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Amy Goodman y Denis Moynihan
Donald Trump brindó su discurso de cierre de campaña en un mitin que encabezó en el histórico Madison Square Garden de Nueva York, la misma ciudad donde recientemente fue declarado culpable de cometer 34 delitos. El evento fue una coordinada bacanal de odio que se prolongó durante seis horas. Los oradores del acto azuzaron a la multitud con declaraciones hostiles hacia los inmigrantes, las personas negras, la población judía, las mujeres y otros grupos sociales, además de lanzar ataques y agravios especialmente dirigidos contra la mujer de color que compite con Trump, la vicepresidenta Kamala Harris. Un ejemplo de ello fue el discurso de Tucker Carlson, personalidad televisiva de extrema derecha y defensor de la supremacía blanca, que advirtió que Harris podría convertirse en “la primera persona samoano-malaya y ex fiscal general de California de bajo coeficiente intelectual en ser elegida presidenta”.
En la apertura del mitin, un denominado “comediante” llamado Tony Hinchcliffe marcó el tono del evento con un monólogo vil y racista, en el que dijo, entre otras cosas: “En este momento hay literalmente una isla flotante de basura en medio del océano. Sí, creo que se llama Puerto Rico”. El burdo monólogo de Hinchcliffe había sido revisado y aprobado por el equipo de campaña de Trump, ya que, según se informó, este eliminó un término insultante que el comediante pensaba emplear para referirse a Kamala Harris.
Hay más de ocho millones de puertorriqueños en Estados Unidos, todos ellos ciudadanos estadounidenses. Sin embargo, debido al estatus colonial de Puerto Rico, los tres millones de puertorriqueños que residen en la isla no están habilitados para votar en las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Pero sí lo pueden hacer los más de cinco millones de puertorriqueños que residen en el territorio continental de Estados Unidos. De ellos, casi medio millón vive en el decisivo estado de Pensilvania y otro medio millón está repartido en los estados disputados de Georgia, Carolina del Norte, Arizona, Wisconsin, Michigan y Nevada. Los votantes puertorriqueños están indignados. Orgullosa de su origen, la puertorriqueña Sunny Hostin, copresentadora de “The View”, un popular programa de entrevistas de la cadena ABC News, dijo el día después del mitin de Trump: “Sabemos cómo sacar la basura, Donald Trump; la basura que se ha estado acumulando desde 2016. Usted es parte de esa basura, Sr. Trump. Compatriotas puertorriqueños, recuerden que el 5 de noviembre de 2024 tenemos que sacar la basura”.
Trump, como era de esperar, describió al mitin como un “festival de amor”. El expresidente se caracteriza por no disculparse por nada y no es de extrañar que haya convocado a su acto de campaña al comediante racista o a cualquiera de los otros oradores que pronunciaron incendiarios discursos llenos de odio.
Como si su racismo descarado no fuera suficiente, Trump ha dicho repetidas veces que quiere ser un dictador. Admira a los dictadores, se asocia con dictadores, elogia a los dictadores.
Ruth Ben-Ghiat es profesora de historia en la Universidad de Nueva York y autora del libro “Strongmen: Mussolini to the Present” (Hombres fuertes: de Mussolini al presente). Ben-Ghiat ve un sorprendente paralelismo entre el fascismo histórico y el actual movimiento de apoyo a Trump denominado MAGA, siglas en inglés del eslogan de campaña trumpista “Make America Great Again”, “Hagamos a Estados Unidos grande de nuevo”, en español.
Impresionada por el nivel de agravios que se manifestó desde el escenario durante el acto político de Trump en el Madison Square Garden, Ben-Ghiat dijo a Democracy Now!:
“Es la retórica violenta propia del fascismo. […] El autoritarismo es una forma de imponer controles y silenciar a las personas […]. Pero también está concebido, desde el fascismo en adelante, para hacer que las personas se conviertan en su peor versión, permitiéndoles actuar de la manera más violenta y descontrolada posible. […] Los insultos hacia la mujeres —la misoginia—, las declaraciones contra las personas negras y el desdén hacia la comunidad latina al llamarla 'basura', además de formar parte de la tradición deshumanizante que se origina en el fascismo y persiste en los movimientos autoritarios hasta nuestros días, también están diseñados para transmitir a la gente, a los soldados rasos del MAGA, que no existen restricciones ni límites y que todo será tolerado si su propósito es enfrentar al enemigo interno”.
Ben-Ghiat aludía a la promesa de Trump de combatir al “enemigo interno”, como ha reiterado en varias ocasiones y como mencionó recientemente en el canal de noticias Fox News:
“El mayor problema es la gente de dentro [de Estados Unidos]. Tenemos gente muy mala. Tenemos gente enferma, lunáticos de la izquierda radical. Debería ser muy sencillo controlar a esa gente, ya sea por medio de la Guardia Nacional o, si es realmente necesario, por medio de los militares”.
Varios altos mandos militares designados durante la anterior presidencia de Trump han advertido contra el peligro que supondría un segundo mandato de Trump. Al respecto, Ben-Ghiat expresó: “Los oficiales militares retirados, sobre todo los generales, no suelen hacer declaraciones a menos que sientan que es absolutamente necesario. Si el general [John] Kelly, el general [Mark] Milley y el ex secretario de Defensa [Mark] Esper alzaron la voz y calificaron a Trump de fascista, eso significa que están muy preocupados”.
El domingo pasado no fue la primera vez que una multitud de fascistas se congregó en el Madison Square Garden. En 1939, la organización German American Bund reunió a 20.000 personas allí para celebrar el ascenso de la Alemania nazi. Hace siete años, el cineasta Marshall Curry recopiló material de archivo sobre aquel evento en el cortometraje documental titulado “A Night at the Garden” (Una noche en el Garden), que recibió una nominación al Óscar.
En una entrevista con Democracy Now!, Curry expresó: “La primera vez que vi esas imágenes, me impactó ver allí la bandera estadounidense y a George Washington, así como escuchar a la multitud cantar el himno nacional y recitar el Juramento de lealtad a la bandera, seguido de un saludo militar con el brazo estirado y vítores a la supremacía blanca”.
El Gobierno de Estados Unidos ha socavado muchas veces las democracias de otros países, dando lugar a dictaduras o regímenes militares, como sucedió en Irán, Guatemala, el Congo, Chile… En la actualidad, con una Corte Suprema de mayoría conservadora alineada con Trump, y ante la posibilidad de un Congreso bajo el control de los republicanos trumpistas, solo una ciudadanía activa y comprometida, respaldada por un sólido movimiento popular defensor de la democracia, puede impedir que la autocracia se reinstale en el país.
© 2024 Amy Goodman
Traducción al español de la columna original en inglés. Edición: Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 800 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 450 en español. Es co-autora del libro “Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos”, editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.
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