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Un juez federal de Kentucky desestimó los cargos por delitos graves contra dos exagentes de policía de Louisville por su participación en el tiroteo que provocó la muerte de Breonna Taylor en 2020. En cambio, dictaminó que el novio de Taylor, Kenneth Walker, es legalmente responsable por su muerte por haber disparado su arma para defenderse cuando agentes de policía vestidos de civil —a quienes tomó como intrusos— rompieron la puerta principal e irrumpieron en el departamento de la pareja después de la medianoche. Taylor, una joven afroestadounidense de 26 años de edad que trabajaba como técnica de urgencias hospitalarias y aspiraba a ser enfermera, estaba dormida en ese momento. Desde su muerte, solo una oficial ha sido declarada culpable por su participación en el hecho, al admitir haber falsificado una orden de allanamiento que se podía ejecutar sin necesidad de anunciarse previamente y que aseguraba que la policía tenía evidencia de que en la casa de Taylor había tráfico de drogas. Nunca se encontraron drogas en el lugar y los dos policías que efectuaron los disparos que mataron a Taylor no han sido imputados. Esta impunidad es parte de un “patrón sistemático de maltrato” hacia las mujeres negras, dice el abogado de derechos civiles Ben Crump, quien representa judicialmente a la familia de Breonna Taylor. Crump también cuenta las últimas novedades en los juicios contra agentes de policía acusados de uso excesivo de la fuerza en las muertes de Tyre Nichols, en Tennessee, y Roger Fortson, en Florida, las cuales también han tenido una amplia difusión mediática.
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