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El levantamiento contra la violencia policial y el racismo hacia las personas negras continúa extendiéndose por todo Estados Unidos y en países de todo el mundo, generando un ajuste de cuentas en los pasillos del poder y en las calles. Las protestas multitudinarias tras la muerte de George Floyd a manos de la policía en Minneapolis el 25 de mayo cambiaron drásticamente la opinión pública sobre la Policía y el racismo sistémico, al tiempo que la consigna “Desfinancien la Policía” se convierte en un grito de lucha del movimiento.
Para conocer más reflexiones sobre este momento histórico, estuvimos conversando con Angela Davis, la legendaria activista y académica. “Una nunca sabe cuándo las condiciones pueden dar lugar a una coyuntura como la actual, que modifica rápidamente la conciencia popular y, de repente, nos permite avanzar hacia un cambio radical”, sostiene. “La intensidad de estas manifestaciones no se va a poder sostener en el tiempo, pero tenemos que preparanos para cambiar el método y abordar estos problemas en diferentes ámbitos”.
Transcripción
AMY GOODMAN: Esto es Democracy Now!, democracynow.org, el informativo de guerra y paz, el informativo de la cuarentena. Soy Amy Goodman. Mientras el levantamiento nacional contra la violencia policial y el racismo continúa agitando al país y al mundo, derribando monumentos a líderes confederados y forzando un ajuste de cuentas en las sedes de Gobiernos locales y en las calles, el presidente Trump ha defendido a las fuerzas de seguridad, rechazando los crecientes llamados para desfinanciar a la Policía. Trump habló en un evento, similar a un acto de campaña, en una iglesia en Dallas, Texas. Allí anunció una nueva orden ejecutiva que insta a los departamentos de Policía a adoptar normas a nivel nacional para el uso de la fuerza. Trump no invitó a los tres principales funcionarios de organismos de seguridad en Dallas, que son todos afroestadounidenses. La medida se produce después de que Trump llamara a los manifestantes “matones” y amenazara con desplegar al Ejército de Estados Unidos para acabar con los “disturbios y la anarquía”. Este es Trump, hablando el 11 de junio.
PRESIDENTE DONALD TRUMP: Quieren deshacerse de las fuerzas policiales. Es lo que quieren en realidad, que desaparezcan. Esa es su estrategia y su objetivo. Y lo sabemos porque, de llegar al poder, no va a haber mucho liderazgo. No queda mucho liderazgo.
En cambio, nosotros tenemos que ir en el sentido opuesto. Debemos invertir más energía y recursos en la capacitación policial, reclutamiento y participación comunitaria. Tenemos que respetar a nuestra Policía. Tenemos que cuidar a nuestra Policía. Nos están protegiendo. Y si se les permite hacer su trabajo, lo harán muy bien. Siempre hay una manzana podrida sin importar a dónde uno vaya. Hay manzanas podridas. Pero no son muchas. Y puedo decirles que no hay demasiadas en el departamento de Policía. Todos conocemos a muchos miembros de la Policía.
AMY GOODMAN: El candidato demócrata a la presidencia, Joe Biden, también está abogando por un aumento de los fondos policiales. En una columna publicada en USA Today, Biden propuso que los departamentos de Policía deberían recibir 300 millones de dólares adicionales para “revitalizar la vigilancia en las comunidades de nuestro país”. El pasado 11 de junio, Biden habló sobre la financiación de la Policía en el programa The Daily Show.
JOE BIDEN: No creo que se le deban recortar los fondos a la Policía, pero creo que se deben imponer condiciones para que los departamentos lleven a cabo reformas significativas con relación a eso. Deberíamos establecer un estándar a nivel nacional sobre el uso de la fuerza.
AMY GOODMAN: Sin embargo, muchos dicen que una reforma no solucionará el problema del racismo inherente en el sistema policial. Desde que comenzó el movimiento global de protestas, Minneapolis se ha comprometido a desmantelar su departamento de Policía, los alcaldes de Los Ángeles y de la ciudad de Nueva York han prometido recortar los presupuestos de sus departamentos de Policía, y la consigna “desfinancien la Policía” se escucha en espacios que hubieran sido impensables hace solo unas semanas.
