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Este año, una de las compañías de teatro más queridas del país cumple 50 años. Fundada en la ciudad de Nueva York en 1963, las primeras producciones de la compañía teatral Bread and Puppet Theater (Teatro Pan y Títeres) iban desde funciones de títeres para niños hasta piezas en contra de las malas condiciones habitacionales. Las procesiones del grupo, en las que participan inmensos títeres, algunos de ellos de 20 pies de alto, se convirtieron en un elemento característico de las manifestaciones contra la guerra de Vietnam. “En nuestro teatro no tenemos autor. Nuestras obras las escriben las noticias del día, es todo este horror que está pasando”, afirma el fundador de la compañía, Peter Schumann. “Y no es tanto que nosotros querramos hacerlo así, sino que constantemente estamos obligados a hacerlo así porque los malditos medios de comunicación no cuentan estas noticias. Viven omitiendo, en lugar de informar”. A principios de la década de 1970, Pan y Títeres se trasladó a Glover, Vermont, donde transformaron un viejo establo en un museo de títeres. En la actualidad, Pan y Títeres sigue siendo una de las compañías de teatro sin fines de lucro más grande y autosustentable de Estados Unidos. Dedicamos nuestro programa de hoy a revisar la trayectoria de Pan y Títeres junto a Peter Schumann, que nos cuenta cómo abordan los temas políticos más urgentes de estos días, desde las armas nucleares hasta la vigilancia masiva a nivel nacional. Próximo a cumplir 80 años de edad, Schumann también analiza por qué se niega a jubilarse y el papel de las personas mayores en la sociedad.
AMY GOODMAN: Esto es Democracy Now! democracynow.org, el informe de guerra y paz. Soy Amy Goodman. Hoy tenemos un programa especial sobre arte y resistencia.
AMY GOODMAN: Este año se cumple el 50 º aniversario de una de las una de las compañías de teatro más queridas del país. “Bread and Puppet” (Pan y Títeres) fue fundada aquí en la ciudad de Nueva York en 1963. Sus producciones han incluido desde funciones de títeres para niños hasta piezas en contra de las malas condiciones habitacionales. Las procesiones del grupo, en las que participan inmensos títeres, algunos de ellos tienen más de 6 metros de alto, se convirtieron en un elemento característico de las manifestaciones contra la guerra de Vietnam. A principios de la década de 1970, se trasladaron a Glover, Vermont, donde transformaron un viejo establo en un museo de títeres. En la actualidad, Bread and Puppet sigue siendo una de las compañías de teatro autogestivas y sin fines de lucro más grandes de Estados Unidos. Y sigue usando el teatro para abordar los temas políticos más importantes de nuestro tiempo, desde las armas nucleares hasta la vigilancia masiva llevada a cabo por la Agencia de Seguridad Nacional.
Para ampliar esta información, nos acompaña en este momento el mismísimo Peter
Schumann, fundador y director del Teatro “Bread and Puppet”. Actualmente, la compañía tiene su primera exposición individual en el Museo de Queens. Se llama “The Shatterer” (El Destructor).
Peter Schumann, bienvenido a Democracy Now!
PETER SCHUMANN: Gracias.
AMY GOODMAN: Cincuenta años de “Bread and Puppet”. Cuéntanos cómo fue que se inició esta compañía de teatro tan poco común.
PETER SCHUMANN: Mi primera actuación aquí en Estados Unidos fue una participación en la “Huelga General Mundial por la Paz”, un evento producido por la Liga de Resistentes a la Guerra (WRL por su sigla en inglés) y la compañía de teatro The Living Theatre, que involucró a unas 60, 80 o 100 personas.
AMY GOODMAN: Tu vienes de Alemania. ¿En qué año naciste?
PETER SCHUMANN: En el 34.
AMY GOODMAN: 1934, cuando el nazismo estaba creciendo.
PETER SCHUMANN: Bajo el Destructor. Bajo el Destructor.
AMY GOODMAN: El Destructor.
PETER SCHUMANN: Sí, nací en el período del Destructor.
AMY GOODMAN: Bueno, cuéntanos cómo era tu vida en este periodo y cómo fue que llegaste a vivir en Estados Unidos.
PETER SCHUMANN: Nací en las afueras de Silesia, en un pequeño pueblo llamado Lubin. Hacia el final de la guerra, cuando estaba a punto de terminar, fuimos bombardeados por las fuerzas aliadas y oímos los tanques rusos acercándose. Todo el mundo huyó. Mi familia se escapó hacia el Mar Báltico, donde tenían gente amiga, en la región de Schleswig-Holstein. Así que vivimos como refugiados durante algunos años en una pequeña finca, éramos cinco niños. Allí vivimos, tuvimos que armar una nueva vida, sembrando, cosechando, moliendo el trigo y el centeno, haciendo la masa madre, haciendo el pan. Era un pueblo chapado a la antigua, que todavía tenía una panadería comunitaria, así que toda la gente llevaba sus panes a ese gran horno, una vez a la semana, y panadero los horneaba.
AMY GOODMAN: ¿Qué hacía tu familia en la época nazi?
PETER SCHUMANN: Mi padre era profesor de literatura en la escuela secundaria. Mi mamá se ocupaba de sus cinco niños.
AMY GOODMAN: ¿Y qué pensaba tu padre de Hitler?
