El modo en que los países occidentales han abierto sus puertas a millones de ucranianos que huyen de la guerra en su país, presenta un modelo de cómo deben ser acogida la gente refugiada. Sin embargo, esta experiencia contrasta marcadamente con el trato que reciben los refugiados africanos cuando intentan llegar a Europa para escapar de la guerra, el hambre y la desesperación. En su nuevo libro, “My Fourth Time, We Drowned: Seeking Refuge on the World ’s Deadliest Migration Route” (En mi cuarto intento, nos ahogamos: En busca de refugio por la ruta migratoria más mortífera del mundo), la escritora Sally Hayden narra cómo el mensaje de un refugiado eritreo preso en un centro de detención en Libia la llevó a un viaje de años en el que pudo documentar el desastre de derechos humanos que sucede en las puertas de Europa. Señala como punto de quiebre el acuerdo firmado en 2017 entre la Unión Europea y Libia para detener a los migrantes antes de que crucen el Mediterráneo. A partir de entonces, muchos refugiados han sido encarcelados en centros de detención infernales dirigidos por grupos armados a quienes poco les importa la seguridad o el bienestar de la gente que está adentro. “Decenas de miles de personas han sido encerradas en centros de detención que el papa Francisco, así como muchas otras figuras internacionales, ha comparado con campos de concentración”, dice Hayden. “La situación es absolutamente horrible”.
Para ampliar esta información, vea (en inglés) nuestra conversación con Sally Hayden.