Para conocer más sobre este momento histórico tenemos hoy en el programa a la legendaria activista y erudita Angela Davis, profesora emérita en la Universidad de California, en Santa Cruz. Durante medio siglo, Angela Davis ha sido una de las activistas e intelectuales más influyentes en Estados Unidos, un ícono del movimiento por la liberación negra. El trabajo de Angela Davis en torno a cuestiones de género, raza, clase y el sistema carcelario han influenciado el pensamiento crítico y los movimientos sociales de varias generaciones. Es una de las principales defensoras de la abolición de las prisiones, una postura formada por su propia experiencia como reclusa y prófuga del FBI, que la incluyó en la lista de las 10 personas más buscadas, hace ya más de 40 años. Tras su captura fue condenada a la pena de muerte en California. Fue absuelta de todos los cargos y, desde entonces, ha pasado su vida luchando por reformar el sistema de justicia penal.
Angela Davis, bienvenida de nuevo a Democracy Now! Es un placer tenerla con nosotros hoy durante todo el programa.
ANGELA DAVIS: Muchas gracias, Amy. Es maravilloso estar aquí.
AMY GOODMAN: ¿Usted cree que estamos ante un momento crítico, de cambio? Usted, que ha estado involucrada en el activismo por casi medio siglo, ¿considera que este es un momento diferente, quizás más diferente que cualquier otro período histórico que haya vivido?
ANGELA DAVIS: Absolutamente. Este es un momento extraordinario. Nunca he vivido algo parecido a lo que estamos experimentando en las actuales condiciones: la coyuntura creada por la pandemia de COVID-19 y el reconocimiento de que existe un racismo sistémico, que se ha hecho visible bajo estas condiciones por el número desproporcionado de muertes entre las comunidades negras y latinas. Y este es un momento que no sé si alguna vez esperé vivirlo. Por supuesto, cuando comenzaron las protestas a raíz de la muerte de George Floyd y Breonna Taylor y Ahmaud Arbery y Tony McDade y muchos otros que han perdido sus vidas a manos de la violencia racista del Estado y la violencia parapolicial…
Cuando estallaron las protestas, recordé algo que he dicho muchas veces para alentar a los activistas, quienes a menudo sienten que el trabajo que hacen no conduce a resultados tangibles. A menudo les pido que consideren la extensa trayectoria de las luchas de las vidas negras. Y lo que ha sido más importante es que se han forjado legados, nuevos espacios de lucha que se pueden transmitir a las generaciones más jóvenes.
Pero a menudo he dicho que uno nunca sabe cuándo las condiciones podrán dar lugar a una coyuntura como la actual, que cambia rápidamente la conciencia popular y que de repente nos permite movernos en dirección a un cambio radical. Si uno no participa en el trabajo constante que implican momentos como este, no podremos aprovechar las oportunidades para cambiar. Y, desde luego, este momento pasará. No se puede mantener la intensidad de las actuales protestas con el paso del tiempo, pero tendremos que estar listos para cambiar de marcha y abordar estos problemas en diferentes espacios, incluyendo, por supuesto, el ámbito electoral.
AMY GOODMAN: Angela Davis, por mucho tiempo ha sido una líder del movimiento de resistencia crítica, del movimiento abolicionista. ¿Podría explicar las demandas del movimiento, desde su perspectiva, lo que cree que se debe hacer en cuanto al presupuesto policial y en cuanto a la abolición de las prisiones?
ANGELA DAVIS: Creo que el llamado para desfinanciar a la Policía es una demanda abolicionista, pero refleja solo un aspecto del proceso que representa dicha demanda. Desfinanciar a la Policía no se trata simplemente de retirar fondos a las fuerzas del orden público y no hacer nada más. Y parece que esta es la percepción, más bien superficial, que ha hecho que Biden se mueva en la dirección que vemos ahora.
