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Mientras nos acercamos al 2013, año en que se conmemora el 50 aniversario de la histórica Marcha sobre Washington de 1963, dedicamos el programa a una de las personas que habló ese día: John Lewis, ícono de los derechos civiles y actual congresista de Georgia por decimotercer mandato legislativo. Durante la década de 1960, el representante Lewis fue arrestado más de 40 veces; cuando era presidente del Comité Coordinador Estudiantil No Violento casi lo matan a golpes; marchó codo a codo con el Dr. Martin Luther King Jr., ayudó a organizar las marchas por la libertad e hizo campaña a favor de la candidatura presidencial de Robert Kennedy.
Analizamos la sangrienta lucha para conseguir —y proteger— el derecho al voto en EE.UU., con el congresista Lewis, quien reflexiona sobre la constante lucha por ese derecho en la actualidad, en momentos en que dieciséis estados aprobaron leyes electorales que, de acuerdo a los analistas, apuntan a restringir el acceso de la gente de color al voto. “Es muy importante que la gente entienda y sepa que hubo personas que sufrieron y lucharon por esto”, dice Lewis. “Algunas personas fueron heridas y otras murieron por el derecho a la participación. El voto es la herramienta no violenta más poderosa que tenemos en una sociedad democrática. Es preciosa, es casi sagrada. Tenemos que usarla, de lo contrario, la vamos a perder”.
Transcripción
AMY GOODMAN: Hoy dedicamos el programa a la sangrienta lucha para conseguir —y defender— el derecho al voto en Estados Unidos. Desde 2010, al menos 10 estados han aprobado leyes que exigen a la gente presentar una identificación con foto emitida por el gobierno en el momento de ir a votar. Si bien quienes apoyan dichas las leyes dicen que éstas evitan el fraude electoral, hay quienes sostienen que en realidad tienden a impedir la participación electoral de personas de color, pobres y ancianos, la población que probablemente carece de la identificación apropiada y a quienes les resulta más difícil obtenerla. En total, 16 estados han aprobado este tipo de leyes electorales restrictivas que podrían contribuir a definir las elecciones de 2012, incluyendo estados históricamente oscilantes y cruciales para definir elecciones, como Florida y Pennsylvania. El lunes, el derecho al voto fue el eje central del discurso del presidente y CEO de la NAACP, Ben Jealous, en la convención anual de la organización en Houston.
BENJAMIN JEALOUS: Ahora mismo, en este momento, a 120 días de las elecciones, tenemos que tomar una decisión. Jerry Mondesire, podemos permitir que nos roben estas elecciones por adelantado, algo de lo que se jactaba recientemente un político de Pennsylvania, pensando que nadie lo estaba escuchando, al hablar sobre la ley de identificación de votantes de su estado, o podemos redoblar la apuesta en la democracia y superar la creciente ola de supresión de votantes con una oleada más alta todavía de registro, movilización, activación y defensa de votantes.
AMY GOODMAN: Hoy nos acompaña un líder del movimiento por los derechos civiles, que arriesgó su vida en numerosas ocasiones al marchar por el derecho de todas las personas estadounidenses a votar. John Lewis fue elegido 13 veces como congresista demócrata por Georgia. Como dirigente del movimiento de derechos civiles, marchó codo con codo con el Dr. Martin Luther King. Fue presidente del Comité Coordinador Estudiantil No Violento (SNCC, en inglés), colaboró en la organización de la Caravana por la Libertad y fue uno de los oradores de la marcha de Washington en 1963. Ha sido arrestado más de 40 veces y acaba de escribir un nuevo libro llamado: “Across That Bridge: Life Lessons and a Vision for Change (Cruzando el puente: lecciones de vida y visión para el cambio social). El congresista Lewis nos visitó en el estudio y le pregunté sobre la purga de votantes en Florida, donde el Departamento de Justicia presentó una demanda judicial para bloquear el controvertido intento del gobernador republicano Rick Scott de eliminar del padrón a miles de votantes registrados, buscando, al parecer, identificar personas sin ciudadanía registradas para votar a partir de una base de datos desactualizada.
JOHN LEWIS: Es irreal, es increíble que, en este momento de nuestra historia, 47 años después del tratamiento y aprobación de la Ley de Derecho al voto, se esté intentando hacer un retroceso. Creo que en muchos de estos estados —no es sólo en Florida o en los estados del sur, sino que sucede en todo el país— hay un intento sistemático y deliberado de evitar que las personas participen. Creo que hay una intención de robar esta elección incluso antes de que se lleve a cabo, la intención de obstaculizar, de hacer difícil la participación de nuestras personas mayores, de nuestros estudiantes, de las minorías, de las personas con discapacidad, en el proceso democrático. No está bien, no es justo y tampoco es legítimo.
AMY GOODMAN: ¿Por qué estas purgas de votantes apuntan a los grupos sociales que acabas de nombrar? ¿Cómo funciona eso? ¿Tal vez pueda explicarlo en relación a la importancia crucial que tuvo aprobar la Ley de derecho al voto en 1965?
JOHN LEWIS: Creo que existe la creencia de que, si no se purga el padrón, si no se quita parte de esta gente, ellos van a ir a votar y su voto va a ser contrario a lo que algunas personas quisieran, ya que estos grupos son principalmente votantes demócratas. Me da ganas de llorar, hubo gente que dio su sangre por esto, hubo gente que fue golpeada, que recibió disparos, que fue asesinada trabajando para que la gente se pudiera registrar para votar. No me olvido de los tres promotores de derechos civiles asesinados en el estado de Mississippi en la noche del 21 de junio de 1964; ni de aquellas personas asesinadas a sangre fría; ni de la marcha de Selma a Montgomery, donde 17 de nosotros resultamos gravemente heridos. Y logramos que se apruebe la Ley de derecho al voto. Actualizamos la ley. La ampliamos. Y ahora, el estado de Florida, el estado de Georgia, Alabama y otros estados del país, inventan tácticas para trabar el proceso, para dificultar la participación de la gente. Cuando lo que deberíamos hacer es que sea más fácil y simple, abrir el proceso político para que más gente pueda entrar.
