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30 de marzo 2011
Los trabajos de reconstrucción en Haití apenas han comenzado, 15 meses después de que un devastador terremoto acabara con miles de vidas y dejara a más de un millón y medio de personas sin hogar.
Cientos de miles de personas siguen viviendo en refugios improvisados, en cientos de campamentos armados con carpas en todo Haití. Sharif Abdel Kouddous, enviado de Democracy Now!, nos informa desde uno de esos campamentos y habla con los residentes, quienes enfrentan una expulsión inminente por parte de los propietarios de las tierras, aunque no tienen dónde ir.
AMY GOODMAN: A 15 meses del desastre en Haití, los esfuerzos de reconstrucción apenas comenzaron. Según algunas estimaciones, hasta ahora se retiró menos del 5 por ciento de los escombros, sólo se construyó el 15 por ciento de las viviendas temporales necesarias, se entregó menos del 10 por ciento de los $9 mil millones de dólares prometidos por los donantes extranjeros y más de un millón de personas están sin hogar y viven en refugios improvisados en cientos de campamentos en todo el país.
Justo antes de ir a la estación de policía de Haití, visitamos uno de estos campos de refugiados. Sharif Abdel Kouddous de Democracy Now! realizó este informe.
SHARIF ABDEL KOUDDOUS: Después del terremoto, se hicieron muchos campamentos en Puerto Príncipe y en todo Haití, pero ahora muchas personas se enfrentan a un desalojo. Nos dirigimos a uno de los campamentos cuyo propietario amenaza a la gente que vive ahí con un desalojo inminente. Nos acompaña Jeena Shah del organismo de derechos humanos en Haití Bureau des Avocats Internationaux que ha estado tratando muy de cerca este problema. Jeena, ¿dónde nos dirigimos ahora? ¿Puede describir el campamento?
JEENA SHAH: Vamos rumbo al campamento Barbancourt Deux emplazado en un terreno privado que un terrateniente, dueño de uno de los grandes almacenes de Port-au-Prince, reclama como propio. Se trata de un pequeño campamento de 325 familias que ha sido objeto de amenazas violentas de desalojo desde el pasado mes de abril.
SHARIF ABDEL KOUDDOUS: ¿Y por qué los van a desalojar?
JEENA SHAH: Los van a desalojar porque la persona que dice ser dueña del terreno dice que tiene que construir ahí una fábrica para una empresa china con la que tiene un contrato. Están entre la espada y la pared. No tienen a dónde ir ni quieren vivir en estos campamentos, pero tienen que luchar con uñas y dientes para vivir en condiciones horribles porque no tienen otra opción.
SHARIF ABDEL KOUDDOUS: Justo enfrente de este campamento hay un edificio enorme con un cartel que dice “Alimentos para los pobres”. Nos acompaña Laura Raymond del Centro para los Derechos Constitucionales que está trabajando unos días en Haití. Laura, ¿qué edificio es el de enfrente?
LAURA RAYMOND: Alimentos para los pobres es una organización cristiana de beneficencia que se alza por encima del campamento, al otro lado de la calle. En el campamento nos han dicho que escribieron cartas a Alimentos para los pobres diciendo que tienen hambre, son pobres, y necesitan que les den alimentos, pero no les respondieron.
Fuimos a Alimentos para los pobres hace un par de días, porque el comité del campamento nos pidió que intercediéramos para conseguir algo, dado que, aparte de agua, no hay ningún servicio en este campamento. Y el director de distribución básicamente nos dijo: “Nosotros no distribuimos desde aquí” y que habría disturbios si trataban de llevarles comida, lo cual es ridículo, porque la gente en este campamento es muy amable y está organizada. Lo único que necesitan es comida y ellos mismos pueden distribuirla.
SHARIF ABDEL KOUDDOUS: Ahora estamos ingresando al campamento Barbancourt Deux. La mayoría de estas tiendas instaladas de manera un tanto caprichosa, están hechas de lonas que han sido donadas, bloques de cemento, palos y postes. No hay agua corriente ni sistema de cloacas. Es difícil vivir así. Nos acompaña uno de los residentes del campamento. ¿Podría decirnos su nombre? ¿Cuánto tiempo hace que vive aquí? ¿Podría describirnos la situación a su alrededor?
