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El sábado 13 de julio, el ejército israelí perpetró uno de sus ataques más mortíferos en semanas al bombardear el área de al-Mawasi en Khan Younis, que había sido designada como una “zona segura”, lo que provocó la muerte de al menos 90 personas y dejó cientos de heridos. Las autoridades israelíes afirmaron que el ataque había sido dirigido al jefe militar de Hamás, Mohammed Deif, pero la organización negó que éste hubiera fallecido en el ataque. Además, Israel provocó la muerte de 20 personas al bombardear, durante la oración del mediodía, una mezquita improvisada en el campamento de refugiados de Shati, en el oeste de la ciudad de Gaza, y atacó una escuela de las Naciones Unidas en el campamento de refugiados de Nuseirat, que albergaba a miles de personas desplazadas, con un saldo de 22 muertes. Hablamos con el escritor y analista Muhammad Shehada, jefe de comunicaciones de la organización Euro-Mediterranean Human Rights Monitor, quien señala: “Estamos en una situación en la que lo que se le dice a Israel es: 'Puedes hacer lo que quieras, cualquier cosa que se te ocurra'”.
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