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Analizamos los alarmantes cambios que Elon Musk, la persona más rica del mundo, está implementando en la influyente red social Twitter después de haber gastado 44 mil millones de dólares en su compra. El viernes 4 de noviembre, Musk despidió a casi la mitad de la fuerza laboral de Twitter. A pocos días de las elecciones de mitad de período en Estados Unidos, este despido masivo desmanteló los equipos que trabajaban sobre derechos humanos, ética de la inteligencia artificial y contra la desinformación electoral. Antes de este enorme recorte laboral, Musk se había reunido con más de media docena de organizaciones de derechos civiles, que le plantearon su preocupación sobre la ausencia de monitoreo de la desinformación y los discursos de odio en la que podría incurrir la red social. Hablamos con Nora Benavidez de Free Press y Free Press Action Fund, y con Rashad Robinson de Color of Change, dos de las organizaciones presentes en dicha reunión. “La autorregulación de las empresas significa no regulación”, sostiene Robinson. Tanto él como Benavidez señalan que Musk ha exacerbado la toxicidad que ya existía en Twitter y que no logra ver la “relación real y porosa que hay entre el mundo virtual y el mundo real fuera de Internet”. Ambas organizaciones están llamando a los anunciantes a boicotear a Twitter si Musk no toma medidas drásticas para garantizar los derechos humanos en la empresa.
Para ampliar esta información, vea (en inglés) nuestra conversación con Nora Benavidez y Rashad Robinson.