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El martes 19 de abril dos bombas explotaron en una escuela de niños en Kabul. Al menos seis personas murieron en el ataque, que fue el último de una sucesión de agresiones contra la minoría chiíta hazara de Afganistán. Si bien ningún grupo se ha adjudicado la responsabilidad del ataque, este sigue el patrón de acción que viene sosteniendo el Estado Islámico del Gran Jorasán (conocido como ISIS-K) contra los chiítas tanto en Afganistán como en Pakistán. “Ningún Gobierno —no sólo los talibanes— ha logrado elaborar una estrategia para proporcionar seguridad a los hazara y a los chiítas”, dice el periodista afgano Bilal Sarwary. “Para mí es una gran traición hacia comunidades que están extremadamente comprometidas con la construcción de un futuro brillante para Afganistán”.
Para ampliar esta información, vea (en inglés) nuestra conversación con Bilal Sarwary.