PETER SCHUMANN: El susurro era el modo común de expresión. Cuando llegaba gente adulta a la casa de mis padres, nos pedían a los niños que saliéramos. O sea que nosotros estábamos excluidos de esas conversaciones.
AMY GOODMAN: Entonces, ¿cómo fue que viniste para aquí?
PETER SCHUMANN: Fue gracias a mi esposa. Ya nos habíamos casado. Teníamos dos niños. Ella estudiaba en Munich con algún tipo de beca. Y estábamos aprendiendo a conocernos y vinimos al país de visita. Entonces algo sucedió, alguien nos puso pegamento en el asiento o algo así; y quedamos atrapados en Nueva York.
AMY GOODMAN: ¿Y así que ella es nieta de Scott Nearing?
PETER SCHUMANN: Si.
AMY GOODMAN: ¿Quién era Scott Nearing, cómo lo describirías? Scott y Helen Nearing.
PETER SCHUMANN: Bueno, Scott, dios mío, él fue una influencia increíble para todos nosotros. Era muy radical en sus posturas, y su radicalidad no se limitó a cuestionar este sistema de sociedad, sino que también inventó un modo de vida autónomo, al margen de las cosas que comunmente generan dependencia. O sea, se mudó a Vermont, inició un trabajo agrícola, a tener su granja, su huerta, y alentó a muchas otras personas a que hagan lo mismo. Sus actividades generaron todo un movimiento en busca de una vida autosustentable.
AMY GOODMAN: Y se lo conocía como un defensor de la vida sencilla.
PETER SCHUMANN: Sí, yo diría que sí, eso es cierto. Eso era él.
AMY GOODMAN: Entonces, él estaba allí, en Vermont, pero ustedes vinieron a la ciudad de Nueva York.
PETER SCHUMANN: Si.
AMY GOODMAN: Y aquí fundaste este grupo de teatro. ¿Por qué ese nombre, “Bread and Puppet” (Pan y Títeres)?
PETER SCHUMANN: Bueno, yo siempre estaba haciendo pan. Ya tenía el hábito de hacer pan. Siempre había ayudado a mi madre a amasar el pan. Mi madre siempre hizo pan casero. En casa nunca supimos que había otro pan que fuera comestible. Ese pan negro casero es muy diferente de los panes blancos industriales, porque es un buen alimento. Se puede vivir comiendo ese pan. Y tango una masa madre de 150 años.
AMY GOODMAN: Y ahora, en cada evento del grupo de teatro, instalan un horno y hacen pan para la gente que viene a ver la función, ¿es así?
PETER SCHUMANN: Bueno, sí, lo hacemos cuando podemos. Los hornos que construimos cuando estamos de gira llevan unos 400 ladrillos. El secreto es usar ladrillos verdaderos, es decir, ladrillos de arcilla. Los vamos apilando y formamos un domo. La construcción del horno lleva una hora. No es tanto trabajo.
AMY GOODMAN: ¿y le ponen cemento, cal, arena?
PETER SCHUMANN: No, nada de eso.
AMY GOODMAN: ¿Nada? ¿Sólo apilan los ladrillos?
PETER SCHUMANN: Sí, sólo se apilan.
AMY GOODMAN: Bueno, quisiera pasar un fragmento de la película del año 2002 “Ah! The Hopeful Pageantry of Bread and Puppet “ (Ah! La pompa esperanzada de Bread and Puppet), realizada por Dee Dee Halleck y la hija de Peter Schumann, Tamar. En esta parte, Elka Schumann, esposa de Peter, habla del pan, parada frente a un enorme horno de barro.
ELKA SCHUMANN: Peter Schumann, el director del grupo, aprendió a hacer este pan de una sirvienta polaca, o más bien una niñera, que ayudaba a su madre en Silesia. Es una región de Alemania que ahora pertenece a Polonia, donde tienen un pan de centeno muy bueno, usando la masa madre de centeno. Y nosotros aquí tenemos un molino y molemos nuestros propios granos. Así que este pan no tiene nada que ver con el pan del supermercado. Tienes que masticarlo bien. Tienes que esforzarte para masticarlo, pero el resultado es muy bueno, estás ingiriendo un buen alimento. Y lo mismo sucede con nuestro teatro; cuando nos sale bien. Te pone a pensar, no te lo da todo digerido. No es un pan mágico, que pone todo a la vista: esta es la historia, esto es lo que significa. En nuestro teatro, tienes que hacer tu propia interpretación, encontrarle sentido por tu cuenta. Y si la obra sale bien, al final probablemente sientas que todo ese trabajo valió la pena. Y si no nos sale bien, entonces terminarás pensando ¿qué cuernos fue eso?
AMY GOODMAN: Veíamos un fragmento de la película sobre aquellos hornos y, principalmente, sobre el grupo Bread and Puppet. Entonces, cuéntanos acerca del nombre Bread and Puppet.
PETER SCHUMANN: Simplemente nos encariñamos con esta idea de dar un pedazo de pan a la gente que venía al teatro.
AMY GOODMAN: Pasaron de la actuación a los títeres. ¿Por qué títeres?
PETER SCHUMANN: ¿Por qué títeres? Ay, mama mía, qué pregunta difícil. Mi hermano y yo, y creo que mis hermanas también, siempre hacíamos obras con títeres cuando éramos niños, para cualquier ocasión especial, una fiesta de cumpleaños o lo que fuera. Poníamos una sábana colgada entre dos sillas, sacábamos los títeres y actuábamos para nosotros mismos. Con los títeres hay infinitas posibilidades dramáticas.