AMY GOODMAN: Explíquenos qué dice la Ley de derecho al voto.
JOHN LEWIS: La Ley de derecho al voto de 1965 dice, en efecto, que no se pueden emplear pruebas de alfabetización, ni cobrar un impuesto de urna, que no pueden utilizar ciertos dispositivos, no se puede perseguir ni intimidar a la gente. Y antes de hacer cualquier cambio en la legislación electoral, ya sea referido a los padrones, los distritos electorales o las líneas locales de cualquier orientación política, es necesario obtener un permiso del Departamento de Justicia o del tribunal federal de distrito en Washington, DC. Entonces, el estado de Florida, por ejemplo, nunca solicitó esa autorización para purgar. Y se están justificando con el pretexto de que puede haber fraude. Ellos lo están haciendo.
AMY GOODMAN: Usted participó en la marcha de Selma a Montgomery. Le rompieron la cara por estar ahí. ¿Puede contarnos cómo fue eso que sucedió hace ya casi medio siglo?
JOHN LEWIS: El 7 de marzo de 1965 intentamos marchar de Selma a Montgomery, Alabama, como forma de expresar dramáticamente, a todo el país, la demanda de la gente de poder registrarse para votar. Pocos días antes, un joven afroestadounidense había sido asesinado a tiros en un condado vecino llamado Perry, ubicado en la franja denominada Cinturón Negro de Alabama, que es donde había nacido la señora de Martin Luther King Jr., donde había nacido la señora de Ralph Abernathy, donde había nacido la señora de Andrew Young. Y por lo que le sucedió a este joven tomamos la decisión de marchar. En Selma, Alabama, en 1965, sólo el 2,1% de los negros en edad de votar estaban registrados para hacerlo. El único lugar donde la gente podía intentar registrarse era los tribunales. Había que aprobar lo que según ellos era un examen de alfabetización. Y se la pasaban diciéndole a la gente que no había aprobado dicho examen de alfabetización. En una ocasión, a un hombre se le pidió que contara el número de burbujas contenidas en una barra de jabón. En otra ocasión, a un hombre se le pidió que contara el número de caramelos en un frasco. Había abogados, médicos, maestros, amas de casa y profesores universitarios afroestadounidenses que reprobaban este examen de alfabetización. Teníamos que cambiar eso, de modo que intentamos hacer la marcha. Llegando al final d del puente vimos un mar azul; la policía del estado de Alabama. Y continuamos caminando. Cuando estuvimos lo suficientemente cerca como para escucharlos, un hombre se identificó diciendo: “Soy el comandante John Cloud, de la policía del estado de Alabama. Esta marcha es ilegal. No se les permitirá continuar. Tienen tres minutos para dispersarse y volver a su iglesia”. Y uno de los jóvenes que caminaban conmigo encabezando la marcha, un hombre llamado Hosea Williams, que formaba parte del equipo del Dr. Martin Luther King Jr., dijo: “Comandante, denos un momento para arrodillarnos y orar”. Y el comandante dijo: “Agentes, ¡avancen!” Y vimos como los tipos se ponían sus máscaras antigas. Se nos vinieron encima, golpeándonos con porras y látigos, pisoteándonos con los caballos. Un policía me golpeó en la cabeza con la porra. Sufrí una conmo cerebral, ahí mismo en el puente. Dejé de sentir las piernas. Sentía que iba a morir. Pensaba que estaba viendo la muerte llegar. Hasta ahora, tantos años más tarde, no recuerdo cómo logré cruzar nuevamente el puente y llegar hasta la iglesia. Pero pude volver a la iglesia, que estaba llena y había más de 2 mil personas afuera tratando de entrar para protestar por lo que había ocurrido en el puente. Y alguien me pidió que hablara, que dijera algo a la gente. Y me levanté y dije algo así como: “No puedo entender que el presidente Johnson pueda enviar tropas hasta Vietnam, pero no pueda enviar tropas a Selma, Alabama, para proteger a la gente cuyo único deseo es registrarse para votar”. Después de eso, lo único que recuerdo es estar internado en el hospital de Selma.
AMY GOODMAN: Cuéntenos cómo fue ese momento en el que decidió seguir adelante, porque, en general, el relato de la historia no registra esos pequeños actos que son, en realidad, gigantescos actos de valentía. Cuéntenos, bueno, después de haber visto las armas de la policía desplegadas en contra suyo, ¿qué fue lo que lo impulsó a seguir, congresista Lewis?
JOHN LEWIS: Bueno, ni mi madre, ni mi padre, ni mis abuelos, ni mis tíos y tías, ni nadie en mi entorno se había registrado alguna vez para votar. Yo había estado trabajando en todo el sur del país. En el estado de Mississippi, había más de 450 mil personas negras en edad de votar y sólo unas de 16 mil estaban registradas para votar. Ese día, no teníamos otra opción. Diría que nos había atravesado lo que yo llamo “el espíritu de la historia” y no podíamos dar marcha atrás. Teníamos que seguir adelante. Como árboles plantados en la rivera de un río, nos mantuvimos anclados allí. Y pensaba que íbamos a morir. Lo primero que pensé fue que nos iban a arrestar y mandar a la cárcel, pero también creía que era una posibilidad real que algunos de nosotros termináramos muertos en el puente aquel día, luego del enfrentamiento. Pensaba que esa iba a ser mi última manifestación. Pero, de alguna manera, sigues adelante. Vas al hospital, vas al médico, te recompones, te levantas y vuelves a intentarlo.
AMY GOODMAN: ¿Y cuál fue la siguiente actividad en la que participaste?
