La República Democrática del Congo está atravesando un dramático deterioro de su infraestructura que se suma al desplazamiento masivo de la población a causa de la violencia armada, las inundaciones y la peor crisis alimentaria del mundo. En los últimos meses, más de medio millón de personas se han visto obligadas a huir de sus hogares por la violencia desenfrenada ejercida por grupos armados. Además, según un informe de la ONU, unas 3.000 familias también perdieron sus hogares en las recientes inundaciones y deslizamientos de tierra registradas en la zona oriental del país. En este contexto, veinticinco millones de personas están pasando hambre, ya que la población desplazada no puede acceder a sus tierras y cultivar sus propios alimentos, mientras que la asistencia humanitaria existente no está logrando responder a la crisis. “La dimensión de esta crisis es inconcebible”, dice el secretario general del Consejo Noruego para los Refugiados, Jan Egeland, quien acaba de visitar la República Democrática del Congo. Además, Egeland señala que la comunidad internacional sigue requiriendo los recursos naturales del país pero pasa por alto su difícil situación social. “El Congo no es ignorado por quienes quieren extraer las riquezas del país, pero sí por el resto del mundo, por la gente que querría venir a dar asistencia a las familias, niños y niñas del Congo”.
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