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Continúan las protestas contra la brutalidad policial y el racismo en todo Estados Unidos. En este contexto, hablamos con Robin D. G. Kelley, historiador y profesor de Estudios Afroestadounidenses de la Universidad de California en Los Ángeles. “No llegamos a esto por casualidad”, dice Kelley en reconocimiento a la gente que se ha organizado para luchar por la justicia racial durante la última década, sentando las bases para este momento. “La verdadera pregunta ahora es si esto puede sostenerse o no”.
Transcripción
AMY GOODMAN: Para más información sobre el gran levantamiento que vive EE.UU. y lo que los manifestantes están exigiendo, vamos hasta Los Ángeles, donde nos acompaña Robin Kelley, historiador y profesor de Estudios Afroestadounidenses de la Universidad de California. Kelley estudia los movimientos sociales, y es autor de muchos libros, incluyendo Freedom Dreams: The Black Radical Imagination (Sueños de libertad: la imaginación radical negra).
Profesor Kelley, es genial tenerlo de vuelta, especialmente ahora. Solo en las últimas horas, estatuas de íconos de la Confederación han sido derribadas en todo Estados Unidos. El presidente Trump ha anunciado que dará su primer discurso de campaña en meses el 19 de junio en Tulsa, Oklahoma, el sitio donde ocurrió una de las peores masacres de negros en la historia de Estados Unidos. Esto en medio de un levantamiento global. ¿Puede hablar sobre el momento que estamos viviendo?
ROBIN D. G. KELLEY: Desde luego. Sí, se siente como una bofetada.
Permítame comenzar hablando sobre el testimonio de Philonise Floyd, porque fue… Escucharlo nuevamente es muy emotivo, y captura con precisión el momento en el que estamos. Me conmovió, en parte, porque hemos escuchado este discurso, he escuchado este discurso, toda mi vida. No recuerdo un momento de mi vida en el que no haya escuchado a alguien hablando acerca de responsabilizar a la Policía por sus actos y enseñar a los agentes a tratar a las personas con empatía y respeto, enseñándoles cómo usar la fuerza apropiadamente.
Fue realmente impactante (y esto también, de alguna forma, captura el momento) ver cómo George Floyd llamó a los policías “señor”, y esto es algo que su hermano mencionó. Mientras lo mataban, él los llamó “señor”. Y esto fue una revelación dolorosa y contundente, teniendo en cuenta que hombres y mujeres negros fueron golpeados o incluso asesinados por no dirigirse a un agente de la ley o a cualquier hombre blanco como “señor”. Esto le pasó a mi suegro.
Entonces, de alguna manera, eso genera un interrogante. Y la otra pregunta es: “¿Cuánto vale un hombre negro? ¿Veinte dólares?” El momento en el que estamos nos plantea esa pregunta. Hay protestas masivas en todo el mundo que traen de vuelta una pregunta recurrente: ¿Cuánto valen las vidas negras? ¿Las vidas negras valen más o menos que la propiedad privada? El movimiento Black Lives Matter profundizó en esta pregunta desde el inicio, planteando lo siguiente: “¿Qué clase de sociedad es esta, que valora más la propiedad que la vida de los negros?” También pensando en lo que dijo el último invitado, que hablaba sobre los gases lacrimógenos, de que se usa gas lacrimógeno contra las personas en una pandemia, y sobre esta pregunta de si una vida negra tiene o no valor.
Entonces, este es un momento crucial. Claramente, Trump y su gente están profundizando en lo que yo diría es una respuesta fascista. Está yendo más a fondo en la idea de un Estado que no tiene problemas en quitarle la vida a las personas por la infracción más pequeña. Creo que tengo mucha, no debería decir “esperanza”, pero sí imagino que hay un cambio real en marcha cuando tienes a millones de personas diciendo, no lo que la gente dijo en el 68, porque este es un momento muy diferente, pero de hecho diciendo que no podemos tener una fuerza policial como la que conocemos hasta ahora.
