En Honduras, el Presidente democráticamente electo Manuel Zelaya fue derrocado en un golpe militar. Zelaya fue obligado a abandonar el palacio presidencial y se trasladó a Costa Rica a primeras horas del domingo, luego de haber intentado realizar un referéndum no vinculante para prorrogar su mandato. En una entrevista concedida a la red televisiva Telesur, Zelaya calificó su destitución como un secuestro, y exhortó a Estados Unidos a respaldarlo para restaurar su gobierno.
El Presidente de Honduras, Manuel Zelaya, manifestó: “Es un secuestro, es una extorsión al sistema democrático hondureño, y yo voy a pedirle a los presidentes de América, incluyendo al Presidente de Estados Unidos; quiero escuchar yo al embajador Hugo Llorens de Estados Unidos en Tegucigalpa si él está detrás de esto; si no, que lo aclare, porque si Estados Unidos no está detrás de este golpe, estos golpistas no se podrán mantener ni 48 horas”.
Con posterioridad al derrocamiento de Zelaya, el Congreso de Honduras tomó juramento como Presidente interino al ex presidente del Parlamento Roberto Micheletti. Éste impuso inmediatamente un toque de queda de dos días en todo el país. Pero miles de partidarios de Zelaya siguen en las calles. Según se informa, se reprimió a tiros a los manifestantes que en el día de hoy se encontraban en las inmediaciones del palacio presidencial. También hay informes sobre el arresto breve de los embajadores de Cuba, Venezuela y Nicaragua. En La Paz, el presidente boliviano Evo Morales condenó el golpe.
El Presidente Morales dijo: “Hago un llamado a los organismos internacionales, hago un llamado a los movimientos sociales de Latinoamérica y del mundo, hago un llamado a los presidentes de gobiernos democráticos a condenar, repudiar este golpe de Estado militar en Honduras”.
El gobierno de Obama criticó el golpe, y afirmó que solo reconocerá a Zelaya como Presidente de Honduras. El derrocamiento de este último constituye el primer golpe de Estado militar en América Central desde la Guerra Fría.