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El 9 de septiembre, James Blake, estrella del tenis profesional, estaba parado frente al hotel Grand Hyatt de Nueva York, esperando un auto para a ir a ver un partido del torneo US Open, cuando —según se ve en un video de vigilancia— el agente de policía encubierto James Frascatore se acercó a él corriendo, lo tomó del cuello con un brazo, lo tiró al piso y lo esposó. Blake nunca ofreció resistencia. La policía afirma que por error identificaron a Blake como un sospechoso en una caso por fraude con tarjetas de crédito. Bill Bratton, Comisionado de la Policía de Nueva York, dijo que la detención “no debería haber ocurrido” y el alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, le pidió disculpas a Blake personalmente. Al menos un agente fue destinado a tareas administrativas después del incidente, pero Blake pide el despido de Frascatore, mientras se conoce más de sus antecedentes. Frascatore trabajó en cuatro departamentos de policía en los últimos cinco años y en solo siete meses se registraron cinco quejas en su contra en la Junta de Revisión de Quejas Civiles, más de las que el 90 por ciento de los agentes en la fuerza reciben en toda su carrera. Varios otros casos todavía deben ser denunciados. La Junta, una agencia independiente acusada de manejar las quejas contra el departamento de policía, tiene su propia historia problemática, criticada por encubrir las faltas de conducta de los policías, operar en secreto y colaborar con el Departamento de Policía de Nueva York. Hablamos con Kenneth Finkelman, abogado de la organización Legal Aid Society que representó a un residente de Queens que sostuvo que Frascatore le pegó en la cara después de que lo hiciera detenerse por una luz trasera rota; también nos acompañan Warren Diggs, que fue arrojado al piso por Frascatore y otros dos agentes por andar en bicicleta por la acera, y Amy Rameau, abogada de derechos civiles que representa a Diggs.