El papel de mercenarios colombianos en el asesinato del presidente haitiano Jovenel Moïse hace dos semanas está bajo la lupa ante el informe del periódico The Washington Post que señala que algunos de los colombianos detenidos habían recibido entrenamiento militar estadounidense cuando formaban parte de las fuerzas armadas colombianas. Uno de los mercenarios fue identificado como el excomando especial Grosso Guarín, que se había desempeñado anteriormente en un destacamento militar secreto de élite de la Agrupación de Fuerzas Especiales Antiterroristas Urbanas que llevó a cabo secuestros y asesinatos. Otro mercenario colombiano arrestado en Haití es Francisco Eladio Uribe Ochoa, que ha sido investigado por su papel en la ejecución de civiles para luego presentarlos como combatientes guerrilleros, una práctica conocida en Colombia como “falsos positivos”. El ejército colombiano ha sido acusado de matar a más de 6.400 civiles de esta manera. Desde Bogotá, Colombia, nos acompaña el periodista Mario Murillo, que dice que la presencia de mercenarios colombianos se deriva de la “hipermilitarización del país”, a través de décadas de programas contra el terrorismo y el narcotráfico que han duplicado el tamaño de las fuerzas armadas colombianas. “Estamos hablando de miles de soldados que han dado la vuelta al mundo”, señala Murillo y dice que son “artistas de la guerra” altamente capacitados.
Para ampliar esta información, vea (en inglés) nuestra conversación con Mario Murillo.