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En Sudán, los enfrentamientos entre facciones militares rivales han provocado ataques a instalaciones médicas, dejando al sistema de salud del país al borde del colapso. Las limitaciones en el suministro de energía eléctrica, agua e insumos médicos, así como la huida de profesionales de la salud del país por la falta de seguridad, han llevado a que menos de un tercio de los hospitales de las zonas de conflicto estén en funcionamiento. Hablamos del tema con el Dr. Khidir Dalouk, director de incidencia de la Asociación de Médicos Sudaneses Estadounidenses, quien describe la situación como “una calamidad” y comparte la perspectiva de los trabajadores de la salud de Sudán: “Nosotros, como médicos, hemos jurado atender y cuidar a civiles y militares, tanto en la paz como en la guerra”.
Mientras tanto, un nuevo informe muestra que 2022 fue el peor año de la última década en cuanto a los ataques contra instalaciones hospitalarias y personal de atención médica en todo el mundo. Más de la mitad de los ataques documentados ocurrieron en Ucrania y Birmania. Los ataques a las instalaciones médicas son un problema generalizado y común en los conflictos cuando los líderes militares ignoran las reglas internacionales que protegen ese tipo de infraestructuras, afirma Christina Wille, directora de la organización Insecurity Insight, que contribuyó a la realización del nuevo informe titulado “Ignorando las líneas rojas: violencia contra los servicios de atención médica en los conflictos”.
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