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El jueves 13 de octubre fue el cuarto día consecutivo de ataques con misiles de Rusia contra múltiples ciudades y pueblos ucranianos. Los ataques apuntan especialmente a los sistemas eléctricos de Ucrania y están dejando muchas áreas sin luz. La semana pasada el presidente ruso, Vladimir Putin, acusó a Ucrania de hacer estallar un puente fundamental para el país, que conecta a Rusia con Crimea. A partir de allí, Rusia intensificó sus ataques. Mientras tanto, la Asamblea General de Naciones Unidas ha votado abrumadoramente a favor de condenar la anexión rusa de cuatro territorios ucranianos ocupados. “La invasión de Ucrania no sucedió por algún tipo de inercia histórica. La ideología de Putin se ha forjado a través de los últimos dos siglos”, dice la ucraniana Hanna Perekhoda, que actualmente realiza un doctorado en Historia en la Universidad de Lausana, cuya familia en Donetsk se vio envuelta en la guerra hace ocho años. Por su parte, el ruso Arshak Makichyan, activista por la justicia climática que vive en Berlín, huyó de su país en marzo y dice que si bien no cree que sea posible entablar negociaciones con Putin, la comunidad internacional debería involucrar a la sociedad civil rusa en cualquier iniciativa para poner fin a la guerra.
Para ampliar esta información, vea (en inglés) nuestra conversación con Hanna Perekhoda y Arshak Makichyan.