AMY GOODMAN: Pero los títeres de ustedes se hicieron cada vez más grandes.
PETER SCHUMANN: Sí, bueno, eso sucedió en Nueva York. Estando aquí nos dimos cuenta de que para actuar en la calle, los títeres pequeños eran demasiado pequeños. Así que quisimos que fueran más grandes, y más grandes significaba realmente muy grandes. Así que fuimos aumentando su tamaño cada vez más. Y si, todavía siguen creciendo.
AMY GOODMAN: Se necesita mucha, mucha gente para dar vida a estos títeres, por lo grandes que son y por el trabajo que requiere animarlos. Explícanos cómo es el proceso que realizan y quiénes participan.
PETER SCHUMANN: La gente que se acerca, yo creo que son personas que no se conforman con repartir volantes y llevar carteles o mantas con consignas, y les gusta tener la oportunidad de ser parte de algo más grande, de formar una escultura que tiene muchas cabezas y es gigantesca, y sale a andar por la calle. Y además tiene su propio lenguaje, que atrae a la gente visualmente, no necesita el decir nada, porque la imagen habla por sí misma. Así que siempre nos ha sido fácil encontrar gente que quisiera participar, incluso directamente en el momento de la manifestación, como en el caso que tú mencionabas, la marcha realizada en Washington contra la invasión a Afganistán.
AMY GOODMAN: Sí, eso fue en el año 2001. En esa marcha te hice una entrevista.
PETER SCHUMANN: Así es. Llevamos unos docientos o trescientos títeres a esa manifestación. Nos ubicamos alrededor del lugar donde estaban los oradores e invitamos a la gente a sumarse. Teníamos cerca de 15 personas amigas que se encargaban de guiar los movimientos de un grupo de 30 o 40 personas con las marionetas. Caminamos un rato por el lugar practicando los movimientos. Y cuando la marcha comenzó, salimos todos juntos. Logramos movernos todos coordinadamente y hacer una gran danza en las calles.
AMY GOODMAN: Quiero volver a ese momento en el 2001, cuando nos encontramos en esa manifestación. Yo la estaba cubriendo como periodista, te entrevisté y te pedí que des tu opinión sobre los ataques del 11 de septiembre. Veámoslo.
PETER SCHUMANN: Más allá del completo horror que fue ver a todas esas personas que quedaron atrapadas bajo los edificios, la cuestión es que se trató de un ataque a dos íconos del Nuevo Orden Mundial. Y sucede que lo que hay detrás de un ataque de este tipo, no es una pequeña minoría de terroristas sino, básicamente, una enorme parte del mundo. Hemos tomado esta postura arrogante de ser el mejor país del mundo, la mejor cultura del mundo. Exportamos nuestra cultura hasta hacerla llegar al rancho más alejado del otro lado del planeta, jactándonos de nuestras riquezas, utilizando el 80% de los recursos globales en función de un grupo relativamente pequeño de consumidores. Y luego pensamos que todo eso no tiene consecuencias, y si las tiene. Toda la bronca y el odio y el horror de quienes son constantemente aterrorizados por nosotros se concentra en este ataque.
PETER SCHUMANN: Me acuerdo de eso, sí.
AMY GOODMAN: Fue hace12 años. Y tú todavía sigues marchando.
PETER SCHUMANN: Sí,sí, me acuerdo. Es increíble. Parecería que no se ha aprendido nada de todo eso. Las interpretaciones de esos ataques del 11 de septiembre fueron absurdamente desacertadas. Y como siempre sucede, la prensa oficial y ese tipo de medios no lograron explicar a la gente qué fue lo que pasó, qué fue lo que realmente fue bombardeado allí. Se tomó siempre como si las víctimas civiles —que fueron el efecto colateral, y el gran horror de los ataques— hubieran sido el objetivo de estos ataques. Pero la población civil no fue el objetivo. El ataque fue contra el “World Trade Center” y contra el Pentágono. Y los daños colaterales, bueno, Estados Unidos siempre se esforzó mucho por explicarle a la gente que la guerra genera daños colaterales. Así que, eso es.
AMY GOODMAN: Estamos compartiendo el programa con Peter Schumann, fundador del legendario grupo de teatro “Bread and Puppet”, que está celebrando su 50 aniversario. Continuamos conversando después del corte.
[PAUSA]
AMY GOODMAN: Seguimos en Democracy Now, democracynow.org, con el informe de guerra y paz. Soy Amy Goodman. Hoy tenemos un programa especial, dedicado a una de las compañías de teatro más queridas y aclamadas del país: Bread and Puppet. Quizás el nombre del grupo resulte menos familiar que sus títeres, que suelen aparecen en manifestaciones y desfiles de todo el país. Estamos compartiendo una entrevista que realicé con su fundador y director, Peter Schumann. Le pregunté por qué decidió dejar Nueva York, donde en 1963, hace 50 años, había creado Bread and Puppet, y mudarse a Vermont.
PETER SCHUMANN: Recibimos una propuesta de la escuela de arte Goddard College, de Plainfield, Vermont, para ser su compañía regional de teatro. Siempre habíamos querido vivir en el campo, así que dijimos: “¡Viva! Por fin podemos irnos al campo.” Siempre habíamos querido eso, eso que Scott, el abuelo de Elka, había hecho, ¿sabes? Ir y ponernos a sembrar papas. Y ésta era una oportunidad de ir a cultivar papas y seguir haciendo obras de títeres.