Si pensamos en los levantamientos durante la década de 1960, muchas de las luchas emergieron de las comunidades de los guetos, exigiendo poner fin a la brutalidad y a la violencia policial, exigiendo el fin de la negación de las necesidades básicas, y pidiendo por servicios, por trabajos. En esos días, la respuesta a estas demandas eran cosas como más diversidad, inclusión, control comunitario del accionar policial, más policías negros o que los agentes vivieran en la comunidad.
Ahora, si comparamos, la exigencia es quitarle fondos a la Policía para básicamente reorganizar la forma en que abordamos la seguridad pública. Y esto viene de muchos círculos diferentes. Gente que pensaba, hace cinco, seis años, que esta demanda era ridícula, ahora la ven no solo como algo viable, sino como algo que ya está sucediendo. O al menos estamos ante el inicio de ese proceso. Ya veremos cuál es el resultado.
NERMEEN SHAIKH: Profesor Kelley, quisiera hablar sobre algo que escribió justo después de la elección de Trump en noviembre de 2016. Usted escribió que Estados Unidos necesita un movimiento multirracial que se comprometa a “desmantelar los regímenes opresivos del racismo, el heteropatriarcado, el imperialismo y la explotación de clase, que son la raíz de la desigualdad, la precariedad, el materialismo y la violencia en muchas formas”. Acaba de hablar sobre cómo las demandas de este movimiento son muy diferentes. ¿Cree que lo que está pasando es lo que quería que pasara en noviembre de 2016?
ROBIN D. G. KELLEY: Exactamente. Y no solo eso. Lo que escribí en 2016 fue en realidad un reflejo de lo que ya estaba pasando en las calles. En algunos aspectos, recordemos, el movimiento Black Lives Matter dio a conocer su propuesta de políticas públicas en agosto de 2016.
Una de las cosas que todos debemos reconocer es que no estamos aquí por accidente. Esta no es una respuesta espontánea ante la pandemia, en la que de repente los blancos despiertan y dicen: “Oh, espera un segundo, las vidas negras importan”. No, esto es el resultado de un trabajo enorme, que empezó incluso mucho antes del caso de Trayvon Martin. Pensemos en todo el trabajo de activismo del Movimiento por las Vidas Negras, Black Lives Matter, de las mujeres que organizaron Black Lives Matter, que lo iniciaron, como Opal Tometi, Alicia Garza, Patrisse Cullors; y gente como Melina Abdullah, Charlene Carruthers del movimiento Black Youth Project 100; todos los activistas académicos que han estado trabajando en responder a estos interrogantes como Barbara Ransby, Kimberlé Crenshaw, Angela Davis, Ruth Wilson Gilmore; y antes de eso, organizaciones y movimientos como Malcolm X Grassroots, Copwatch, Dignity and Power, Critical Resistance, African American Policy Forum. Estas fueron iniciativas sobre terreno que llevaron a cabo toda esta educación política, todo este trabajo de organización —el documento “Acusamos de genocidio”, los movimientos Dream Defenders, The Rising Majority, la Organización negra para el liderazgo y la dignidad (BOLD), y también grupos como Showing Up for Racial Justice (SURJ), que tratan el tema del racismo blanco—.
Así que hay una infraestructura que ha estado haciendo este trabajo por una década o más de una década. Y es por eso que la gente está ahora allí afuera. Por eso la gente puede salir a las calles y puede pronunciar con normalidad palabras como “desfinancien la Policía”, conectar la transfobia, la homofobia, la opresión de género y el patriarcado con el capitalismo racial y la violencia racial. Y pueden hacer estas conexiones de una manera que creo no tienen precedentes. Pero, repito, sin el trabajo de organización, no estaríamos aquí. Creo que es muy importante, incluso ir más allá en el tiempo y reconocer cómo sentó las bases el Colectivo del Río Combahee, personas como Barbara Smith, y cómo fue reforzado por la Alianza de Mujeres del Tercer Mundo, luchando en torno a inquietudes sobre la conexión entre esterilización, el derecho al aborto y el racismo. Este tipo de enlaces, estas conexiones, y también con la guerra, son importantes. Entonces, hay una larga historia que nos trajo aquí.
