El coronavirus está devastando la población afroestadounidense, que está sufriendo desproporcionadamente los efectos letales del virus como resultado de una profunda desigualdad racial. En Estados Unidos, la gente negra tiene más probabilidades de padecer problemas de salud crónicos y menos acceso a un seguro médico. Además, una buena parte de las y los trabajadores que realizan tareas de primera necesidad y todavía siguen yendo a trabajar en medio de la pandemia son afroestadounidenses.
Para conocer más sobre este tema, vea la conversación que tuvimos el 9 de abril con la Dra. Camara Phyllis Jones, expresidenta de la Asociación Estadounidense de Salud Pública. Recientemente publicó un artículo en la revista Newsweek, titulado “Coronavirus Disease Discriminates. Our Health Care Doesn’t Have To” (La enfermedad del coronavirus discrimina. El sistema de salud no tiene que hacerlo).
Transcripción
AMY GOODMAN: Esto es Democracy Now!, democracynow.org, el informativo de guerra y paz. Transmitiendo desde el epicentro de la pandemia, la ciudad de Nueva York. Soy Amy Goodman con Nermeen Shaikh. Pasamos a hablar sobre el coronavirus y sus efectos devastadores en la población afroestadounidense, quienes están muriendo de manera desproporcionada por el virus en todo Estados Unidos.
En Michigan e Illinois, los afroestadounidenses componen del 14% al 15% de la población pero representan el 41% de las muertes por COVID-19. Solo en Chicago, los afroestadounidenses, que son el 30% de la población, suman el 70% de las muertes. En Luisiana, uno de los focos del virus en el país, los afroestadounidenses representan un tercio de la población pero el 70% de las muertes por COVID-19.
El gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, quien hace poco llamó al virus el “gran nivelador”, dijo que las personas negras representan el 18% de las muertes a pesar de comprender el 9% de la población en el estado. La comunidad latina representa el 29% de la ciudad de Nueva York pero el 34% de las muertes, muchas de ellas en Queens, la comunidad más diversa del país. Es posible que el número real de muertes por COVID-19 nunca se conozca, ya que muchos, a menudo indocumentados o al margen de la sociedad, mueren en casa sin ser contabilizados.
Para hablar más sobre este tema está con nosotros Camara Phyllis Jones, médica general, epidemióloga, expresidenta de la Asociación Estadounidense de Salud Pública. Su más reciente artículo para la revista Newsweek se titula “El coronavirus discrimina. Nuestro sistema de salud no debería”. ¿Puede profundizar sobre este problema, Dra. Jones? ¿A qué atribuye este efecto tan dispar en la población afroestadounidense?
DRA. CAMARA PHYLLIS JONES: La pandemia de COVID-19 está exponiendo el racismo en EE.UU. de una manera totalmente nueva, porque los cuerpos de personas de color se están apilando tan rápido y en tales cantidades que estas muertes no pueden ser normalizadas o ignoradas. Y en esta pandemia el racismo está operando de dos maneras distintas: está aumentando el riesgo de exposición al virus y ha aumentado la vulnerabilidad a éste. Está aumentando la exposición al virus porque, debido a la forma en que el racismo, el cual determina las oportunidades y asigna valor a las personas, ha estructurado nuestras oportunidades educativas y oportunidades de trabajo, tenemos empleos de mayor riesgo, infravalorados y de bajos ingresos. Hacemos parte de la fuerza laboral esencial que no está recibiendo la atención que debería y evidentemente no tenemos la protección completa necesaria. El racismo ha aumentado nuestra vulnerabilidad a este virus, porque el hecho de vivir en comunidades segregadas racialmente, cuyos recursos están segregados, sin acceso adecuado a alimentación y segregadas por el racismo ambiental y la exposición a desechos tóxicos hace que llevemos en nuestros cuerpos todas estas enfermedades: diabetes, presión arterial alta, enfermedades renales, asma, que agravan los efectos del virus en quienes lo contraen y aceleran la muerte a causa de este.