AMY GOODMAN: Cuéntanos qué hacían en los veranos y qué es lo que buscaban.
PETER SCHUMANN: Lo llamamos “Nuestro Circo de Resurrección Doméstica” y queríamos que fuera algo enorme y abarcativo, que incluyera todo: desde el carnaval y el circo hasta la concentración lírica de cualquier forma de pensamiento, intenso y abstracto, presentado públicamente. Y en eso se convirtió, fue adoptando esa forma. Comenzamos en la finca Cate, en el campus de Goddard, el primer verano después de mudarnos para allí, en el ’70. Y luego, cuando nos mudamos a Glober cuatro años más tarde, continuamos haciéndolo, en un lugar que tenía un anfiteatro natural, que era un viejo yacimiento de grava, donde podíamos actuar sin necesidad de amplificadores eléctricos. Y fue creciendo cada vez más. Empezamos a separar y distinguir los diferentes elementos del espectáculo. Había una parte de feria o atracciones secundarias, otra parte de circo y otra parte de desfile y actuación. Hasta que ahora, finalmente, estamos volviendo a fundir todo eso en un solo espectáculo.
AMY GOODMAN: Entonces, miles de personas llegaban hasta ahí de todas partes del país y del mundo, verano tras verano, hasta 1998. Cuéntanos que sucedió, ¿Por qué se detuvo?
PETER SCHUMANN: Creo que la concentración masiva de gente terminó siendo contraproducente. Al final teníamos 40.000 o 45.000 personas por espectáculo. Y todo eso tenía una tremenda dificultad logística. Y bueno, finalmente, tuvimos una situación de obra de terror, en la que hombre ebrio mató a otro hombre ebrio. Así que esa fue para nosotros la forma de terminar con estos espectáculos masivos, que ya no eran solamente nuestros. Se habían convertido en un espectáculo en sí mismos, al estilo de como suelen ser las congregaciones masivas en Estados Unidos; con el tráfico de drogas y el alboroto causado por bandas contratadas para entretener a la gente en los campamentos, que ni siquiera asistían al circo nuestro. Era demasiado lío. Fue bueno ponerle fin.
AMY GOODMAN: Entonces, dejaron de hacer esos encuentros masivos, pero continuaron con las presentaciones semanales.
PETER SCHUMANN: Si.
AMY GOODMAN: Pero primero, cuéntanos acerca de los zancos. ¿Cómo fue que llegaste a ser el hombre en zancos? Y ¿para qué los usabas?
PETER SCHUMANN: A ver, los zancos. Aprendí a andar en zancos de un monje, de un ex-monje de Francia, que había trabajado en Languedoc. Tengo entendido que en esa región hay pastores que andan profesionalmente en zancos, porque el suelo es húmedo y rocoso, y se hace más fácil pastorear en zancos. Y ellos tienen el curioso hábito de hilar la lana arriba de los zancos. O sea que no sólo andan en zancos, sino que además tienen un tercer zanco con un pequeño asiento, así que también se sientan en sus zancos y hacen el hilado, producen algo sobre sus zancos. Bueno, como sea, ese monje nos enseño a hacer los zancos. Y todos nos enganchamos con eso.
AMY GOODMAN: ¿Cómo se hacen?
PETER SCHUMANN: Ah, de postes o de troncos de cedro; lo que tuviéramos. Es fácil.
AMY GOODMAN: Bureno, claro, quizás más difícil que construirlos debe ser caminar con ellos. ¿No tienen como 6 metros de alto?
PETER SCHUMANN: No, deben ser unos 3 metros y medio desde el pie hacia abajo.
AMY GOODMAN: ¿Y cómo te subes a ellos?
PETER SCHUMANN: Me siento en el techo de uno de nuestros autobuses escolares y pongo un cajón encima, porque no es lo suficientemente alto. Sí, con un cajón encima del techo de un autobús escolar.
AMY GOODMAN: Y entonces, una vez que los tienes atados a tus pies ¿cómo haces para pararte?
PETER SCHUMANN: Sólo te levantas y el resto es equilibrio. Te balanceas de un pie al otro, igual que hacemos cuando caminamos. Es la misma cosa.
AMY GOODMAN: ¿Alguna vez te has caído?
PETER SCHUMANN: Si.
AMY GOODMAN: ¿Fue doloroso?
PETER SCHUMANN: Sí, me he roto un par de cosas.
AMY GOODMAN: Bueno, háblanos del poder de los zancos. O sea, ¿qué significan los zancos?
PETER SCHUMANN: Al principio, creo que lo que más nos gustaba era la sensación de baile que se produce sobre los zancos. Es ura técnica divertida para estar arriba y por encima de todo.
AMY GOODMAN: Peter Schumann: ¿por qué han elegido representar al Tío Sam entre sus títeres?
PETER SCHUMANN: Ay, es que es necesario poder burlarnos del Tío Sam. Creo que es algo muy importante. Es un personaje como el de Papá Noel. Papá Noel y el tío Sam, nos encanta sacarles la lengua.
AMY GOODMAN: ¿Se burlan de ellos?
PETER SCHUMANN: Sí, creo que el público se merece que se los mostremos de esa manera.
AMY GOODMAN: ¿Qué otros personajes han creado?