Y la verdadera pregunta ahora es si esto puede sostenerse o no, porque sabemos que a lo largo de la historia, hemos tenido momentos revolucionarios después de la Reconstrucción en la década de 1870, seguidos de una reacción violenta, y lo que podemos describir como fascismo estadounidense. Hubo una especie de Segunda Reconstrucción de la década de 1960, seguida de una reacción violenta, el resurgimiento del [Ku Klux] Klan, la opresión de la ola de huelgas en la década de 1970, el neoliberalismo. Y ahora estamos ante otra serie de movimientos y reacciones. Tenemos estas fuerzas tratando de transformar el mundo de una manera que podría traer seguridad y prosperidad para todos frente a un presidente y un régimen que pregunta: “¿Qué pasó con 'Lo que el viento se llevó'?”.
NERMEEN SHAIKH: Profesor Kelley, usted habló de la larga historia de este movimiento, que es absolutamente cierto. Está basada en muchos precursores de este tipo de rebeliones. Pero también hay cuestiones con un lado oscuro en cuanto a algunas de las expresiones que se están empleando, especialmente en los medios de comunicación. Algunos dicen “saqueo”. “Saquear” es, de hecho, una palabra hindi con orígenes sánscritos y entró en el lenguaje de la India colonial, según indica la historiadora del sur de Asia, Vazira Zamindar, con un uso inicial, uno de los primeros usos, para definir como violadores y saqueadores a aquellos que estuvieron involucrados en la primera rebelión contra la compañía East India en 1857. Es muy difícil imaginar… Ellos fueron representados como “saqueadores” y “violadores”. Es muy difícil imaginar que Trump sepa esta historia, pero seguro sabe las connotaciones que tiene esta palabra. Entonces, ¿podría hablar sobre el uso del término “saqueo” en los medios y del hecho de que, como dijo, ha sido usado en todas las rebeliones y levantamientos?
ROBIN D. G. KELLEY: Sí. Bueno, el otro día hice una búsqueda en la sección de noticias de Google y puse “saqueos”, y obtuve 19 millones de resultados. Luego escribí “fuerza excesiva” y obtuve 1,1 millón de resultados. Entonces, lo interesante es la forma en la que los medios se han aferrado al saqueo como el problema. Esto desplaza algunos de los principales problemas que se plantean, especialmente el problema de la violencia de la Policía contra los manifestantes. ¿Qué es lo interesante del saqueo? Si observamos la historia no hay un disturbio civil de importancia, o incluso un desastre natural, en el que no haya existido algún tipo de saqueo o apropiación de bienes. Así que esto no es inusual.
Además, hay una tendencia a referirse al saqueo como una forma de desestimar el trabajo legítimo de organización, cuando, de hecho, hay muchas personas que están aprovechando el momento, en este caso, durante una crisis económica con 40 millones de personas solicitando subsidios por desempleo, como si de alguna manera ese tipo de ataques a la propiedad o apropiarse de la propiedad, este tipo de acciones fueran en sí parte de un movimiento o parte de un ala de un movimiento. Y sabemos que ese no es el caso en absoluto.
Lo que la pregunta del saqueo trae a la luz son dos cosas. Por un lado, nos remonta a la pregunta del Sr. Floyd: ¿Cuánto vale la vida de un hombre negro? ¿Cuánto vale la vida de una persona negra? ¿Es la destrucción de la propiedad o el hecho de llevarse objetos, un par de zapatos o computadoras, de alguna manera más importante que ver morir a alguien en un video? ¿Es más importante que ver a 5.000 personas o más morir a manos de la Policía en los últimos años? ¿Qué es más importante? Y, ¿cuál es el valor de una persona?