JOHN LEWIS: Bueno, continuamos organizando cosas, intentando registrar a la gente para votar. Fuimos y declaramos ante un tribunal federal para conseguir una medida cautelar contra el gobernador George Wallace y contra los policías del estado de Alabama. El tribunal federal dijo que teníamos el derecho de marchar de Selma a Montgomery. En un discurso a la nación, el presidente Johnson condenó la violencia en Selma y presentó la Ley de derecho al voto. Esa noche dió uno de los discursos más significativos que alguna vez haya dado un presidente estadounidense en la historia moderna sobre el tema de los derechos civiles y el derecho al voto. Condenó la violencia una y otra vez. Y cerca del final del discurso, dijo: “Y venceremos. Venceremos”. Lo llamamos el discurso de “Venceremos”. Yo estaba sentado junto al Dr. Martin Luther King Jr. ese día, escuchando al presidente Johnson. Miré al Dr. King. Los ojos se le llenaron de lágrimas. Estaba llorando. Todos lloramos un poco cuando escuchamos al presidente decir: “Venceremos”. Y el Dr. King dijo: “Vamos a marchar de Selma a Montgomery y vamos a hacer que se apruebe la Ley de derecho al voto”. Dos semanas más tarde, éramos más de 10 mil personas, de todas partes de Estados Unidos, comenzando la caminata de Selma a Montgomery. Y cuando finalmente llegamos a Montgomery, cinco días más tarde, había casi 30 mil ciudadanos presentes, negros y blancos; había protestantes, católcios judíos, hombres, mujeres, gente joven. Fue como una marcha sagrada. Y el Congreso trató la ley, y la aprobó. El 6 de agosto de 1965, el presidente Lyndon Johnson firmó esta ley.
AMY GOODMAN: Continuaremos nuestra conversación con el congresista John Lewis después de la pausa. [Pausa]
AMY GOODMAN: Escuchábamos al coro del Morehouse College interpretando el tema “We Shall Overcome” (Venceremos). El Morehouse College fue el alma máter del Dr. Martin Luther King Jr. Esto es Democracy Now! democracynow.org, el informativo de guerra y paz. Soy Amy Goodman. Continuamos con nuestra entrevista al congresista demócrata John Lewis de Georgia, líder del movimiento por los derechos civiles. Arriesgó su vida en numerosas manifestaciones por el derecho al voto de toda la gente estadounidense. Durante su militancia en el movimiento de derechos civiles, marchó codo a codo con el Dr. King. Se desempeñó como presidente del Comité Coordinador Estudiantil No Violento, colaboró en la organización de las “caravanas por la libertad” (Freedom Rides) y fue uno de los oradores de la Marcha sobre Washington en 1963. El congresista Lewis también fue uno de los dirigentes de la ahora famosa marcha de Selma a Montgomery por el derecho al voto. El 6 de julio de 1964, día en que se hacía el registro de votantes, llevó a 50 afroestadounidenses a los tribunales de Selma, Alabama, pero el sheriff Jim Clark los arrestó en lugar de permitir que se inscribiesen para votar. Le mostramos al congresista Lewis un video de su gran amigo y compañero Martin Luther King Jr. hablando en 1965 sobre Jim Clark.
MARTIN LUTHER KING JR: Lo que quiero decir aquí, esta noche, es que tanto los comerciantes de esta ciudad, como su alcalde, como el comisario, como toda la gente que conforma el sistema de poder blanco de esta ciudad, deben asumir la responsabilidad por los actos de Jim Clark hacia la comunidad. Es hora de que les digamos a estos hombres que si no hacen algo al respecto, no tendremos más remedio que llevar a cabo acciones de desobediencia civil más drásticas y de mayor alcance, para llamar la atención de todo el país a lo que está sucediendo en Selma, Alabama.
AMY GOODMAN: Escuchábamos al Dr. Martin Luther King. John Lewis, usted estaba allí en esa iglesia.
JOHN LEWIS: Fue un discurso increíble. El Dr. King habló muy visceralmente. El sheriff Clark era un hombre muy malvado. Era cruel. Creo que tal vez era un poco enfermo. Llevaba una pistola de un lado y una porra del otro. También llevaba en la mano una picana eléctrica para vacas, pero no la utilizaba con las vacas.
AMY GOODMAN: Un picana eléctrica para vacas.
JOHN LEWIS: Esas que se usan para arrear el ganado. Y recuerdo una vez que tenía un pin en su solapa izquierda que decía: “Nunca”. Él se creía que era era un general del ejército. Se ponía un casco como el de Patton. Una vez obligó a un grupo de niños a hacer una falsa marcha, algo tan cruel, tan violento y malvado. Los hizo ir por una carretera y les dijo: “¿Quieren marchar…?” Y mando a su gente a perseguirlos a caballo. Un día, un grupo de mujeres negras estaban intentando hacer una marcha, eran principalmente maestras, y yo lo vi literalmente poner su pie en el cuello de una mujer negra. Nosotros éramos un movimiento pacífico. Estábamos organizados. Creíamos en la filosofía y en la disciplina de la no violencia. Buscábamos generar conciencia en la gente, llegar a todas las personas.
AMY GOODMAN: Bueno, de alguna manera usted logró llegar a la conciencia del hombre del KKK que lo había golpeado. Quisiera que nos cuente. Hace casi medio siglo, el ahora ex-miembro del Ku Klux Klan Elwin Wilson lo golpeó en el comedor de una estación de autobuses de Carolina del Sur. Después de años de arrepentimiento, Elwin finalmente le pidió disculpas en el año 2009. Además, ha salido a hablar públicamente contra la intolerancia y el racismo. Quiero pasar un fragmento donde se lo ve hablando en el programa de Oprah Winfrey sobre ese día en que lo atacó.
OPRAH WINFREY: ¿Usted era miembro del Ku Klux Klan?
ELWIN WILSON: Oh, sí.
OPRAH WINFREY: Sí.