“Desfinanciar” significa transferir fondos públicos a nuevas instituciones y nuevos servicios, como consejeros de salud mental, que pueden asistir a las personas en crisis sin necesidad de usar armas. Se trata de transferir fondos a la educación, a la vivienda, a la recreación. Todas estas cosas ayudan a crear seguridad y protección. Se trata de aprender que la seguridad, salvaguardada por la violencia, no es realmente seguridad.
Y yo diría que el abolicionismo no es una estrategia negativa en particular. No se trata solo de desmantelar o deshacerse [de estos organismos], sino de adoptar una nueva visión. Se trata de construir algo nuevo. Y diría que la abolición es una estrategia feminista. Es evidente, en estas demandas abolicionistas que están surgiendo, la influencia fundamental de teorías y prácticas feministas.
AMY GOODMAN: ¿Podría explicar esto más a fondo?
ANGELA DAVIS: Quiero que veamos el feminismo no solo como algo que se enfoca en cuestiones de género, sino más bien como un enfoque metodológico para comprender la interseccionalidad de las luchas y las problemáticas. El feminismo abolicionista contrarresta el feminismo carcelario, que lamentablemente ha asumido que problemas como la violencia contra la mujer pueden abordarse eficazmente mediante el uso de la fuerza policial, utilizando el encarcelamiento como solución. Y por supuesto, sabemos que Joseph Biden, quien afirma que la Ley sobre la Violencia contra la Mujer fue un momento muy importante en su carrera, impulsó esta ley, que fue redactada en el marco de la Ley de Control de Delitos Violentos y Aplicación de la Ley, la ley anticrimen de Clinton de 1994.
Y lo que estamos pidiendo es un proceso de despenalización, reconociendo que las amenazas a la seguridad, a los sistemas de protección, no provienen principalmente de lo que se define como crimen, sino del fracaso de las instituciones en nuestro país para abordar los problemas de salud, de violencia, educación, etc. Entonces, la abolición en realidad significa repensar qué tipo de futuro queremos en lo social, lo económico y lo político. Se trata de una revolución, en mi opinión.
AMY GOODMAN: En su libro “La libertad es una batalla constante” usted escribe: “La ideología neoliberal nos lleva a enfocarnos en los individuos, en nosotros mismos, en las víctimas y agresores individuales. Pero, ¿cómo es posible resolver el gran problema de la violencia racista del Estado haciendo que los agentes de policía, como individuos, tengan que llevar la carga de esa historia y además asumir que al procesarlos penalmente, efectuando sobre ellos nuestra venganza, habremos progresado de alguna manera en la erradicación del racismo?”. Explique cuáles son sus demandas exactamente.
ANGELA DAVIS: La lógica neoliberal supone que la unidad fundamental de la sociedad es el individuo. Yo lo llamaría el individuo abstracto. Según esa lógica, las personas negras pueden combatir el racismo saliendo adelante por sus propios medios. Esa lógica reconoce, o más bien falla en reconocer que existen barreras institucionales que no pueden ser derribadas por la determinación individual. Si una persona negra no tiene los medios para asistir a la universidad, la solución, según muchos, no es la acción afirmativa, sino que la persona simplemente necesita esforzarse más, sacar buenas notas y hacer lo que sea necesario para adquirir los fondos para pagar la matrícula. La lógica neoliberal nos disuade de pensar acerca de la solución más simple, que es la educación gratuita.
Pienso en el hecho de que hemos sido conscientes de la necesidad de estas estrategias institucionales al menos desde 1935, por supuesto antes, pero digo 1935 porque en ese año W. E. B. Du Bois publicó su libro fundamental “Black Reconstruction in America” (La reconstrucción negra en Estados Unidos). Y la pregunta no era qué deberían hacer las personas negras como individuos, sino cómo reorganizarse y reestructurar la sociedad posterior a la esclavitud para garantizar la incorporación de aquellos que fueron esclavizados anteriormente. La sociedad no podía seguir siendo la misma, o no debió haber permanecido igual. El neoliberalismo opone resistencia al cambio a nivel individual. Le pide al individuo que se adapte a las condiciones del capitalismo, a las condiciones del racismo.
Traducido por Mariana Góngora. Editado por Iván Hincapié.