En segundo lugar, con respecto al saqueo, es que se lo separa de la historia de los Estados Unidos. Sabemos que los cuerpos humanos, que los cuerpos negros fueron saqueados, y así es como llegamos aquí, que la tierra indígena fue saqueada, que se apoderaron de esa tierra. Sabemos que durante años el mercado inmobiliario ha sido una especie de saqueo, en el que se ha degradado el valor de las casas que poseen los negros, como también los salarios de los negros. La transferencia de riqueza es una especie de saqueo. Pero también, si miramos la historia de los disturbios raciales en Estados Unidos, la mayoría fueron básicamente pogromos (matanzas y saqueos) desde Cincinnati, en 1839, 1841, a una variedad amplia de los llamados disturbios raciales en Filadelfia. Usted mencionó Tulsa al inicio del programa. Lo ocurrido en Tulsa, en Oklahoma, fue una especie de saqueo. Bueno, no una especie de saqueo. Estamos hablando de la destrucción de 35 manzanas de propiedad privada que pertenecía a personas negras y de negocios valuados en millones de dólares, con gente yendo a… Gente blanca entrando en las casas, con el apoyo de la Policía, destruyendo y llevándose cosas de los negros. Esto es Tulsa, Oklahoma, East St. Louis en 1917, y podríamos hablar de Rosewood en 1923. Hay tantos ejemplos, como Springfield, Illinois, en 1908. Y parte de estos saqueos también tenían que ver con tomar el poder político.
Un último ejemplo que quiero dar es el más absurdo. Si lo notaron, durante el funeral de George Floyd, la Bolsa de Nueva York decidió que se quedaría en silencio y no negociaría por 8 minutos y 46 segundos. Ahora, lo interesante de eso es que, hablando del saqueo, Wall Street se ha beneficiado de la mala conducta policial. Hay que considerar que las ciudades han estado pagando miles de millones para cubrir demandas por mala conducta policial. Cuando no pueden pagar el acuerdo, ¿qué hacen? Prueban con los ingresos regulares por impuestos; pero no pueden pagarlo. Forran a los pobres con más tarifas y multas, y también piden prestado. Y cuando las ciudades y los condados emiten bonos para pagar el costo de la mala conducta de la Policía, que es miles de millones de dólares, los bancos y otras empresas cobran tarifas por sus servicios, los inversores ganan intereses, y luego, usando los bonos para cubrir el acuerdo, esos bonos cuestan a veces hasta un 100% más que el acuerdo original. Por lo tanto, se transfiere riqueza de comunidades con un alto control policial a Wall Street, o Wells Fargo, Goldman Sachs y Bank of America. Y esto es lo que se conoce como los “bonos de la brutalidad policial”.
AMY GOODMAN: Robin…
ROBIN D. G. KELLEY: Hay un gran estudio sobre esto. Sí.
AMY GOODMAN: Robin D. G. Kelley, Vamos a tener que finalizar aquí.
ROBIN D. G. KELLEY: Bueno, genial.
AMY GOODMAN: Pero tenemos mucho más de qué hablar con usted, y esperamos tenerlo de regreso muy pronto. Robin Kelley es profesor de Estudios Afroestadounidenses de la Universidad de California. Estudia los movimientos sociales. Es autor de muchos libros, incluyendo Freedom Dreams: The Black Radical Imagination (Sueños de libertad: la imaginación radical negra). En treinta segundos iremos a Seattle.
[Pausa]
AMY GOODMAN: Eso era “Yes We Can Can” de The Pointer Sisters. Bonnie Pointer, fundadora del grupo, murió a los 69 años a principios de esta semana.
Traducido por Gabriela Barzallo. Editado por Pamela Subizar.