SR. PAUL: Mi nombre es Paul. Vengo del norte, de San Miguel de la Atalaya, y vivo en Delmas al 31. Todos los que estamos aquí llegamos al campamento el 12 de enero. Nuestra situación no es buena en absoluto. Ni el Comité Internacional ni el Comité Nacional se preocupó por este campamento. Ninguno de estos niños va a la escuela porque eso es algo que no está al alcance de los padres.
SHARIF ABDEL KOUDDOUS: ¿Y ahora están ante un desalojo?
SR. PAUL: Sí, nos han dicho que nos marchemos. Han traído materiales de construcción porque dicen que van a construir una fábrica aquí.
SHARIF ABDEL KOUDDOUS: ¿Dónde irán si los desalojan?
SR. PAUL: No tenemos adónde ir.
SHARIF ABDEL KOUDDOUS: ¿Qué le gustaría que supieran las personas que están viendo este video?
SR. PAUL: A la gente que me está viendo le diría que me gustaría que, si alguno puede mediar por nosotros, que por favor lo haga, porque hablo en nombre de la nación. Todos los habitantes del país insisten en que están viviendo condiciones muy difíciles.
SHARIF ABDEL KOUDDOUS: Seguimos hablando con otros residentes del campamento. Nos acompaña una anciana que hace 14 meses vive aquí. ¿Cómo se llama? ¿Podría describirnos la situación a su alrededor?
LISANNA FENELON: Lisanna Fenelon . Vivo aquí desde el 12 de enero, el día del terremoto. Y no estamos nada bien. No podemos dormir porque dormimos bajo presión y la vida es muy amarga. No nos alimentan bien. Esto no es vida. Algunas veces tengo sarpullidos por todo el cuerpo; no sé si es debido a la falta de higiene en las que vivo.
SHARIF ABDEL KOUDDOUS: ¿Cómo es para sus hijos más jóvenes el haber vivido aquí tanto tiempo?
LISANNA FENELON: A veces sufren muchísimo. No
podemos hacer nada aquí. No tenemos trabajo. Algunos de nuestros vecinos cocinan y me dan algo de comida y yo se las doy a ellos. Si no fuera por eso, no tendría manera de cuidarlos. Yo era costurera; cosía. Pero el terremoto destruyó todo lo que tenía, incluso mi máquina de coser y no he podido reemplazarla.
SHARIF ABDEL KOUDDOUS: ¿Qué opina del regreso del Aristide?
LISANNA FENELON: Nosotros queremos mucho a Aristide y estamos encantados con su regreso. Si Aristide estuviera aquí, nos visitaría y no pasaríamos hambre. Otros países nos han ofrecido alimentos, pero Préval impidió eso. No quiere que nos alimenten. Aristide pediría alimentos a otros países para nosotros. Préval sólo está facilitando la situación para la élite, la clase burguesa, que está haciendo dinero con todo esto, por encima de nosotros.
SHARIF ABDEL KOUDDOUS: Justo en las afueras del campamento hay un vertedero de basura con aguas fétidas que huele mal. Jeena, ¿puedes describir esto que vemos aquí?
JEENA SHAH: Este es un pozo séptico que ser formó cuando el vecino construyó un muro alrededor de este lugar porque las aguas residuales pasaban por su terreno. Cuando hubo fuertes lluvias, el agua llegó hasta las tiendas, comenzó a inundar varias de ellas y hubo que recogerlas y alejarlas del agua. El agua, la basura y las aguas residuales que se juntan aquí están causando muchas enfermedades en el campamento. Hubo niños que contrajeron malaria y tuvieron sarpullidos en la piel.
SHARIF ABDEL KOUDDOUS: Ahora nos va a mostrar cómo el agua llega hasta las tiendas donde se aloja la gente. Nos dirigimos a ver eso.
JEENA SHAH: El agua no puede ir a ningún lado porque está el muro. Se estanca aquí.
SHARIF ABDEL KOUDDOUS: Esta agua solía drenar más allá del muro, pero desde que lo construyeron, se acumula aquí. El agua es verde como de pantano y ahí se crían cientos de miles de mosquitos que sobrevuelan el agua. El mal olor es fuertísimo. Puede ver cómo el agua ya alcanzó las tiendas y cuando llueve mucho se acerca mucho más. Aquí vive la gente hace más de un año. Vamos a tratar de ver una de estas tiendas por dentro.