ELWIN WILSON: Mm-hmm.
OPRAH WINFREY: ¿Fue él la única persona a quien golpeó ese día?
ELWIN WILSON: No.
OPRAH WINFREY: No.
ELWIN WILSON: Cuando estaba ahí, todo golpeado y ensangrentado, un policía se acercó y le preguntó: “¿Quieren que saque una orden de arresto?”
OPRAH WINFREY: Si querían presentar una denuncia.
ELWIN WILSON: Correcto.
OPRAH WINFREY: Sí.
ELWIN WILSON: Si iban a hacer la denuncia. Y él dijo: “No, no estamos aquí para causar problemas”.
AMY GOODMAN: Ese era Elwin, cuando se disculpó con usted, el ex-miembro del KKK. Cuéntenos qué fue lo que pasó con él durante una de las caravanas por la libertad. Y cuéntenos de qué se trataban esos viajes.
JOHN LEWIS: Fue el 9 de mayo de 1961, mi compañero de asiento era un joven caballero blanco. Llegamos a la estación de autobuses Greyhound de Rock Hill, en Carolina del Sur, nos bajamos del autobús.
AMY GOODMAN: ¿Qué estaban haciendo allí?
JOHN LEWIS: Estábamos controlando las instalaciones, los mostradores, la sala de espera, los baños. En aquellos días, las estaciones estaban señalizadas: “sala de espera para blancos”, “sala de espera para negros”, “baño de hombres blancos”, “baño de hombres negros”, “baños de mujeres blancas”, “baño de mujeres negras”. Y había salido una fallo de la Corte Suprema de Estados Unidos prohibiendo la discriminación o la segregación en los viajes dentro del estado. Y cuando quisimos entrar en la llamada sala de espera para blancos, nos atacó un grupo de jóvenes blancos, nos golpearon y nos dejaron tirados en un charco de sangre. Los oficiales de policía del lugar se acercaron y nos preguntaron si queríamos hacer la denuncia. Dijimos: “No, nosotros creemos en la paz. Creemos en el amor y en la no violencia”. Años más tarde, para ser exactos, 48 años más tarde, el Sr. Wilson y su hijo fueron a mi oficina en Washington. Y él dijo: “Sr. Lewis, yo soy una de las personas que lo golpeó. ¿Me perdona? Le pido perdón”. Su hijo lo había animado a hacer esto y empezó a llorar. El Sr. Wilson empezó a llorar. Me abrazó. Su hijo me abrazó. Yo les devolví el abrazo a los dos. Y nos quedamos ahí los tres, llorando. De eso se trataba el movimiento, de la reconciliación.
AMY GOODMAN: Hoy en día, cuando escuchamos hablar del derecho al voto no escuchamos mucho sobre estas luchas que ustede y tantos otros llevaron a cabo hace 50 años.
JOHN LEWIS: Es por eso que es tan importante que la gente entienda, que sepa todo lo que la gente sufrió y luchó. Hubo gente que dió su sangre y su vida por el derecho a participar. El voto es la herramienta no violenta más poderosa que tenemos en una sociedad democrática. Es muy valioso. Es casi sagrado. Tenemos que usarlo. Si no, lo perderemos.
AMY GOODMAN: Pocos años después de ese día, dos años después del día que le aplastaron la cabeza contra el suelo, y que tantos otros fueron golpeados en Montgomery, se realizó la marcha de 1963 en Washington. Allí habló el Dr. King, y usted también habló. Quiero que veamos un fragmento de ese momento, el 28 de agosto de1963.
JOHN LEWIS: A quienes nos dijeron: “Tengan paciencia, esperen” debemos decirles que no podemos tener paciencia. No queremos ganar nuestra libertad gradualmente, queremos ser libres ya. Estamos cansados. Estamos cansados de que la policía nos golpee. Estamos cansados de ver a nuestra gente en la cárcel una y otra vez, para que luego nos griten: “Tengan paciencia.” ¿Cuánto tiempo podemos ser pacientes? Queremos nuestra libertad y la queremos ahora. No queremos ir a la cárcel, pero iremos a la cárcel si ése es el precio que debemos pagar por el amor, la fraternidad y la paz verdadera. Los convoco a todos a unirse a esta gran revolución que está atravesando la nación. Salgan y quédense en las calles de cada ciudad, de cada pueblo y de cada aldea del país, hasta que llegue la verdadera libertad, hasta que la revolución de 1776 esté completa. Es necesario que nos sumemos a esta revolución para completarla, porque en el delta del Mississippi, en el suroeste de Georgia, en el Cinturón Negro de Alabama, en Harlem, en Chicago, Detroit, Filadelfia y en todo el país, las masas negras están marchando por el trabajo y la libertad. Se dice que esto disminuye y se detiene. No nos vamos a detener. Ni todas las fuerzas de Eastland, Barnett, Wallace y Thurmond podrán frenar esta revolución. Si no logramos una legislación significativa en el Congreso, llegará el momento en que nuestras marchas no se limitarán a Washington. Marcharemos en todo el sur, por las calles de Jackson, por las calles de Danville, por las calles de Cambridge, por las calles de Birmingham. Pero marcharemos con el sentimiento de amor y con el sentimiento de dignidad que hemos mostrado hoy aquí. Con la fuerza de nuestras demandas, nuestra determinación y nuestra masividad, haremos estallar el segregado Sur en mil pedazos y lo volveremos a unir bajo la imagen de Dios y la democracia. Decimos: “¡Despierta, Estados Unidos! ¡Despierta!” porque sabemos que no podemos detenernos y que no tendremos paciencia, no podemos ser pacientes.
AMY GOODMAN: Ese era un fragmento de su notable discurso del 28 de agosto 1963. Usted fue el orador más joven de la Marcha sobre Washington. Le tocó hablar antes que el Dr. King.
