En Sudán, continúan los combates entre el Ejército y el grupo paramilitar conocido como Fuerzas de Apoyo Rápido, a pesar de un alto el fuego de 72 horas acordado tras negociaciones mediadas por Estados Unidos. Se han registrado ataques aéreos en la capital del país, Jartum, así como también cruentas batallas en la región de Darfur. Tanto los ciudadanos sudaneses como los extranjeros están haciendo esfuerzos desesperados para salir de las áreas más peligrosas, en medio de la creciente escasez de alimentos, agua y atención médica. La Casa Blanca anunció el miércoles que un segundo ciudadano estadounidense, quien era médico, falleció en el conflicto. Si bien Estados Unidos logró evacuar a su personal diplomático poco después del inicio de los combates el 15 de abril, se estima que alrededor de 16.000 ciudadanos estadounidenses, muchos de ellos con doble ciudadanía, todavía se encuentran en Sudán, aunque se desconoce cuántos de ellos desean abandonar el país. Existe una creciente preocupación de que los actos de violencia contra la población sudanesa se intensifiquen una vez que los ciudadanos extranjeros hayan sido evacuados. Decenas de miles de personas han huido de Sudán a países vecinos, entre ellos el Chad, que ya ha acogido a más de medio millón de refugiados. Estas fueron las palabras expresadas por una madre sudanesa que actualmente se encuentra en un campamento de refugiados en el Chad.
Deski Abdoulaye Bedim: “Un grupo de hombres armados llegó a nuestro complejo y nos pidió que nos fuéramos, para evitar que nos convirtiéramos en víctimas colaterales. Bajo amenazas, salimos a toda prisa en burro para venir aquí. Me separaron de mis siete hijos y no los puedo encontrar. Hemos visto cómo algunos padres eran masacrados por grupos paramilitares árabes, sin ningún motivo. Somos víctimas de una barbarie gratuita que no entendemos”.
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