Por eso fue tan crucial para Keisha Blain y para mí editar “Cuatrocientas almas”.
JUAN GONZÁLEZ: Profesora Blain, en cuanto al juicio político, mucha gente sugiere que la mera destitución no es suficiente para lo que hizo Donald Trump, que debería ser acusado de incitación a actos criminales o incluso sedición. ¿Cuál es su opinión al respecto?
KEISHA BLAIN: Bueno, francamente, creo que tenemos que hacer todo lo posible para asegurarnos de que, primero, no se postule de nuevo para un cargo, pero también tenemos que asegurarnos de dejar claro un mensaje: que ningún presidente en el futuro pueda hacer lo que hizo Donald Trump. Por lo tanto, sí, el juicio político es importante, y creo que es importante también que Trump sea acusado judicialmente, porque no podemos tomar esto a la ligera. Esto no es un juego, no podemos quedarnos parados sin hacer nada al respecto, porque, en definitiva, cualquier decisión que tomemos en este momento determinará el futuro de este país.
AMY GOODMAN: Profesora Blain, ¿puede hablar sobre la unión entre los grupos supremacistas blancos, ya sea que hablemos de los Oath Keepers, los Proud Boys, los boogaloo bois, o incluso QAnon, en este momento de la historia? Y luego, llévenos más atrás en el tiempo, porque, obviamente, tal como lo han explicado ambos, esto no es algo nuevo. Ustedes describen esto de manera extraordinaria en su libro “Cuatrocientas almas”.
KEISHA BLAIN: La supremacía blanca, desde luego como idea, pero también como movimiento en Estados Unidos, tiene raíces muy profundas. Y eso es algo que podemos ver claramente en la historia de la fundación del país. Creo que lo que está claro en este momento en particular es que la supremacía blanca continúa influenciando la vida y la cultura estadounidense, y el levantamiento que tuvo lugar en enero es solo la manifestación más reciente de eso. Desde luego, podemos establecer conexiones con el Ku Klux Klan, que la mayoría de la gente conoce, pero, como usted señala, hay muchos grupos e individuos diferentes que podemos identificar. En mi opinión, más allá de los grupos, aunque es verdad que debemos hablar de ellos, me interesa en particular hablar de la supremacía blanca como ideología y de la forma en que se filtra en la vida cotidiana estadounidense, y de cómo la gente de a pie acepta estas nociones y en última instancia vive toda su vida demostrando su falta de respeto hacia las personas negras. Creo que el peligro de la supremacía blanca es la ideología y cómo ésta se arraiga en las personas.
AMY GOODMAN: Ibram X. Kendi, estoy leyendo un tuit de Pam Keith que dice: “Osama Bin Laden no estrelló ningún avión contra ningún edificio de EE.UU., solo lo pidió e inspiró a otros a hacerlo, obtuvo el dinero y los recursos para lograrlo, estableció la hora y ejecutó el ataque desde lejos. ¿Cuál es la diferencia entre eso y el papel de Donald Trump en los hechos del 6 de enero?”. ¿Puede hablar sobre esto y también sobre el uso de cierta terminología? Como ya ustedes lo han descrito, esta no es la primera vez que vemos este tipo de violencia colectiva, especialmente dirigida contra los afroestadounidenses. Pero cuando esa violencia golpeó el santuario del poder en Estados Unidos, el santuario de la democracia, eso tuvo un efecto muy diferente, ya que fue visto en todo el mundo.
IBRAM X. KENDI: Supongamos que usted es Donald Trump. Lo único, entre comillas, “exitoso” que logró durante su mandato fue un recorte de impuestos para los más ricos, para personas como él, mientras que sus propios votantes, en particular hombres blancos de clase trabajadora, que ya sufrían antes de la pandemia de COVID-19, continúan sufriendo. Y mientras sufren, él les dice que el origen de ese sufrimiento no es su inacción [como presidente] ni las políticas que su Gobierno continuó aprobando y que favorecen a las élites corporativas en contra de su propia calidad de vida, sino que el origen de sus problemas son esos invasores latinos, son los anarquistas negros, son los grupos antifascistas. Y luego les hace creer que tiene tanto apoyo que claramente no perdió las elecciones sino que se las robaron. Y les hace creer que le robaron la victoria electoral de la misma forma en que los votantes negros de Filadelfia, Atlanta o Detroit les roban a ellos su sustento. ¿Qué cree usted que van a pensar estas personas? ¿Qué cree que harán?
Y luego les dice que salgan a pelear. Es sorprendente, porque, como dijo Keisha, la ideología de la supremacía blanca manipula a la gente y les hace involucrarse en esa violencia contra otra gente que lo único que busca es mejorar sus condiciones de vida. Por lo tanto, sin lugar a dudas, Donald Trump incitó la violencia del 6 de enero, pero en realidad ha incitado mucho más en este país, históricamente y en la actualidad.
Traducido por Iván Hincapié. Editado por Igor Moreno Unanua.