El jueves 27 de febrero en Siria, 33 soldados turcos fueron abatidos en un ataque aéreo de las fuerzas sirias respaldadas por Rusia, en el marco de una importante escalada de violencia en Idlib, ciudad en manos de los rebeldes. Los turcos prometieron responder de la misma manera, mientras que el secretario general de la ONU, António Guterres, pide un inmediato cese del fuego, al afirmar que “el riesgo de una escalada aun mayor aumenta por hora”. Según se informa, el presidente ruso, Vladimir Putin, y su par turco, Recep Tayyip Erdogan, se comunicaron por teléfono hoy viernes 28 de febrero para analizar la crisis, mientras que la OTAN pidió una rápida disminución de los ataques. La ofensiva sin cuartel del gobierno sirio provocó el desplazamiento más grande de una guerra que lleva nueve años: 13 millones de personas debieron huir y cientos de miles murieron. Desde diciembre solamente, unas 900 mil personas al menos la mitad de ellas menores, fueron desplazadas del noroeste de Siria. Mientras la catástrofe humanitaria se profundiza, los trabajadores humanitarios describen escenas de caos y devastación en el lugar, donde familias desesperadas salen a buscar un techo ante temperaturas bajo cero.
Para saber más de este tema, puede ver la conversación que mantuvimos (en inglés) con Avril Benoît, directora ejecutiva de Médicos sin Fronteras EE.UU..