JEENA SHAH: Nos dirigimos ahora a la tienda de Paul que vino a este campamento después del terremoto. Antes del terremoto, solía dar clases de francés, criollo, química y también de física en la escuela. Pero el terremoto destruyó la escuela en la que trabajaba y desde entonces no ha podido encontrar otro trabajo. Nos está explicando que el agua recorre todo el camino hasta llegar aquí, amenazando las tiendas de esta zona.
SHARIF ABDEL KOUDDOUS: Estamos ahora mismo en la tienda de Paul que es muy estrecha, bastante oscura y hace mucho calor. Aquí hay un bebé muy pequeño durmiendo, con un mosquitero. ¿Qué edad tiene? ¿Quelle age?
SR. PAUL: Tres meses
SHARIF ABDEL KOUDDOUS: Tiene tres meses. ¿Quién crees que es responsable de esta situación?
SR. PAUL: El presidente actual o el presidente que sea elegido debería hacerse cargo. Es el único que puede sacarnos de estas tiendas. Todos los días llegan y dejan más materiales de construcción y nos dicen “la semana que viene tendrán que irse”. No paran de amenazarnos. Pero no tenemos dinero, ni lugar a donde ir. Antes era profesor y ahora ya no tengo ese trabajo; no tengo otros medios para trabajar, así que no tengo otra manera de ganar dinero. Estoy desempleado. Me paso todo el día sentado en el campamento. En la época de Aristide, podía trabajar bien. Y por eso he escrito “Bienvenido a casa, Aristide”.
SHARIF ABDEL KOUDDOUS: Nos encontramos ahora fuera del campamento. Justo al lado del campamento hay muchas vigas enormes y gran cantidad de arena para la construcción que están acopiando, al lado de la primera fila de tiendas. Así es como están intentando echar a los residentes, diciéndoles que quieren construir una fábrica en este lugar.
JEENA SHAH: Desde el pasado abril, el que dice ser el propietario del lugar ha venido al menos un par de veces con policías armados y unidades especiales de la policía, amenazando a la gente para que se vaya. La misma policía les dijo a los residentes: “Sabemos que no tenemos autoridad para echarlos, pero el propietario nos ha pagado para que vengamos aquí a intimidarlos”.
SHARIF ABDEL KOUDDOUS: ¿Es esto algo que ocurre también en otros campamentos?
JEENA SHAH: Es algo habitual. Hemos visto esta situación en varios campamentos, donde los que afirman ser los propietarios del terreno contratan a la policía o a otras agencias del gobierno para destruir las tiendas con excavadoras o simplemente contratan matones privados.
LAURA RAYMOND: Lo que nos interesa es que las personas del campamento intente que el gobierno de Haití se involucre. El gobierno de Haití tiene la obligación de respetar los derechos humanos y, conforme a las leyes internacionales y las haitianas, tiene la obligación de proteger los derechos de las personas que se encuentran en este campamento y de responder a sus necesidades. El Ministerio del Interior es, en teoría, responsable de los campamentos. Por eso, la gente campamentote acá está intentando continuamente contactar los ministerios haitianos responsables, para que vengan y ayuden a drenar el pozo séptico que está atrás del campamento, donde las personas se enferman y tienen picaduras de todo tipo de bichos provenientes del mismo. Y también para que intervengan en el inminente desalojo. Pero el gobierno no responde. Es un problema enorme en todos los campamentos y el gobierno debe tratar de resolverlo, postergando los desalojos hasta que se ponga en práctica un plan de reasentamiento total.
SHARIF ABDEL KOUDDOUS: Esto es Barbancourt Deux, un campamento que se enfrenta a un desalojo. En Haití, cientos de campamentos están en estas condiciones en todo el país. Hay más de 1,3 millones personas sin hogar desde el terremoto. Y ahora en este campamento, 325 familias van a perder lo poco que aún les queda.
Para Democracy Now!, soy Sahrif Adbel Kouddous con Hany Massoud, en Puerto Príncipe, Haití.