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Analizamos la creciente crisis en Níger, donde el presidente elegido democráticamente, Mohamed Bazoum, fue derrocado la semana pasada por miembros de su propia guardia presidencial. Uno de los líderes del golpe, el general de brigada Moussa Salaou Barmou, fue entrenado por Estados Unidos. Se trata del undécimo golpe de Estado en África Occidental, desde 2008, en el que participan militares entrenados por Estados Unidos. En Niger, Estados Unidos tiene aproximadamente 1.000 soldados estacionados y ha destinado 100 millones de dólares a la construcción de una base de drones para la “guerra contra el terrorismo”, aún vigente. Hasta el momento, el Gobierno de Biden se ha negado a describir el evento de la semana pasada como un golpe de Estado, porque hacerlo lo obligaría a cancelar los fondos de cooperación de seguridad destinados a Níger. Si bien aún no están claros los motivos de este golpe en particular, se lo puede considerar dentro de una tendencia preocupante en la región, en la que “los países en los que las fuerzas armadas tienen una participación desmesurada en la vida política […] tienen muchas más probabilidades de atravesar golpes militares periódicos”, según sostiene Stephanie Savell, codirectora del proyecto de investigación Costs of War de la Universidad Brown.
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