JOHN LEWIS: Fui el sexto. El Dr. King fue el último orador, fue el décimo. Ese día, cuando A. Philip Randolph me presentó, dijo: “Y les presento al joven John Lewis, presidente nacional del Comité Coordinador Estudiantil No Violento”. Miré a mi derecha y vi que había mucha gente joven, animándome; miré a mi izquierda y vi más jóvenes, trepados a los árboles para ver mejor a la multitud. Entonces miré hacia el frente y me dije: “Aquí estoy. Debo dar lo mejor de mí”. Y eso fue lo que hice. Cuando estaba preparando el discurso, vi una imagen, en el New York Times, de un grupo de mujeres negras en el sur de África con carteles que decían: “Un hombre, un voto”. Así que en mi discurso de la Marcha sobre Washington dije: “'Un hombre, un voto' es la consigna en África y es también nuestra consigna. Debemos hacerla nuestra”. Y ese se convirtió en la consigna de mucha gente joven, en las manifestaciones del Comité Coordinador Estudiantil No Violento.
AMY GOODMAN: Y, sin embargo, ese día tuvo que cambiar el discurso que había preparado inicialmente.
JOHN LEWIS: Se me pidió que cambiara el discurso. Algunas personas pensaban que era demasiado radical, demasiado combativo. A mí me parecía que era el discurso apropiado para la ocasión. Representaba a la gente con la que estábamos trabajando. Algunas personas no estaban de acuerdo con usar la palabra “revolución” o la frase “masas negras”. A. Philip Randolph me salvó en eso. Dijo: “No hay nada malo con usar la palabra “revolución”. Yo también la uso a veces. No hay nada de malo con decir “masas negras”. Así que esas partes quedaron en el discurso. Pero cerca del final, yo había puesto algo así como: “Si no vemos avances significativos hoy aquí, llegará el día en el que nos veremos obligados a llevar nuestras marchas hacia el sur, como lo hizo Sherman; pero desde la no violencia”. Y alguna gente pensó que no estaba bien hacer una referencia a Sherman, así que lo borramos.
AMY GOODMAN: El texto que tengo aquí dice exactamente: “La próxima vez que marchemos, no vamos a marchar sobre Washington sino que marcharemos hacia el sur, atravesaremos el corazón del sur estadounidense como lo hizo Sherman. Llevaremos a cabo nuestra propia política de 'tierra arrasada' y haremos pedazos a Jim Crow; con acciones no violentas”. ¿Por qué aceptó sacar esa parte del discurso?
JOHN LEWIS: Uno de los motivos para ceder fue que A. Philip Randolph, ese hombre maravilloso, ese caballero, siempre había soñado con una marcha en Washington como esa. No se le podía decir que no a A. Philip Randolph. Y además, tenia al Dr. Martin Luther King Jr. que me decía: “John, este no es tu estilo”. Yo amaba a esos dos hombres. El Dr. King era mi héroe, mi inspiración. Y en pos de la unidad, tomé la decisión de cambiar el discurso, de eliminar algunas partes.
AMY GOODMAN: En su discurso, también planteó: “Quiero saber de qué lado está el gobierno federal”.
JOHN LEWIS: Sí hice esa pregunta. Quise plantear esa pregunta: “Quiero saber de qué lado está el gobierno federal”, porque en ciertas regiones del sur parecía que el gobierno federal no estaba parado donde le correspondía históricamente. Parecía que el gobierno federal no estaba ejerciendo sus facultades para la defensa de los derechos civiles. Nos parecía que el gobierno federal podía hacer más, que el Departamento de Justicia podía hacer más, que el FBI podía hacer más que quedarse parado tomando fotos. Pensábamos que podían evitar parte de la violencia y proteger a la gente que estaba siendo arrestada, golpeada y asesinada.
AMY GOODMAN: Quisiera que veamos a Danny Glover leyendo aquellas partes del discurso que usted no dijo.
DANNY GLOVER: “A quienes nos dijeron: 'Tengan paciencia, esperen' debemos decirles que 'paciencia' es una palabra sucia y desagradable. No podemos tener paciencia. No queremos ganar nuestra libertad gradualmente. Queremos nuestra libertad y la queremos ahora. No podemos depender de ningún partido político, porque tanto los demócratas como los republicanos han traicionado los principios básicos de la Declaración de Independencia. No nos vamos a detener. Ni todas las fuerzas de Eastland, Barnett, Wallace y Thurmond podrán frenar esta revolución. Llegará el momento en que nuestras marchas no se limitarán a Washington. Marcharemos hacia el sur, atravesaremos el corazón del sur estadounidense como lo hizo Sherman. ¡Llevaremos a cabo nuestra propia política de 'tierra arrasada' y haremos pedazos a Jim Crow!”
AMY GOODMAN: John Lewis, en otra parte que no quedó incluída en el discurso usted decía: “Nuestra conciencia no nos permite apoyar el proyecto de ley de derechos civiles que presentó el gobierno, porque se queda demasiado corto y llega demasiado tarde. No hay nada en ese proyecto de ley que proteja a nuestra gente de la brutalidad policial”.
JOHN LEWIS: Yo pensaba, y lo sigo creyendo, que el proyecto de ley de derechos civiles que habían presentado no era suficiente. El presidente Kennedy había planteado que cualquier persona que tuviera hasta sexto grado de escolarización se consideraba alfabetizada y estaba habilitada para registrarse para votar. Nuestra postura, desde el Comité Coordinador Estudiantil No Violento, era que los únicos requisitos que se debían poner para inscribirse para votar en Estados Unidos eran la edad y la residencia, nada más ni nada menos. Queríamos una ley mucho más fuerte. Pero el objetivo de la marcha no era lograr una ley específica. Era una marcha por el trabajo y la libertad. Era una marcha de unidad para decirle al Congreso y al presidente de Estados Unidos: “Deben actuar”. Consideramos que no era comparable la importancia de ese proyecto de ley al sufrimiento que estábamos viviendo, a los golpes, los arrestos, los asesinatos que habían tenido lugar en el Sur.