PETER SCHUMANN: Bueno, en nuestro grupo de teatro, todos hacemos de todo. Y los personajes son por lo general enormes grupos de personajes, más que personajes individuales. Tenemos un grupo que llamamos las Grey Ladies (Damas Grises). Tenemos un grupo que llamamos los Uncle Fatsos (Tíos Gordinflones). El primer Uncle Fatso lo construí con niños. Y los niños fueron quienes lo llamaron Uncle Fatso, era un gran terrateniente con gran una galera, muy narigón y sin sonrisa. En una mano tenía un cigarro y la otra mano la hicimos desmontable, así los niños podían correr con ella y golpear algo. Así que era una mano de marioneta activa, podía actuar independientemente, se alejaba, hacía lo suyo y luego volvía al cuerpo del Uncle Fatso.
AMY GOODMAN: En aquellos encuentros masivos, los espectáculos masivos que hacían, en el final se quemaba un títere ¿cuál era el significado de esto? ¿de qué títere se trataba?
PETER SCHUMANN: En muchos de esos espectáculos de Resurrección Doméstica que hacíamos, construíamos unos títeres gigantes parecidos a Evel Knievel, directamente con la idea de quemarlos. Solían tener la forma de jinetes del apocalipsis o de enormes máquinas, tipo robots. Y a veces, durante el espectáculo y con la ayuda del público les agregábamos un montón de palabras que representan cosas que debían ser quemadas. Y luego entraba la Madre Tierra y les prendía fuego. Se trata de una marioneta bien grande, que necesitaba entre 60 y 80 personas para moverse. Así que ella entraba, y tenía una antorcha en la mano, que se encendía frente al público, y luego se acercaba a aquella cosa monstruosa, que antes había causado mucha muerte, y le prendía fuego. Entonces la gente bailaba alrededor, convirtiendo eso en una fogata.
AMY GOODMAN: ¿Cuál es para ti el poder que tiene el fuego? ¿cuál es su simbolismo?
PETER SCHUMANN: Bueno, este fuego era lo contrario al fuego del horno para hacer el pan. Me encanta fuego de mi horno de pan. Me siento allí, tal vez me fumo un cigarro. Es un momento para estar a solas. Creo que en India hay un proverbio que dice que los seres humanos nunca se cansan de mirar el fuego ni a los elefantes. Y así es: nunca te cansas de mirar las llamas.
AMY GOODMAN: Estamos hablando con Peter Schumann. Quiero que veamos un video de un videoblog que se llama “Stuck in Vermont ” y es parte del periódico Seven Days. En agosto entrevistaron a algunas personas de las nuevas generaciones de Bread and Puppet, durante un espectáculo llamado “Total This and That Circus”, en Glover, Vermont. Esto es lo que dijeron acerca de ser parte de ‘Bread and Puppet’.
GREG CORBINO: Ser parte de este teatro me hace estar muy consciente de que soy parte de algo que es mucho más grande que yo y que tiene una historia increíble. Creo que es por eso que vine hasta aquí.
JESS SHANE: Eso es parte de lo que me interesaba participar, porque Bread and Puppet fue una de las primeras grandes compañías estadounidenses que hizo esto y logró cierto reconocimiento. Y los títeres son fantásticos. Los títeres son el medio más barato, más rápido y más impresionante de hacer un teatro político y compartirlo con el mundo. Cuando estás frente a un títere, te desarmas, porque crees que es una cosa de niños. Pero de repente, te da un mensaje realmente importante, que te sacude por completo.
AMY GOODMAN: Peter Schumann, ¿cómo incorporan los nuevos escándalos y crisis, como el espionaje de la NSA o los ataques con aviones no tripulados?
PETER SCHUMANN: Bueno, en nuestro grupo de teatro no tenemos guionistas. Nuestros libretos son las noticias de cada día. Todo este horror que ocurre. Y no es tanto que nosotros queramos incorporar esas cosas, sino que continuamente nos vemos obligados a hacerlo, porque los malditos medios de comunicación no hablan de eso. Viven de ocultar más de de informar. O sea, tú eres una gloriosa excepción de esto, así que nosotros escuchamos Democracy Now! y leemos los otros medios independientes y críticos que siguen activos. Entonces, no es por gusto que lo hacemos, de verdad, es porque es un servicio que, como artistas, debemos brindarle al público. No podemos caer en una situación de no participación. O sea, estamos construyendo un discurso, ya sea a través del papel maché o a través de la música. Se construye un discurso, y ese discurso tiene que hacer sentido con lo que el público necesita.
AMY GOODMAN: Has mencionado que el año pasado dejaste de hacer ciertas cosas. ¿Qué cosas dejaste de hacer?
PETER SCHUMANN: Andar en zancos.
AMY GOODMAN: Sólo los zancos. ¿Por qué los dejaste?
PETER SCHUMANN: Estoy demasiado viejo.
AMY GOODMAN: ¿Qué quieres decir?
PETER SCHUMANN: Bueno, si me cayera de los zancos, mi cuerpo ya no podría con ello.
AMY GOODMAN: ¿Qué edad tienes ahora?
PETER SCHUMANN: Setenta y nueve.
AMY GOODMAN: ¿Cuándo cumplirás 80?
PETER SCHUMANN: El próximo verano.
