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La organización Médicos sin Fronteras (MSF) sigue exigiendo una investigación independiente por crímenes de guerra cometidos en el bombardeo estadounidense a su hospital, en la ciudad de Kunduz, Afganistán. El reclamo se conoció tras la publicación de la investigación preliminar realizada por la propia organización. El ataque aéreo estadounidense perpetrado el 3 de octubre dejó un saldo de, al menos, treinta personas muertas: trece miembros del personal, diez pacientes y siete víctimas que todavía faltan reconocer. En un nuevo informe realizado sobre la base de entrevistas a decenas de testigos, MSF describe a pacientes que murieron quemados en sus camas, personal médico que fue decapitado y perdió partes del cuerpo y miembros del personal a quienes les dispararon desde el aire mientras huían del edificio en llamas. Médicos y personal médico fueron asesinados mientras corrían para llegar a un lugar seguro en otra parte del complejo. MSF afirma que les entregó las coordenadas de GPS a funcionarios afganos y estadounidenses semanas antes y que los ataques continuaron media hora más, después de que las autoridades estadounidenses y afganas fueron notificadas de que el hospital estaba siendo bombardeado. Nos acompaña Jason Cone, director ejecutivo de Médicos sin Fronteras de EE.UU.