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En los últimos días, en varias ciudades chinas, han estallado protestas contra la estricta política de COVID cero del presidente Xi Jinping, bajo la cual se han impuesto confinamientos largos y restrictivos en todo el país. Estas manifestaciones sin precedentes se desencadenaron luego de un incendio mortal en un edificio de apartamentos en Urumqi, la capital de Xinjiang, el jueves 24 de noviembre. Según se informa, las restricciones por la COVID impidieron que los bomberos llegaran a socorrer a la gente que estaba atrapada en el edificio. Esta situación se suma a lo ocurrido la semana pasada, cuando cientos de trabajadores de la fábrica de teléfonos iPhone más grande del mundo, Foxconn, se enfrentaron con la policía por la implementación de restricciones que estaban obligando a muchos trabajadores a vivir en la fábrica. “En los últimos tres años se ha vivido en China un nivel de confinamiento que es simplemente inconcebible”, afirma Eli Friedman, profesor de la Universidad Cornell especializado en derechos laborales. Además, señala que las manifestaciones congregan gente de todas las clases sociales y etnias del país y configuran lo que él denomina un “movimiento contra el estado de vigilancia”. Friedman plantea que si bien es el Gobierno chino quien implementa las restricciones por la COVID en el país, las grandes empresas estadounidenses como Apple y Tesla también están implicadas al instalar este sistema de gestión de circuito cerrado en Foxconn y otras fábricas chinas.
Para ampliar esta información, vea (en inglés) nuestra conversación con Eli Friedman.
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