En 1980, el historiador Howard Zinn publicó su clásica obra “La otra historia de Estados Unidos (otras voces)”. El libro se convirtió en un clásico, que lleva más de un millón de ejemplares vendidos y a muchas personas les cambió la forma de ver la historia de Estados Unidos. Comenzamos el programa especial por el Día del Trabajo con fragmentos destacados de una producción basada en el libro, en la que el propio Zinn presenta lecturas dramatizadas de la historia de Estados Unidos. Escuchamos a Alfre Woodard leer las palabras de la activista sindical Mother Jones y al hijo de Howard, Jeff Zinn leer las palabras de Arturo Giovannitti, poeta y dirigente del sindicato Trabajadores Industriales del Mundo (IWW).
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Transcripción
AMY GOODMAN: Hoy es el Día del Trabajo. Comenzamos el especial del día festivo con lo más destacado de una producción basada en el libro de Howard Zinn, “La otra historia de Estados Unidos (otras voces)”, en la que el propio Zinn presentó lecturas dramáticas de la historia de EE.UU. Escucharemos a Alfre Woodard leer las palabras de la activista sindical Mother Jones y al hijo de Howard, Jeff Zinn, leer las palabras de un poeta y dirigente del sindicato Trabajadores Industriales del Mundo, Arturo Giovannitti. Pero primero, escuchemos al difunto gran historiador Howard Zinn.
HOWARD ZINN: El sindicato IWW, Trabajadores Industriales del Mundo, fue una organización sindical radical de principios del siglo XX, la cual reunió a toda clase de trabajadores: negros, blancos, hombres, mujeres, nativos, extranjeros, cualificados, no cualificados; algo que la Federación Estadounidense del Trabajo se negó a hacer. Su objetivo era revolucionario: controlar el sistema industrial y operarlo en beneficio de la gente. Cuando las mujeres inmigrantes en las fábricas textiles de Lawrence, Massachusetts, entraron en huelga en 1912, fueron reprimidas con violencia policial e intimidación judicial. El poeta y lider sindical del IWW Arturo Giovannitti fue arrestado por cargos falsos de asesinato. Este es el discurso que pronunció ante el jurado que lo declaró inocente.
ARTURO GIOVANNITTI: [leído por Jeff Zinn] Sr. Foreman y caballeros del jurado: Es la primera vez en mi vida que hablo en público en su maravilloso idioma, y es el momento más solemne de mi vida.
Se ha planteado solo un aspecto de esta gran cuestión industrial, solo el método y solo las tácticas. Pero ¿qué pasa con… la parte ética de la cuestión? … ¿Qué pasa con la cuestión de una humanidad mejor y más noble en la que no haya más esclavos, en la que ningún hombre jamás se vea obligado a entrar en huelga con el fin de obtener cincuenta centavos más a la semana, donde los niños ya no tengan que pasar hambre, donde las mujeres ya no tengan que prostituirse… donde por fin no haya más esclavos, ni más amos, sino solo una gran familia de amigos y hermanos?
Dicen que eres libre en este gran y maravilloso país. Yo digo que políticamente lo eres, y para ti mis mejores elogios y felicitaciones. Pero yo digo que no se puede ser mitad libre y mitad esclavo, y, económicamente, toda la clase trabajadora en Estados Unidos está tan esclavizada ahora como lo estuvieron los negros hace cuarenta o cincuenta años; porque el hombre que es dueño de la herramienta con la que trabaja otro hombre, el hombre que es dueño de la casa donde vive este hombre, el hombre que es dueño de la fábrica donde este hombre quiere ir a trabajar, ese hombre posee y controla el pan que come ese otro hombre y por lo tanto posee y controla su mente, su cuerpo, su corazón y su alma. Tengo veintinueve años —no del todo—… Tengo una mujer que me ama y a la que yo amo. Tengo una madre y un padre que me esperan.
Tengo un ideal que es más valioso para mí de lo que puede expresarse o entenderse. Y la vida tiene tantos atractivos y es tan agradable y tan maravillosa y está tan llena de luz que siento en mi corazón la pasión de vivir y sí, quiero vivir…
Sea cual sea su veredicto, señores del jurado, les doy las gracias.
HOWARD ZINN: En el año 1914, mil mineros, con esposas e hijos, que se habían declarado en huelga contra las minas de carbón propiedad de Rockefeller en el sur de Colorado, estaban resistiendo en un campamento cerca de la pequeña aldea de Ludlow. Un día de abril, la Guardia Nacional, financiada por Rockefeller, comenzó a disparar con ametralladoras contra el campamento, y luego bajaron de las colinas y prendieron fuego a las tiendas de campaña. Al día siguiente, los cuerpos de once niños y dos mujeres fueron encontrados, asfixiados y quemados hasta la muerte. Esto se conoce como la masacre de Ludlow. Mother Mary Jones, activista de 82 años en favor de los mineros, había llegado a Colorado para apoyar a los mineros, y en la víspera de su huelga, mientras se reunían en el Teatro de la Ópera de Trinidad, les habló.
MOTHER JONES: [leído por Alfre Woodard] ¿Cuánto valdría el carbón de esas minas si no hubieran trabajado ustedes para sacarlo? Ha llegado el momento de pararse como hombres. Sé algo sobre huelgas. No empecé a involucrarme en ellas ayer. Un alguacil federal me trasladó 135 kilómetros y me metió en la cárcel ya en la noche, porque estaba hablando en una reunión de mineros. A la mañana siguiente fui llevada a la corte y el juez me dijo: “¿Leyó usted mi mandato judicial? ¿Entendió que la medida cautelar le ordenaba no mirar a los mineros?”. “¡Siempre que el juez que está por encima de usted me permita ver, miraré cualquier cosa que yo quiera!”, dije yo. El viejo juez murió poco después y la orden judicial murió con él.
En otro momento cuando estaba en la sala del tribunal el alguacil me dijo: “Cuando se dirija al tribunal debe decir 'su honorable señoría'”. “No sé si es honorable o no”, dije yo. Alguien me dijo: “Usted no cree en el trabajo de caridad, Mother”. No, no creo en la caridad; es un vicio. Necesitamos tener justicia para la humanidad; no necesitamos su caridad, todo lo que necesitamos es una oportunidad de vivir como hombres y mujeres en este país.
Quiero que se comprometan en esta convención a pararse como un ejército fuerte contra los enemigos del trabajo humano. Piensen en los miles de trabajadores que mueren cada día sin que haya ninguna reparación. Lucharemos hasta que las minas sean seguras y la vida humana sea más valorada que los bienes accesorios. Miren a las cosas a la cara. No teman a un gobernador; no le tengan miedo a nadie. Ustedes le pagan al gobernador; y él tiene el deber legítimo de protegerles. Ustedes son la mayor parte de la población del estado. Ustedes crean su riqueza, así que les digo: “Sigan con la lucha; y si nadie más lo hace, yo lo haré”.
AMY GOODMAN: Esa era Alfre Woodard, leyendo las palabras de la activista sindical Mother Jones como parte de una lectura en vivo del libro del gran historiador ya fallecido Howard Zinn “La otra historia de Estados Unidos (otras voces)”.
Al regresar, recordamos a la veterana organizadora sindical y la académica Jane McAlevey, quien murió en julio a la edad de 59 años.
[Pausa]
AMY GOODMAN: “Greed”, interpretada por Sweet Honey in the Rock en el estudio de Democracy Now! en 2003. La fundadora del grupo, la Dra. Bernice Johnson Reagon, murió en julio a la edad de 81 años.
Traducido y editado por Igor Moreno Unanua e Iván Hincapié.