AMY GOODMAN: Nuestro invitado de este programa es Peter Schumann, fundador del legendario grupo de teatro Bread and Puppet que está celebrando su 50 aniversario. Hoy en día, Bread and Puppet sigue siendo una de las compañías de teatro autogestivas y sin fines de lucro más antiguas de Estados Unidos. Y sigue usando el teatro para abordar los temas políticos más importantes de nuestro tiempo, desde las armas nucleares hasta la vigilancia masiva llevada a cabo por la Agencia de Seguridad Nacional. Actualmente, el Museo de Queens de Nueva York está exhibiendo la primera exposición individual de Peter Schumann, llamada “The Shatterer” (El Destructor). Hablaremos de ella en nuestro próximo segmento. También hablaremos sobre la mirada de Peter Schumann sobre la vejez y cómo son tratadas las personas mayores en nuestra sociedad. Continuaremos nuestra conversación con el legendario fundador del teatro después del corte.
AMY GOODMAN: Esto es Democracy Now! democracynow.org, el informe de guerra y paz. Soy Amy Goodman. Seguimos compartiendo la entrevista realizada con Peter Schumann, fundador del grupo de teatro Bread and Puppet, que celebra su 50 aniversario.
AMY GOODMAN: El Museo de Queens de Nueva York está exhibiendo actualmente una instalación tuya, muy impresionante, que abarca desde el suelo hasta las paredes y llega hasta el techo. Casi cada centímetro queda cubierto, y es toda en blanco y negro. Y su nombre es “El Destructor “. ¿Por qué “El Destructor”?
PETER SCHUMANN: Cuando explotó la primera bomba atómica, Oppenheimer, su principal creador, líder de ese grupo de científicos que la desarrolló, se acordó de una frase de la Bhagavad Gita. Y como era un estudiante avanzado de sáncrito, conocía la frase en su idioma original. Y la cita dice así: “La Vida, el esplendor de mil soles ardiendo todos a la vez, que se asemeja al alma exultante, se convierte en la Muerte, el destructor de los mundos.” Así que esa frase vino a su mente como la interpretación de lo que él había contibuído a crear. Y creo que nunca se la pudo sacar de la cabeza. Creo que hasta el fin de sus días, ese hombre sufrió el recordando esa frase.
AMY GOODMAN: Entonces, cuéntanos acerca de esta exhibición, “El Destructor”, y el tipo de marionetas y obras de arte, incluyendo enormes murales, que han hecho para exponer ahí.
PETER SCHUMANN: La exhibición se hizo realmente posible gracias a la insistencia de Jonathan Berger de que la hiciera; él se merece el reconocimiento por eso. Y también, gracias al Museo de Arte de Queens. No he realizado exposiciones en Estados Unidos, básicamente ninguna. No sé por qué. La gente no quiere este tipo de arte.
AMY GOODMAN: ¿Qué tipo de arte?
PETER SCHUMANN: Con mensajes políticos y con cosas atacándolos y gritándoles cosas. La gente quiere algo más dócil o más moderno, sea lo que sea eso.
Y bueno, esta exposición tiene diferentes recorridos. Un recorrido es la revolución campesina de los siglos XIV, XV, y XVI en Alemania. Revueltas muy importantes, que nunca llegaron a ser una revolución por culpa de los reformadores, como Lutero, Zwinglio y otros, que se aliaron con los aristócratas en contra de los campesinos. Pero fueron levantamientos tremendos, en el Bosque Negro, en el Alto Valle del Rin, en los Vosgos de Francia, en Alsacia, levantamientos de miles de hombres y mujeres, campesinos que se dieron cuenta de que con sus horquetas y sus rastrillos podían arrastrar a los caballeros de sus caballos elegantes y hacerlos papilla, y así ganar las batallas. Y lo hicieron. Ganaron varias batallas contra los terratenientes, hasta que los referentes de la reforma se les pusieron en contra.
AMY GOODMAN: Una parte de “El Destructor “, la exposición en el Museo de Queens, es una biblioteca, tus libros, ¿verdad?
PETER SCHUMANN: Mm- hmm.
AMY GOODMAN: ¿Por qué?
PETER SCHUMANN: Bueno, porque yo hago libros todo el tiempo. Hicimos una exposición con la editorial sin fines de lucro Printed Matter, la organizó mi hijo Max. Él tiene unos 420 títulos, de libros que hicimos a lo largo de estos 50 años. Creo que empezamos haciendo libros pequeños; hacíamos lilbritos con las noticias. Generalmente, tomábamos algo del periódico The New York Times y hacíamos con eso pequeños libros. Luego los metíamos en una caja de cartón y con esa caja colgada del cuello nos íbamos a Astor Place, que es una callecita con mucho movimiento de gente, gente que sale de un metro y se mete en el otro. Ahí vendíamos los libritos por 25 centavos cada uno, o dos por 10 centavos, tres por cinco.
AMY GOODMAN: Y también, ¿no haces libros de comics para tu nieto?
PETER SCHUMANN: Ah, sí, hago cómics para mis nietos cada año. También para mis hijos.
AMY GOODMAN: ¿Por qué cómics?
PETER SCHUMANN: Bueno, porque la vida es cómica. Entonces, eso es lo que me viene a la mente, ¿sabes? Dibujo, hago historias, y luego se convierten en cómics.
AMY GOODMAN: ¿Y qué piensas de esta era digital? La gente se está alejando completamente de los libros y el papel, y aún así, tú incluyes tu biblioteca como parte de la exposición, con papel real y portadas reales.
