Israel está incrementando sus ataques en Medio Oriente, con bombardeos que continuaron durante el fin de semana en Yemen y Líbano tras el ataque masivo en los suburbios de Beirut que, el viernes 27 de septiembre, mató al líder de Hizbulá Hassan Nasrallah y a otros altos mandos de la organización. Nasrallah llevaba más de tres décadas al mando de Hizbulá y era considerado una de las figuras más poderosas de la región. Se cree que Israel usó bombas de 1000 kilos fabricadas en Estados Unidos en el ataque del viernes, que arrasó con varios edificios de apartamentos de gran altura y se estima que provocó cientos de muertes. Tanto el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, como su vicepresidenta, Kamala Harris, calificaron el asesinato de Nasrallah como “una medida de justicia” aunque expresaron que están en contra de una mayor intensificación de la guerra. “La noticia realmente conmocionó a todo el Líbano, tanto a los partidarios [de Nasrallah] como a sus opositores”, cuenta desde Beirut el reportero de Associated Press Kareem Chehayeb, quien además señala que en el Líbano hay en estos momentos alrededor de 1 millón de personas desplazadas por los combates. “Los ataques aéreos no se detienen sino que continúan. Y ahora la gente se está preparando para una invasión terrestre”.
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