AMY GOODMAN: El congresista John Lewis acaba de publicar un nuevo libro llamado “Across that bridge: Life Lessons and a Vision for Change (Cruzando el puente: lecciones de vida y visión para el cambio social). Continuamos con la entrevista después de la pausa.
[Pausa]
AMY GOODMAN: Escuchábamos “Ain’t Gonna Let Nobody Turn Me Round” (No voy a dejar que nadie me de vuelta) del grupo Freedom Singers, que viajó por el país cantando y recaudando fondos para el Comité coordinador estudiantil no violento (SNCC). El congresista John Lewis se desepeñó un tiempo como presidente del SNCC. Esto es Democracy Now!, democracynow.org, El informativo de guerra y la paz. Estamos emitiendo la entrevista realizada con John Lewis, que ahora cumple su décimo tercer período como congresista demócrata por Georgia. Fue arrestado más de 40 veces durante sus años de activismo por el derecho al voto y contra la segregación en Estados Unidos. John Lewis estuvo con Malcom X en África poco tiempo antes de que fuera asesinado. Pasaron varios días juntos. Le pregunté a John Lewis cómo fue el encuentro y de qué temas hablaron.
JOHN LEWIS: Nos encontramos con Malcolm en Nairobi, Kenia, en el hotel New Stanley. Dio la casualidad que él se estaba hospedando allí, no sabíamos que iba a estar, al mismo tiempo que nosotros. Íbamos camino a Zambia, a participar en los festejos por su independencia. Y tuvimos la oportunidad de conversar con él sobre la situación de Estados Unidos. Creo que en ese momento Malcolm estaba buscando tender puentes con el movimiento de derechos civiles del sur. Quería colaborar, quería dar su apoyo. Y, de hecho, después fue a Selma. Estuvo en Selma el 14 de febrero de 1965. Y muchos de nosotros estábamos en la cárcel, inluído el Dr. Martin Luther King Jr. y las autoridades locales no le permitieron entrar a hablar con nosotros. Dió una charla en la iglesia Brown Chapel AME, junto a la Sra King, para un grupo de estudiantes del colegio secundario. Y siete días después, fue asesinado.
AMY GOODMAN: Lo asesinaron de un disparo el 21 de febrero de 1965.
JOHN LEWIS: Nunca lo olvidaré, porque el 21 de febrero es mi cumpleaños. Y yo estaba volviendo en auto desde el suroeste de Georgia.
AMY GOODMAN: Usted tenia 25 años.
JOHN LEWIS: Veinticinco. Y estaba volviendo a Selma desde el suroeste de Georgia, a través de Atlanta, cuando me enteré de su asesinato. Me vine a Nueva York para asistir al servicio en su honor.
AMY GOODMAN: ¿Cómo valora la importancia de Malcolm X?
JOHN LEWIS: Creo que el aporte de Malcolm fue fundamental en la educación, difusión y expresión sobre la necesidad de un movimiento de masas. La gente lee sobre él. Muchos jóvenes, negros y blancos, han leído su historia. No todos estaban necesariamente de acuerdo con sus técnicas o su táctica. Pero estoy convencido de que, si Malcolm hubiera vivido, habría participado en la sección sureña no violenta, del movimiento de derechos civiles.
AMY GOODMAN: ¿Y cómo era su relación con el Dr. King? ¿Cómo lo veía el Dr. King?
JOHN LEWIS: Recuerdo a Malcolm en el hotel, aun antes del encuentro en Kenia, la noche previa a la Marcha sobre Washington él estuvo en el Hotel Hilton de Washington. Pero bueno, no le gustó como salió la marcha, dijo que parecía un día de picnic y que no había tenido la fuerza suficiente.
AMY GOODMAN: Y no lo invitaron a hablar.
JOHN LEWIS: No fue invitado a hablar. Nosotros, yo no tuve nada que ver con esa decisión.
AMY GOODMAN: Luego de la sanción de las leyes de derechos civiles y de derecho al voto, el Dr. King comenzó a manifestarse cada vez más en contra de la Guerra de Vietnam, aunque su círculo íntimo le decía: “No dé ese discurso en la Iglesia Riverside”, en referencia a su discurso del 4 de abril de 1967, de “Por qué me opongo a la guerra en Vietnam”, justo un año antes del día de su asesinato en Memphis. “Tiene el apoyo del presidente de Estados Unidos. Ha conseguido que firme la Ley de derechos civiles y la Ley de derecho al voto,” le decían al Dr. King. “No se enfrente a él por una guerra que no tiene nada que ver con nosotros”. Sin embargo, él se opuso, dijo que lo guerra sí era cuestión suya. ¿Dónde estaba parado usted en ese tema? ¿Cuál fue su postura, John Lewis?
JOHN LEWIS: Yo apoyaba la postura de Martin Luther King Jr. En esa época era presidente del Comité Coordinador Estudiantil No Violento y ya nos habíamos declarado contra de la guerra de Vietnam. El ejército estaba reclutando a muchos de los jóvenes del SNCC y a muchos de los jóvenes con quienes estábamos trabajando en todo el sur, y los estaban enviando a Vietnam, por lo que nos habíamos declaramos en contra de la guerra en enero de 1966. Yo estuve en la iglesia Riverside la noche del 4 de abril de 1967, cuando él dió ese discurso. Y creo que ése fue uno de sus mejores discursos. La gente suele recordar el de la Marcha sobre Washington, que fue maravilloso. Pero en su discurso contra la guerra de Vietnam, el Dr. King dijo: “Yo no voy a segregar mi conciencia. Si estoy en contra de la violencia en mi país, también estoy en contra de la violencia en el exterior”. Y continuó diciendo que Estados Unidos era el mayor generador de violencia en el mundo. Él era, era un predicador. Era un profeta.
