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Publicado el 12 de mayo de 2011
Por Amy Goodman
Tony Kushner recibirá el título de Doctor Honoris Causa de la Facultad John Jay de Justicia Penal de la ciudad de Nueva York. Esta noticia no debería llamar la atención. Kushner es un reconocido dramaturgo que ganó el Premio Pulitzer en el género teatro, además de un premio Emmy y dos premios Tony. Sin embargo, el otorgamiento del título se convirtió en el centro de atención cuando fue retirado en forma abrupta por el Consejo de Administración de la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY, por sus siglas en inglés) durante su reunión del 2 de mayo, luego de que uno de los administradores acusara a Kushner de ser anti-israelí.
Casi inmediatamente se inició una campaña a favor de Kushner, que inicialmente consisitó en solicitar a los anteriores receptores de títulos honoris causa de las facultades de CUNY (de las que la Facultad John Jay forma parte) que los devolvieran. Al cabo de unos días, lo que se hubiera tratado del simple otorgamiento de un título honoris causa se convirtió en un escándalo de dimensiones internacionales. El presidente del Consejo de Administración de la universidad, Benno Schmidt, ex rector de la Universidad de Yale, convocó a una reunión ejecutiva de emergencia del Consejo, que votó por unanimidad devolverle el reconocimiento a Kushner.
La polémica puso al descubierto la enorme polarización que define cada vez más al conflicto palestino-israelí y la voluntad de algunos de eliminar la libertad de expresión y el diálogo enérgico para fomentar, en cambio, el dogma político intransigente. El miembro del Consejo de Administración que atacó a Kushner, Jeffrey Wiesenfeld, comenzó su diatriba en la reunión de Consejo antes mencionada con un ataque contra Mary Robinson, ex presidenta de Irlanda y ex Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. Luego continuó diciendo: “Hay mucha actividad maliciosa e irracional contra el Estado de Israel en las universidades de todo el país, en Occidente en general y a menudo en Estados Unidos también”. Como prueba de sus afirmaciones, Wiesenfeld presentó varias citas que atribuyó a Kushner, y concluyó diciendo “No quiero aburrirlos con los detalles”.
Kushner me dijo: “Lo que está haciendo no es ahorrarles los detalles aburridos, sino todas las cosas que dije sobre el Estado de Israel que, de hecho, aclararían al consejo que de ningún modo soy enemigo del Estado de Israel, que de hecho soy un ferviente partidario del Estado de Israel. La crítica a las políticas de estado no significa que alguien procure la destrucción de un Estado. He sido muy crítico de las políticas de mi propio gobierno”.
En primer lugar, veamos un poco la trayectoria de Tony Kushner. Ganó el premio Pulitzer por su obra “Ángeles en América”. La obra tiene como subtítulo “Una fantasía homosexual sobre asuntos nacionales” y trata acerca de la epidemia del VIH/SIDA y la lucha que muchos homosexuales y lesbianas deben enfrentar en Estados Unidos. Un personaje clave de la obra está inspirado en Roy Cohn, un destacado abogado que a comienzos de su carrera fue un importante asesor del Senador Joseph McCarthy. Cohn ayudó a McCarthy a llevar adelante su ciega persecución de los sospechosos de ser comunistas dentro del gobierno de Estados Unidos y más allá. Se considera que fue un homosexual no declarado durante toda su vida, a pesar del hecho de que ayudó a perseguir políticamente a personas por ser homosexuales. Cohn murió en 1986 por complicaciones a causa del SIDA, a pesar de que dijo públicamente que padecía de cáncer de hígado. Ahora, en un giro dramático de acontecimientos de la vida real, Kushner, que ha escrito mucho sobre la caza de brujas durante la era McCarthy, se convirtió él mismo en objeto de dicha caza.
En este caso, el Roy Cohn del Consejo de Administración de la Universidad de la Ciudad de Nueva York es Wiesenfeld, que fue designado por el ex gobernador republicano de Nueva York George Pataki.
Entrevisté a Tony Kushner inmediatamente después de que se enteró de que le habían reestablecido el título honoris causa: “Puedo hablar acerca de los comentarios que he hecho a lo largo de los años cuando me preguntaron acerca de la fundación del Estado de Israel, si yo considero que fue la decisión correcta o si fue un error, si fue inteligente o imprudente para el pueblo judío. Estos son asuntos realmente complicados. Creo fervientemente que el Estado de Israel existe y debería continuar existiendo y debería ser defendido. Creo que debería haber una solución pacífica de dos estados a la crisis en Medio Oriente. Pero creo que la política en Medio Oriente de este país, basada en fantasías de la derecha, fantasías teocráticas y fantasías interpretativas bíblicas de lo que nos dicen la historia y la realidad de esa región, es catastrófica y va a provocar la destrucción del Estado de Israel. Esta gente no lo está defendiendo. No lo está apoyando. De hecho están provocando la distorsión de la política estadounidense con respecto a Israel y una distorsión de la política interna del propio Israel, debido a que ejercen una enorme influencia en Israel y apoyan a políticos de derecha que considero han llevado al país hacia un lugar muy oscuro y peligroso”.
Durante la era McCarthy, Estados Unidos también era un lugar oscuro y peligroso. Ahora, en medio de los levantamientos populares en el mundo árabe y musulmán, el reciente acercamiento entre Fatah y Hamas, y el probable reconocimiento del Estado palestino por parte de la Asamblea General de las Naciones Unidas, no hay mejor momento para tener un debate enérgico e informado.
El futuro de la paz en Medio Oriente depende de la disidencia. Quienes, al igual que Tony Kushner, tienen el valor de decir lo que piensan son los verdaderos ángeles de Estados Unidos.
Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.
© 2011 Amy Goodman
Texto en inglés traducido por Mercedes Camps y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 600 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 300 en español. Es co-autora del libro “Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos”, editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.
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