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Amy Goodman y Denis Moynihan
¿Es inminente una invasión rusa de Ucrania? En el centro de esta catástrofe evitable está la preocupación de Rusia por la creciente amenaza militar estadounidense a un paso de sus fronteras. Desde la caída de la Unión Soviética, Estados Unidos, a través de sus aliados de la OTAN, ha desplegado tropas y armamento en zonas cada vez más cercanas a Rusia, a pesar de la promesa que el secretario de Estado de Estados Unidos James Baker hizo al líder soviético Mikhail Gorbachev en 1990 de que Estados Unidos no se expandiría “ni un centímetro más hacia el este”. En la actualidad, cerca de 100.000 soldados rusos están apostados a lo largo de la frontera con Ucrania y las Fuerzas Armadas ucranianas están en alerta máxima. Echando más leña al fuego, el presidente Biden ha puesto a 8.500 soldados estadounidenses en estado de máxima alerta para un potencial despliegue en la región y ha enviado armas a Ucrania.
Katrina vanden Heuvel, editora de la revista The Nation que escribe sobre Rusia hace treinta años, expresó a Democracy Now!: “Rusia —la Unión Soviética, en ese entonces— perdió 27 millones de personas en la Segunda Guerra Mundial. Hay un miedo extendido, incluso en las generaciones más jóvenes, de quedar rodeados. Y, como saben, nosotros tuvimos nuestra doctrina Monroe. Tenemos nuestras esferas de influencia. ¿Qué pasaría si Rusia, de repente, decidiera desplegar soldados en México? Las fronteras son importantes, especialmente en la conciencia histórica de los rusos”.
El papa Francisco dijo este miércoles: “Hoy les pido que oren por la paz en Ucrania”. Haciendo referencia a la historia de Ucrania en el siglo XX, la máxima jerarquía de la Iglesia católica continuó: “Más de cinco millones de personas fueron aniquiladas durante la época de la última guerra. El pueblo ucraniano ha sufrido mucho, ha pasado hambre y sufrido muchas crueldades y merece la paz. […] ¡Por favor, nunca más guerra!”.
Alrededor del 30% de los 50 millones de ciudadanos ucranianos son hablantes nativos de ruso, la mayoría originarios de la península de Crimea y de Dombás, una región situada al sureste del país, en la frontera con Rusia. Rusia anexó militarmente a Crimea en 2014, tras la erupción de las protestas conocidas como “Euromaidan”, que tuvieron lugar en la plaza principal de Kiev y en otras ciudades del país y en las que los manifestantes exigían tener vínculos más estrechos con la Unión Europea. El debate nacional sobre si alinearse con el Este o con Occidente estalló en un conflicto militar. El enfrentamiento dejó cerca de 14.000 muertos y un millón y medio de personas desplazadas, y provocó que dos regiones de Dombás —Donetsk y Lugansk— declararan su independencia de Ucrania y se alinearan con Rusia.
Anatol Lieven, investigador principal del centro de estudios Quincy Institute for Responsible Statecraft, ofreció su análisis de la situación a Democracy Now!: “La crisis ha llegado a este punto debido al profundo descontento de Rusia con el avance de la OTAN hacia sus fronteras y la amenaza de que la OTAN integre a Ucrania como miembro de la organización, algo que Rusia ve con los mismos ojos con los que Estados Unidos ve la aparición de alianzas militares hostiles en América Central”.
Se considera que la confrontación de Estados Unidos con la Unión Soviética durante el conflicto denominado “Crisis de los misiles de Cuba” de 1962 es lo más cerca que se ha estado de una guerra nuclear total. El entonces presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy, actuó de manera muy similar a la de Putin en la actualidad, implementando una política militar arriesgada para disuadir el despliegue de armas y tropas extranjeras a lo largo de la frontera nacional.
Además de la movilización de militares estadounidenses, tanto Estados Unidos como sus aliados de la OTAN están enviando buques con armas a Ucrania. William Hartung, también miembro del Quincy Institute for Responsible Statecraft, ha seguido durante mucho tiempo el crecimiento descontrolado del presupuesto del Pentágono y las ganancias de los fabricantes de armas que se benefician de la guerra. En conversación con Democracy Now!, Hartung expresó: “Estados Unidos ha enviado 2.700 millones de dólares en ayuda y entrenamiento militar a Ucrania desde 2014. El presidente Biden está hablando de un par de cientos de millones de dólares más. Y, sin dudas, seguirán aún más”.
Estados Unidos, el país que más dinero destina a la OTAN, ha impuesto un compromiso de “inversión del 2% del PBI en Defensa” a los otros 29 países miembros de la OTAN, presionando a los países europeos para que aumenten sus gastos militares. La OTAN señala en su sitio web: “En 2014, tres aliados gastaron el 2% o más del PIB en Defensa; esto aumentó a 11 aliados en 2020 y la mayoría de los miembros de la organización han implementado planes a nivel nacional con el fin de cumplir con este objetivo para el 2024”. Al respecto, Hartung agregó: “Las tensiones relacionadas con [Ucrania] presagian que los gastos militares y las adquisiciones de equipamiento militar se mantendrán altos”.
Thich Nhat Hanh es uno de los activistas por la paz cuya voz se extrañará durante esta crisis. El legendario monje budista y líder espiritual murió la semana pasada en su país natal, Vietnam, a la edad de 95 años.
Considerado el fundador del denominado movimiento de “budismo comprometido”, Thich Nhat Hanh se vio obligado a exiliarse de Vietnam en 1966 por oponerse a la guerra. En su libro “Vietnam: loto en un mar de fuego”, escrito en 1967, Thich Nhat Hanh explicó cómo el movimiento de los jóvenes budistas estaba impulsando un mayor compromiso de las generaciones mayores. El renombrado activista escribió en dicho libro: “En la corriente de un río, no es el agua de adelante la que empuja al río, sino el agua de atrás la que actúa como fuerza motriz y empuja el agua de adelante”.
Los medios estadounidenses ofrecen amplios espacios a analistas y políticos a favor de la guerra, tanto demócratas como republicanos, mientras que excluyen casi por completo a activistas por la paz de orientación progresista. Las congresistas Pramila Jayapal y Barbara Lee, referentes del ala progresista del Partido Demócrata, advirtieron al Gobierno de Biden que “no hay una solución militar” a la crisis.
Los movimientos populares deben exigir ya una vía diplomática para asegurar la paz, antes de que sea demasiado tarde y se desate una nueva guerra.
© 2022 Amy Goodman
Traducción al español de la columna original en inglés. Edición: Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 800 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 450 en español. Es co-autora del libro “Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos”, editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.
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