AMY GOODMAN: ¿Está de acuerdo con eso?
JOHN LEWIS: Estoy de acuerdo.
AMY GOODMAN: ¿Que Estados Unidos es el mayor generador de violencia?
JOHN LEWIS: Tenemos más, gastamos cientos y miles, millones y miles de millones de dólares en armamento. Abastecemos al mundo de armas. Vendemos armas a todo el mundo. El Dr. King salió a decir que teníamos que poner fin a esta locura. Gandhi tuvo mucha influencia en él. Y Gandhi decía que era la no violencia o la no existencia. El Dr. King también dijo: “Tenemos que aprender a vivir juntos como hermanos y hermanas, o pereceremos todos como tontos”. Lo que estaba diciendo, efectivamente, es que tenemos suficientes bombas, misiles y armas como para destruir el planeta. Eso dijo en ese momento y sigue siendo cierto hoy en dia.
AMY GOODMAN: En aquel momento, la revista Time describió al discurso como una “demagógica calumnia, que parecía un guión escrito para Radio Hanoi”. Hablando del discurso del Dr. King en 1967, contra la guerra de Vietnam. El Washington Post declaró que King había: “menoscabado la utilidad que tenía para su causa, su país, su pueblo”.
JOHN LEWIS: Creo que es muy lamentable que eso se haya publicado en medios como la revista Time, el Washington Post; si volvieran a escribir esos artículos hoy, dirían otra cosa. El Dr. King estaba en lo cierto. Él tenía razón, como tantos otros, como muchos políticos que se pronunciaron en contra de la guerra, tanto Eugene McCarthy como otros, como más tarde lo hizo Bobby Kennedy. Esa guerra ayudó a destruir tanto, las esperanzas, los sueños y las aspiraciones de tanta gente. La guerra es sangrienta. Es difícil.
AMY GOODMAN: Y entonces, ¿qué piensa sobre las guerras de la actualidad? La guerra de Afganistán, la guerra con aviones no tripulados que el presidente Obama está llevando a cabo en Pakistán, en Yemen y en otros lugares, la “lista negra” con nombres de personas a matar, de la que ha informado el periódico New York Times, que tiene el presidente y personalmente agrega nombres a la lista, ¿su opinión al respecto?
JOHN LEWIS: Creo que ya es tiempo de detener esto, de poner fin a lo que se está haciendo en Afganistán. No se puede justificar la matanza de gente a la que no vemos. No sabemos nada sobre ellos o sabemos muy poco. La guerra no es la solución. La guerra es obsoleta. No se puede ser usada como una herramienta de política exterior. Es bárbaro. En algún lugar, de alguna manera, la gente tiene que llegar al punto de decir: “No voy a seguir haciendo la guerra”.
AMY GOODMAN: ¿Le ha dicho algo sobre esto al Presidente Obama?
JOHN LEWIS: No he tenido la oportunidad. Pero he hablado en la Cámara de Representantes contra la guerra en Afganistán, y también hablé contra la guerra en Irak.
AMY GOODMAN: A los tres días de los ataques del 11 de septiembre de 2001, usted votó a favor de dar al presidente Bush la autoridad para tomar represalias, medida que se aprobó por 420 votos contra 1. Usted ha dicho que se trató de una de las decisiónes legislativas más difíciles que tuvo que hacer. ¿Cuéntenos cómo fue?
JOHN LEWIS: Yo estaba muy trastornado por lo que había sucedido el 11 de septiembre. Ahora, mirándolo para atrá, si tuviera que tomar nuevamente esa decisión, votaría en contra junto con Barbara Lee. Ella mostró una valentía inmensa en ese momento. De modo que, por eso, ahora no voto a favor de ningún financiamiento para la guerra. Voto en contra del entrenamiento militar. Nunca más volveré a apoyar ese tipo de medidas.
AMY GOODMAN: ¿Y qué le responde a quienes dicen: “Usted no apoya al ejército, no apoya a los soldados, a las tropas”?
JOHN LEWIS: Yo apoyo a los soldados. Cuando veo a hombres jóvenes de uniforme, les digo: “Gracias por su servicio”. Les digo: “Quiero que todos ustedes vuelvan a casa”. Se los digo en la cara. Los veo en los aeropuertos. Los veo en Washington. Y les digo: “Es hora de que vuelvan a casa”.
AMY GOODMAN: El presidente Obama lanzará su candidatura a la reelección con un discurso en la convención nacional demócrata, que tendrá lugar en el estadio Bank of America. Hace cuatro años, en el estadio Mile High en Denver, usted fue homenajeado en un evento similar. Fue el 28 de agosto de 2008. Era el aniversario del discurso del Dr. King en Washington, y también del suyo. Pero ahora el presidente Obama hablará en Charlotte, en el estadio Bank of America, y un punto clave de su discurso será la economía, un tema que también está profundamente ligado a la guerra. ¿Cómo ve hoy el camino recorrido en estos cuatro años?
JOHN LEWIS: Bueno, tengo la esperanza de que el presidente Obama y el Partido Demócrata puedan recobrar las esperanzas y los sueños que la gente tenía hace cuatro años y elaboren una plataforma, un programa que se oriente hacia donde debemos ir. ¿Cómo se hace para rescatar y salvar a la gente? ¿Cómo dar a la gente la seguridad de que pueden sobrevivir, de que les puede ir bien en Estados Unidos? Mucha gente ha perdido su hogar, su trabajo. Hay que decir que hay una salida, que hay una mejor manera de hacer las cosas. No pueden sentirse intimidados por el hecho de que la convención tenga lugar en un centro del Bank of America. Tienen que ser fuertes. Tienen que decir la verdad.
AMY GOODMAN: ¿Cree que está bien que la gente salga a protestar durante el discurso del Presidente Obama?
JOHN LEWIS: Bueno, no sé. Si la gente siente que algo no está bien, que no es justo, tiene el derecho a protestar.
