Egipto acaba de anunciar el levantamiento del estado de emergencia y el toque de queda durante la noche, que estuvieron en vigencia tres meses y permitían a las autoridades detener a las personas y allanar casas particulares sin orden judicial. Pero los activistas egipcios de derechos humanos han expresado temor porque el gobierno interino de su país está a punto de aprobar una ley draconiana contra las protestas que limitaría severamente el derecho a organizar manifestaciones. La ley de emergencia y el toque de queda fueron impuestos durante un ataque a los manifestantes que apoyaban al ex presidente Mohamed Morsi, el primer presidente egipcio elegido democráticamente. Destituido por los militares en el mes de julio después de las amplias manifestaciones contra su gobierno, Morsi es ahora juzgado por presunta incitación al asesinato de manifestantes frente al palacio presidencial en 2012. Pero no se presentaron cargos por el asesinato de cientos de partidarios de Morsi, desde su destitución. “Los militares egipcios y los Hermanos Musulmanes han actuado como dos gigantes en el cuerpo político egipcio”, afirma Sharif Abdel Kouddous, periodista independiente con sede en El Cairo y corresponsal de Democracy Now! “Ambos se caracterizan por ser patriarcales, sigilosos y mendaces, y ambos destrozaron el tejido social egipcio en su lucha por el poder”.
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