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En la madrugada del jueves 2 de mayo, la policía antidisturbios irrumpió en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) con la intención de desmantelar el campamento de solidaridad con Palestina, para lo cual utilizó granadas de destello, balas de goma y gases lacrimógenos, además de detener a docenas de estudiantes. Un día antes de este operativo policial, un grupo de contramanifestantes proisraelíes había atacado el campamento, agrediendo a los y las estudiantes con palos, varas de metal y lanzándoles fuegos artificiales. La periodista Mel Buer, del medio Real News Network, presenció el ataque y describe haber visto cómo estos contramanifestantes provocaban al estudiantado, lanzaban insultos y golpes con elementos de la propia barricada del campamento. Buer también señala que el ataque duró varias horas sin que hubiera intervención policial ni de las personas encargadas de la seguridad de la universidad. “La UCLA es cómplice de la violencia infligida a las y los manifestantes”, escribió el consejo editorial del Daily Bruin, el periódico del campus de la Universidad, al día siguiente del ataque. Los contramanifestantes agredieron a cuatro estudiantes que integran el plantel del periódico que estaban cubriendo la movilización.
Hablamos con Shaanth Kodialam Nanguneri, estudiante de periodismo que recibió agresiones, quien cuenta que hubo una persona que terminó hospitalizada por este ataque y que los agentes de seguridad del campus “no aparecían por ninguna parte”. A raíz de estos eventos, el capítulo de la UCLA de la organización Faculty for Justice in Palestine ha llamado al cuerpo docente de la universidad a negarse a cumplir con sus tareas académicas este jueves en señal de protesta por la falta de protección al estudiantado de parte de la dirección de la universidad frente a lo que califican como “turbas sionistas”. La profesora Gaye Theresa Johnson, miembro de dicha organización, repudia el modo en que las autoridades están respondiendo a la protesta estudiantil no violenta y dice que lo que está sucediendo es parte de un importante y radical cambio en la politización de la juventud estadounidense. “Este es un movimiento que no puede pasar desapercibido y que no dará marcha atrás”.
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