PETER SCHUMANN: Sí, me gusta mucho eso, que sea algo que se pueda tocar, que se puedan voltear las páginas, escribir en ellos. En la exposición que está ahora en el Museo de Queens, yo estaba afuera, haciendo el pan en mi pequeño horno. Y entré para echar un ojo, porque era un día para niños, así que quería ver la forma en que los niños miraban la exhibición. Y la parte de la biblioteca estaba cerrada. Entonces pregunté qué había pasado, y me dijeron que la portada de uno de los libros se había desprendido cuando los niños habían dado vuelta las páginas. Así que la volvimos a abrir y pegamos la tapa con un trozo de cinta adhesiva. O sea, los libros se rompen. Está bien, los libros no tienen que durar para siempre. Están hechos para ser mirados y hojeados. Y claro que se pueden dañar, está bien.
AMY GOODMAN: ¿Crees el Internet tiene poder?
PETER SCHUMANN: Tal vez, pero yo no lo he descubierto, porque yo no tengo.
AMY GOODMAN: ¿No tienes internet?
PETER SCHUMANN: Ni lo deseo.
AMY GOODMAN: ¿Nunca has entrado a Internet?
PETER SCHUMANN: No.
AMY GOODMAN: ¿Puedes contarnos acerca de la tienda de arte gratis en Vermont?
PETER SCHUMANN: Bueno, sí. Comenzamos a hacer arte barato —así lo llamamos “arte barato”— en los años 70 y se nos ocurrió hacer pequeños cuadros del tamaño de una galleta y salir con ellos a las calles. Estacionábamos el autobús y colgábamos los cuadros afuera, con un montón de consignas. Y la gente se acercaba, no sólo los niños, sino también los adultos. Y vendíamos las cosas a 5 o 10 centavos, precios accesibles.
AMY GOODMAN: Ya sé que no te gusta usar Internet, pero mira: entré al sitio Bread and Puppet: Cheap Art and Political Theater (Bread and Puppet: Arte barato y teatro político) ¿Puedes leernos el “Manifiesto sobre el arte barato”?
PETER SCHUMANN: Sí, claro. Tenemos muchos de ésos. Se llama “Manifiesto: ¿POR QUÉ ARTE BARATO? “.
“La GENTE, durante demasiado tiempo HA PENSADO que el ARTE es un PRIVILEGIO de los MUSEOS y de los RICOS,
¡EL ARTE NO ES UN NEGOCIO!
No le pertenece a los bancos ni a los inversionistas elegantes.
EL ARTE ES ALIMENTO. No lo puedes COMER PERO te NUTRE.
El ARTE tiene que ser BARATO y accesible para
TODOS. (…)
¡El ARTE ES BARATO!
¡HURRA!
AMY GOODMAN: Peter Schumann ¿qué cosas te faltan aún por hacer? ¿Qué cosas quisieras lograr todavía?
PETER SCHUMANN: Bueno, nunca llegué a hacer totalmente lo que me había propuesto, que era combinar la música, la escultura y todos los otros lenguajes que puedan usarse para el arte callejero. Es un gran desafío. Ahora mismo el espectáculo que estamos haciendo, “The Shatterer”, cambia todos los días. Cada día es un nuevo espectáculo. Esa es su naturaleza. Pero no es que lo cambiamos porque sentimos que tiene que variar; lo hacemos porque todavía le estamos buscando la vuelta. Y eso es lo que sucede más o menos con todas las obras de títeres. Tiene un enorme bagage ancestral incorporado. Trae consigo toda una cultura de festivales antiguos, la cultura y el concepto del carnaval, la historia de la escultura. Y también incluye la historia de la locura poética, del absurdo. Entonces es complicado hacer eso una sola cosa. Es difícil. No se puede lograr.
AMY GOODMAN: Una especie de teoría unificada.
PETER SCHUMANN: Sí. Y no logramos hacerlo. Así que siempre hay que probar un poco más de esto, cortar un poco más de aquello. Y al final, decimos “Bueno, tenemos que intentar de nuevo mañana.” Así es como va.
AMY GOODMAN: Quiero llevar a la gente a un pequeño recorrido por el museo de Bread and Puppet en Vermont, reproduciendo otra parte de la película “Ah! The Hopeful Pageantry of Bread and Puppet.” Aquí vemos a tu esposa, Elka, mostrando el museo.
ELKA SCHUMANN: Esta es una marioneta siciliana, y se hizo para una obra acerca de las Cruzadas. Durante un año se realizaron presentaciones todas las noches mostrando las Cruzadas; 365 episodios, uno por noche. La historia de los títeres es realmente muy, muy antigua y se remonta, creo, a las raíces del teatro y la literatura. Las representaciones teatrales más antiguas fueron probablemente dramatizaciones de cacerías, usando pieles de animales y máscaras de animales con un sentido mágico, intentando asegurar una buena caza o una buena cosecha.
AMY GOODMAN: Por cierto, ¿cuál es el secreto de un matrimonio exitoso? ¿Cuánto tienen tú y y Elka de casados?
PETER SCHUMANN: Ay, Dios mío, 55 años, más o menos.
AMY GOODMAN: Cincuenta y cinco años.
PETER SCHUMANN: Algo así, sí.
AMY GOODMAN: Eso es más tiempo de lo que mucha gente lleva divorsiada.
PETER SCHUMANN: No.
AMY GOODMAN: ¿Cuál es el secreto?
