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Publicado el 1 de marzo de 2013
Amy Goodman
Albert Woodfox ha estado detenido en confinamiento solitario durante 40 años, la mayor parte de ese tiempo permaneció encerrado en la Penitenciaría del Estado de Louisiana, una prisión de máxima seguridad conocida como “Angola”. Esta semana, después de que sus abogados argumentaran durante seis años que el proceso de selección del gran jurado en el juicio de Woodfox estuvo viciado por el racismo, el juez federal James Brady, que preside el Tribunal de Distrito de Estados Unidos para el Distrito Medio de Louisiana, les dio la razón. El juez Brady falló lo siguiente: “Por consiguiente, se OTORGA el recurso de habeas corpus presentado por Woodfox”, lo que obliga al estado de Louisiana a liberar a Woodfox. Se trata de la tercera vez que su condena es revocada. Sin embargo, Woodfox permanece en prisión. Los allegados al caso prevén que el estado de Louisiana, de la mano del Fiscal General James “Buddy” Caldwell, apelará nuevamente, como lo hizo en el pasado, e intentará mantener a Woodfox en confinamiento solitario en condiciones que en términos de Amnistía Internacional “solo pueden describirse como crueles, inhumanas y degradantes”.
Woodfox es un miembro del grupo denominado los “Tres de Angola”. La prisión de Angola es un gran complejo penitenciario que alberga a 5.000 reclusos, tiene 1.800 funcionarios y está situada en una zona rural de Louisana donde antiguamente había una plantación que utilizaba esclavos. Su nombre proviene del país de origen de la mayoría de esos esclavos. Hoy en día sigue siendo un lugar de trabajo forzado donde los prisioneros trabajan en campos de algodón y de caña de azúcar mientras son vigilados por guardias montados a caballo y armados con metralletas. Woodfox y su compañero de prisión Herman Wallace fueron enviados a la prisión “Angola” por delitos menores, y en 1972 fueron acusados en el caso del asesinato de un guardia de la prisión. En 1971, Woodfox y Wallace fundaron la rama del Partido de las Panteras Negras en la prisión y se organizaron contra la segregación, las condiciones de trabajo inhumanas, la violación sistemática y la esclavitud sexual infligidas a muchos reclusos detenidos en la “Angola” de Lousiana.
Robert King es el tercer miembro de los “Tres de Angola” y el único de ellos que finalmente fue liberado, en 2001. King me dijo el año pasado: “Angola nos estigmatizó, nos pusieron ese nombre (los 3 de Angola) por nuestras creencias políticas. Herman y Albert, junto con otros compañeros, advirtieron la violación de derechos humanos en la prisión y estaban intentando lograr mejores condiciones de vida dentro de la prisión. Como consecuencia de ello fueron perseguidos”.
Desde su liberación, King ha luchado para que se haga justicia para Wallace y Woodfox. Ha viajado por todo Estados Unidos y visitado veinte países, además de haberse dirigido al Parlamento Europeo.
Los graves efectos psicológicos de la detención en confinamiento solitario durante un largo período de tiempo están bien documentados. Este tipo de detención limita la posibilidad de realizar ejercicio, de modo que también provoca una serie de complicaciones en la salud. El Centro por los Derechos Constitucionales está impugnando el uso del confinamiento solitario en las cárceles de California con el siguiente argumento: “Desde que existe, el confinamiento solitario ha sido utilizado como herramienta de represión. Mientras los funcionarios penitenciarios lo justifican como necesario para proteger a los reclusos y a los guardias de otros prisioneros muy peligrosos, muy a menudo es aplicado a individuos (en particular, prisioneros que no son de raza blanca) que representan una amenaza para quienes administran las cárceles por otra clase de motivos”.
En una conversación telefónica grabada desde la prisión, Herman Wallace explicó: “En general permanecemos en la celda durante 23 horas. Tan solo estamos una hora fuera. Pero no estoy ‘afuera’. Salgo de este agujero, pero sigo encerrado en esa unidad. Estoy encerrado, no puedo evitarlo. A donde sea que vaya estoy encadenado. Las cadenas se han vuelto parte de mí y esa es una de las cosas que la gente debe entender cabalmente, pero comprenderlo es una cosa y vivirlo es otra muy diferente”.
A pesar de haber pasado décadas en confinamiento solitario, Woodfox conserva su fortaleza. Como dijo a través de un teléfono público de la cárcel en un documental sobre su caso titulado “In the land of the free” (En la tierra de la libertad): “Si una causa es lo suficientemente noble, puedes cargar el peso del mundo sobre tus hombros. Y yo siempre creí y sigo creyendo que mi causa es noble. De modo que nunca podrán quebrantarme. Pueden hacer que me incline un poquito, pueden provocarme mucho dolor, e incluso pueden quitarme la vida, pero nunca podrán quebrantarme”.
Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.
© 2013 Amy Goodman
Texto en inglés traducido por Mercedes Camps. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 750 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 400 en español. Es co-autora del libro “Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos”, editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.
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