AMY GOODMAN: ¿Usted siente que algo no está bien? ¿Usted saldría a protestar?
JOHN LEWIS: No sé lo que voy a hacer. No lo sé. Creo que siempre es el momento justo para hacer lo correcto, como dijo el Dr. King. Y la gente siempre tiene derecho a protestar por lo que es justo.
AMY GOODMAN: ¿Cómo decidió pasar de ser activista, un activista de base, de estar combatiendo en las calles —o sea, usted no salía a combatir físicamente, pero sí era atacado por la policía, a cada paso— a trabajar en el Congreso? Cuéntenos del momento en que tomó esa decisión y del año en que lo hizo. ¿Qué edad tenía?
JOHN LEWIS: Tomé la decisión después de que asesinaron al Dr. Martin Luther King Jr. y a Robert Kennedy. La noche del 4 de abril de 1968, estaba con Robert Kennedy en un acto Indianápolis, Indiana, cuando me enteré de que le habían disparado al Dr. King. Estaba trabajando en la organización del evento y no supe lo que le había pasado hasta que escuché hablar a Robert Kennedy y decir que el Dr. King había sido asesinado.
AMY GOODMAN: Veamos un video de ese momento.
ROBERT F. KENNEDY: Tengo una noticia muy triste para darles, que creo entristeserá a todos nuestros conciudadanos y a toda la gente del mundo que ama la paz. Martin Luther King ha sido asesinado de un disparo esta noche en Memphis, Tennessee.
AMY GOODMAN: Ese era Robert Kennedy dando la noticia del asesinato a la gente en Indianápolis. John Lewis, usted estaba allí.
JOHN LEWIS: Me puse a llorar, junto a tantas otras personas. Y me dije a mí mismo: “Aún tenemos a Bobby”. Volví a Atlanta, asistí al funeral, junto a Robert Kennedy y cientas, miles de personas más. Cuando terminó el funeral, seguí trabajando en la campaña de Kennedy, fui a Oregon y más tarde a California. En la campaña de Bobby Kennedy me tocó trabajar con César Chávez. Fue maravilloso. Recorrimos todo Los Ángeles, incluso los barrios ricos, tocando puerta a puerta e instando a la gente a votar por Bobby. Y la noche de las elecciones primarias, cuando ya había terminado la votación, Bobby Kennedy vino y me dijo: “John, voy abajo a hacer mi declaración por la victoria. ¿Por qué no te quedas?” Yo estaba en su suite con su hermana y otras personas, como el hermano de Medgar Evers. Y escuchamos las palabras de Bobby cuando decía: “Vamos por Chicago”. Y momentos, minutos más tarde, se anunció que le habían disparado. Caí al suelo y lloré, y lloré. Sólo quería salir de Los Ángeles. A la mañana siguiente tomé un vuelo a Atlanta y creo que lloré todo el camino desde Los Ángeles hasta Atlanta. Y volví a Nueva York para asistir al funeral. Y antes del funeral, me quedé toda la noche como guardia de honor, junto al reverendo Ralph Abernathy. Luego me sumé al cortejo fúnebre. La familia me pidió que fuera con ellos desde Nueva York hasta Washington. Y en algún lugar momento, mientras íbamos en camino, sentí que de alguna manera tenía que continuar con el trabajo del Dr. King y Robert Kennedy. Ellos eran mis amigos y eran mis héroes. Me habían inspirado. Y algunos amigos comenzaron a animarme para que participara en política electoral, que no me quedara sólo en registrar a la gente para votar, que me presentara a elecciones para un cargo público. Y años más tarde tomé la decisión de hacerlo.
AMY GOODMAN: Para terminar, en la última parte de su nuevo libro “Across the Bridge” (Cruzando el puente), usted escribe: “Así como Gandhi allanó el camino para King, King allanó el camino para Polonia; Polonia le allanó el camino a Irlanda, Irlanda para Serbia, y Servia para la Primavera Árabe; la Primavera Árabe le allanó el camino a Wisconsin y a Occupy…” Explíquenos cómo funcionan estas conexiones.
JOHN LEWIS: Creo que hay algo en la historia de la humanidad, que yo llamo el espíritu de la historia. Como un manantial, un arroyo, que se mueve sin cesar. Y surgen personas y fuerzas sociales que se convierten en símbolos de lo bueno, de lo correcto, de lo justo. Y por eso escribí este pequeño libro, para decirle a la gente que todos podemos dejarnos atravesar, ser utilizados por el espíritu de la historia. Que sólo se trata de encontrar la forma de meterse dentro. Cuando yo era pequeño, mi madre y mi padre, mis abuelos y bisabuelos, siempre me decían: “No te metas en problemas. No te metas en nada.” Pero el trabajo de Martin Luther King Jr., Rosa Parks y otros me movilizó, me llevó a involucrarme, a meterme en problemas, en problemas de los buenos, problemas necesarios. Y todos debemos encontrar la forma, el valor de meternos en problemas, de hacer lo que nos toca. Cada generación debe encontrar una forma de dejar el planeta, esta pequeña nave espacial, la tierra, este lotecito de tierra, un poco mejor de lo que estaba, un poco más limpio, un poco más verde y con un poco más de paz. Creo que esa es nuestra vocación. Tenemos la misión, el mandato y la obligación moral de hacer precisamente eso.
AMY GOODMAN: John Lewis, trece veces congresista de Estados Unidos, ex presidente del Comité Coordinador Estudiantil No Violento, ha estado detenido más de 40 veces y ha sido golpeado repetidamente en su lucha por el derecho al voto y contra la segregación en Estados Unidos. Acaba de publicar un nuevo libro, llamado “Across the Bridge: Life Lessons and a Vision for Change” (Cruzando el puente: lecciones de vida y visión para el cambio social).
Traducido por Constaza Sánchez Chiappe. Editado por Verónica Gelman y Democracy Now! en Español.