PETER SCHUMANN: No sé. Supongo que nos gustamos y apreciamos el trabajo que hacemos juntos. Y ella está muy involucrada. No sólo es mi esposa, también es mi oficina de censura. O sea, ella es la que elimina partes o deja cosas afuera, la que dice: “¡Eso no va!”
AMY GOODMAN: ¿Y tú estás de acuerdo con ella, cuando dice eso?
PETER SCHUMANN: No, no estoy de acuerdo. No, también peleamos por eso, lo discutimos. Por estar o no de acuerdo, de cualquier da las dos maneras.
AMY GOODMAN: ¿Así que las peleas son un ingrediente importante para un matrimonio exitoso?
PETER SCHUMANN: Sí, lo son. Creo que sí. Probablemente. Ahora, probablemente mi oficina de censura no está de acuerdo.
AMY GOODMAN: ¿Qué opinas sobre el lugar que tienen las personas de la tercera edad en la sociedad estadounidense?
PETER SCHUMANN: Bueno, creo que no tienen suficientes cosas para hacer. La sociedad no tiene ningún lugar para ellos. Yo no lo entiendo. ¿Por qué es así? Es decir, cuando veo a la gente mayor, pienso en mi suegra y otras mujeres mayores que he conocido en mi vida, en especial pienso en mujeres. Que estuvieran tan desempleadas, tan poco utilizadas por la sociedad, eso es algo que no puedo entender. Son personas tan poderosas. Tan capaces de hacer cosas. Y la sociedad no puede encontrar una manera de respetar ese poder y utilizarlo. No lo hace. Deja fuera a las personas mayores, las descarta.
AMY GOODMAN: ¿Qué se podría hacer?
PETER SCHUMANN: Bueno, mira lo que sucede en otras sociedades. Hay muchas sociedades donde las personas mayores tienen automáticamente un lugar, por ser personas con más experiencia. Eso no existe en esta sociedad. Esta es una sociedad hecha para jóvenes y adultos prepotentes, y el resto de la gente no es muy bienvenida. Los niños no tienen un lugar, ni los ancianos tienen un lugar.
AMY GOODMAN: ¿Qué piensas sobre la jubilación, como concepto? ¿Qué significa para ti?
PETER SCHUMANN: Realmente, yo no sé lo que significa. O sea, ¿por qué? ¿Retirarse de qué? ¿De sí mismo, o de qué?
AMY GOODMAN: ¿Cómo ves a la gente joven? En tu vida artística, en el teatro de títeres estás constantemente trabajando con personas de diferentes generaciones. ¿Crees que la gente está mejor o peor educada hoy en día, teniendo herramientas para llegar a todo el mundo, por ejemplo, a través de Internet?
PETER SCHUMANN: Definitivamente la gente está peor educada. Sin lugar a dudas. Pienso en todos los chicos y chicas que vienen a vernos, que frecuentemente vienen de escuelas de arte, de universidades, pero su conocimiento acerca de la música, la literatura y las artes del mundo es mínimo, es deplorablemente poco lo que saben. Y muchos de ellos se quedan con nosotros, y trabajan con nosotros porque encuentran puertas abiertas en ese sentido, a conocer músicas y lenguajes diferentes del que encuentran en sus ámbitos educativos, que muchas veces se presenta como comunicación, pero es mucho menos que eso.
AMY GOODMAN: Por último, ¿qué mensaje quisieras darles, tanto a la gente joven como a la gente mayor?
PETER SCHUMANN: La experiencia de la gente joven que viene a trabajar con nosotros nos resulta muy alentadora, por las ganas de participar que traen, las ganas de trabajar en conjunto; los artistas que tienen ganas de salir de la educación artística como algo orientado solo a una destreza física y buscar coincidencias con otra gente, crear cosas juntos. Y ese impulso de producir juntos genera algo más abierto y más grande, que es profundo y verdadero para la gente joven, personas que están buscando esa otra cosa, igual que los ¿cómo se llaman? ¿Los insurrectos?
AMY GOODMAN: ¿El movimiento Occupy?
PETER SCHUMANN: El movimiento Occupy. No se ha terminado. Solamente está dormido. Y allí están las personas que escuchan tu programa, esas noticias que nadie da pero están en todos lados. Y sienten la necesidad de hacer algo al respecto. No les alcanza con analizarlo y quejarse, o lo que sea. Es necesario transformarlo, hay que ponerlo en un molino y molerlo todo, convertirlo en otra cosa, y luego producir algo con eso. Y estos jóvenes hacen eso.
AMY GOODMAN: ¿Así que el movimiento Occupy te da esperanzas?
PETER SCHUMANN: Sí, totalmente.
AMY GOODMAN: Peter Schumann, muchas gracias por estar con nosotros en Democracy Now!
PETER SCHUMANN: Gracias a ustedes. Gracias, Amy.
AMY GOODMAN: Peter Schumann, fundador del legendario grupo de teatro Bread and Puppet que está celebrando su 50 aniversario. Actualmente el Museo de Queens de Nueva York está exhibiendo la primera exposición individual de Peter Schumann, llamada “The Shatterer” (El Destructor). Ésta consiste en dos instalaciones participativas de gran tamaño, que fueron creadas específicamente para las galerías del Museo, combinando la pintura, el dibujo, el papel maché, la escultura y los libros hechos a mano. Un agradecimiento especial a Karen Ranucci.
Traducido por Laura Georgina Guerra, Karolina Caicedo Flores y Carrie Beemer. Edición: Verónica Gelman y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org.