NERMEEN SHAIKH: Dra. Jones, incluso antes… Hemos mencionado las estadísticas en todas partes, pero en Chicago, incluso antes del inicio de la pandemia, la esperanza de vida de la población afroestadounidense era de casi nueve años menos que las personas blancas que viven allí. En su opinión, Dra. Jones, ¿qué se puede hacer ante esto? ¿Qué medidas se deben tomar para compensar la vulnerabilidad desproporcionada de los afroestadounidenses y de la comunidad latina ante esta emergencia sanitaria?
DRA. CAMARA PHYLLIS JONES: Sí. Gracias por esa pregunta. No podemos ver estas estadísticas y simplemente encoger los hombros o decir: “Bueno, eso era de esperarse”. Tenemos que actuar. Y debemos hacerlo teniendo en cuenta ambas circunstancias. Me preguntó sobre qué hacer cuando reconocemos que históricamente nos enfermamos más y morimos más rápido. Lo que eso implica, si de verdad reconocemos ese problema, es que tenemos que garantizar los recursos de salud en esas áreas donde ya se anticipa una alta tasa de mortalidad. No debería haber afroestadounidenses, quienes ya padecen todas estas enfermedades, viviendo en comunidades donde no solo hay carencia de suficientes pruebas de detección sino también de acceso adecuado a respiradores y recursos sanitarios en general. Así que debemos proporcionar recursos de acuerdo a las necesidades. Y ya podemos predecir esas necesidades.
En cuanto a la vulnerabilidad, el otro punto que es muy necesario mencionar, es que veremos en las noticias a personas tratando de decir, de distintas formas, que “si tenemos que racionar los respiradores, entonces tal vez deberíamos excluir a las personas que tengan diabetes u otra enfermedad”. No podemos permitir que esto ocurra. En primer lugar, no deberíamos tener que trabajar en un escenario de escasez, porque no hay razón para que haya escasez. Debemos rechazar eso. Obviamente si hay un respirador y tres pacientes, nunca debería ser un factor si “esta persona tiene diabetes o una enfermedad cardíaca” al momento de asignarlo. Creo que si llegamos a ese punto debemos distribuir aleatoriamente esos recursos. Debemos valorar a todos los individuos y poblaciones por igual. Ese es uno de los tres principios básicos para lograr igualdad en la salud.
AMY GOODMAN: Camara Phyllis Jones, quiero hacerle una última pregunta y luego haremos la segunda parte para publicarla en democracianow.org. La grave escasez de pruebas ha comprometido por completo la respuesta de la salud pública en este país. Usted ha hablado sobre el hecho de que esto discrimina a los afroestadounidenses, ¿dónde, si es posible, puede la gente obtener una prueba de diagnóstico?
DRA. CAMARA PHYLLIS JONES: Sí, eso es verdad, ¿dónde pueden hacerse pruebas? Debo decir que la manera caótica en la que hemos manejado la realización de pruebas nos está afectando a todos. Está afectando nuestra capacidad de alterar el curso de la epidemia. La manera en que estamos usando las pruebas en este país ahora solo sirve para confirmar el diagnóstico de forma muy limitada, casi mecánica, persona por persona, y solo en el entorno médico. Lo que nosotros…
AMY GOODMAN: Nos quedan 20 segundos.
DRA. CAMARA PHYLLIS JONES: Lo que necesitamos hacer en realidad es buscar a todos los que tienen la enfermedad y realizar pruebas públicas de salud. Realizar pruebas a aquellas personas con síntomas. Realizar pruebas a aquellos que no tienen síntomas, para así poder distribuir nuestros recursos e identificar y aislar a las personas que tienen la enfermedad antes de que presenten síntomas y puedan propagarla. También hacer un rastreo de contactos. Esto por el bien de todos nosotros. De esa manera, no documentamos la epidemia, sino que podemos cambiar el curso de la misma.
AMY GOODMAN: Camara Phyllis Jones, queremos agradecerle por estar con nosotros. Tendremos una segunda parte y la publicaremos en democracynow.org. Médica general, epidemióloga, expresidenta de la Asociación Estadounidense de Salud Pública, actualmente es catedrática adjunta del Instituto Radcliffe para Estudios Avanzados de la Universidad de Harvard. Con esto finalizamos nuestro programa de hoy. Gracias a todo el equipo que hace posible este programa. Somos Amy Goodman y Nermeen Shaikh.
Traducido por Gabriela Barzallo. Editado por Iván Hincapié.