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El viernes, Estados Unidos felicitó a Juan Orlando Hernández, actual presidente de Honduras, por lo que, dijo, fue su re elección. Esto se produjo un mes después de la disputa entre el gobierno de Honduras y la oposición por el controvertido escrutinio de los votos y unos días después de que la comisión electoral controlada por el gobierno declarara ganador a Hernández. Previamente, el frente opositor Alianza contra la dictadura y la Organización de Estados Americanos (OEA) habían solicitado una nueva elección, ante las denuncias de fraude generalizado y afirmaron que era “imposible” verificar el triunfo de Henández. La semana pasada, el candidato de la oposición, Salvador Nasralla, viajó a la ciudad de Washington para reunirse con funcionarios en la OEA y el Departamento de Estado de EE.UU., pero los funcionarios estadounidenses sostuvieron que Nasralla no presentó pruebas para respaldar las denuncias de fraude.
Para saber más de este tema,hablamos con Allan Nairn. Nairn es periodista de investigación y acaba de regresar de Honduras. Su artículo más reciente para el sitio Intercept se titula “U.S. Spent Weeks Pressuring Honduras Opposition to End Protests Against Election Fraud” (EE.UU. pasó semanas presionando a la oposición en Honduras para que pidiera el cese de las protestas contra el fraude electoral).
Transcripción
AMY GOODMAN: Comenzamos el programa de hoy en Honduras. El viernes Estados Unidos felicitó al actual presidente hondureño Juan Orlando Hernández por su supuesta reelección en el cargo. Esto sucedió tras un mes de enfrentamientos entre el Gobierno de Honduras y la oposición por su desacuerdo respecto al resultado de la votación, y días después de que la Comisión Electoral, que está controlada por el Gobierno, declarara a Hernández ganador. El frente opositor, la Alianza Contra la Dictadura, y la Organización de Estados Americanos (OEA) habían pedido una nueva votación en medio de denuncias de fraude electoral generalizado, argumentando que la victoria de Hernández era imposible de comprobar. La semana pasada, el candidato opositor Salvador Nasralla viajó a Washington, DC, para reunirse con funcionarios de la OEA y del Departamento de Estado de EE.UU. Funcionarios estadounidenses afirmaron que Nasralla no presentó pruebas para respaldar sus acusaciones de fraude, pero el viernes Nasralla dijo que su lucha por la presidencia era una “causa perdida” después de que Estados Unidos reconociera a Hernández como ganador de las elecciones. Nasralla declaró a la cadena de televisión France 24: “La situación está prácticamente decidida (…) Ya no tengo nada que hacer en la política, pero el pueblo, del cual el 80 por ciento está a mi favor, continuará la lucha”. Este es Nasralla hablando a los medios el viernes pasado en la capital de Honduras, Tegucigalpa.
SALVADRO NASRALLA: Estados Unidos puede reconocer, como reconoció hoy, la victoria electoral de Juan Orlando Hernández por medio de su Departamento de Estado, pero, en mi opinión, él perdió las elecciones por medio millón de votos, tal como probé científicamente el lunes y martes a la Organización de Estados Americanos.
AMY GOODMAN: Esto sucede mientras grupos de derechos humanos han documentado al menos 17 muertes durante las protestas por la disputa en los resultados de las elecciones en Honduras. Hay informes que indican que el ejército ha asesinado y golpeado a manifestantes, llegando a atacar a manifestantes dentro de hospitales; disparado gas lacrimógeno dentro de hogares, en algunos casos con niños y mujeres embarazadas presentes; y lanzado una violenta represión contra los manifestantes indígenas de la etnia garífuna. El Departamento de Estado de EE.UU. considera a Hernández y a Honduras aliados en la guerra contra las drogas y en el asunto de la inmigración. Washington es el principal proveedor de ayuda humanitaria a Honduras y su mayor socio comercial. Honduras fue también uno de los ocho países que votó junto a Estados Unidos en contra de una resolución de la ONU que rechazaba el reconocimiento de Jerusalén como la capital de Israel por parte del presidente Trump. Para más información, nos acompaña en Nueva York Allan Nairn, periodista de investigación galardonado, que llegó el sábado por la noche de Honduras. Su nuevo artículo para el medio The Intercept se titula “EE.UU. pasó semanas presionando a la oposición de Honduras para acabar con las protestas contra el fraude electoral”. Allan Nairn ha ganado muchos de los principales premios que se otorgan en periodismo. Allan, usted estuvo en Honduras durante varias semanas cubriendo estas elecciones. Cuéntenos que ha sucedido hasta ahora.
ALLAN NAIRN: Bueno, en cierto modo ha habido un levantamiento de los hondureños contra el fraude electoral. Aunque a un nivel más profundo se trata de un levantamiento de clases contra una oligarquía que Estados Unidos ha respaldado durante décadas. EE.UU usó a Honduras por primera vez en los años 80 para organiza el ataque de los Contras contra Nicaragua. Honduras era su base de operaciones. Ahora dicen que lo están usando en la guerra contra las drogas. De algún modo, hay una ocupación militar de facto de Estados Unidos en Honduras, ya que Estados Unidos tiene una base militar allí, pese a que las bases extranjeras están prohibidas por la constitución hondureña, pero, al igual que ocurre por ejemplo en el sur de Filipinas, donde EE.UU. también está llevando acabo operaciones militares sobre el terreno, hay un acuerdo tácito con Gobierno central. Esto es muy importante si tenemos en cuenta que América Central fue devastada por las masacres que ocurrieron en los años 80 —con posiblemente 200.000 asesinatos en Guatemala, más de 70.000 en El Salvador y un número similar en Nicaragua— y que fueron respaldadas por EE.UU. con la ayuda de Israel, y esas sociedades aún no se han recuperado de esas masacres. Las pandillas, el crimen, el tráfico de drogas, son todas consecuencias directas de esos ataques contra civiles. Aun así, lo que pasó en Guatemala, donde un movimiento popular anticorrupción originado en la clase media hace algunos años ayudó a derrocar al presidente respaldado por EE.UU., el general Pérez Molina, y lo que pasa ahora en Honduras, con este levantamiento contra lo que aparenta ser el robo de unas elecciones, nos muestra que hay una resurgimiento social. Esto es un ejemplo, creo yo, para EE.UU. y el mundo de que los pueblos pueden resurgir incluso cuando ha sido abatidos, cuando muchos de sus líderes han sido asesinados, cuando muchas de sus aldeas han sido aniquiladas, como sucedió en Guatemala. Estados Unidos respaldó esta elecciones en Honduras, este intento del presidente Hernández de ser reelegido pese a que la reelección está prohibida en la constitución de Honduras.
AMY GOODMAN: ¿Quiere decir que no podía postularse de nuevo?
ALLAN NAIRN: No podía, pero lo hizo de todos modos. Se han dado a conocer todo tipo de evidencias de fraude. Hay una grabación donde su gente está hablando sobre el plan B para rellenar urnas electorales. Yo vi una conversación por mensaje de texto en la que uno de los técnicos electorales decía: “El fraude se ha completado”. En la noche de las elecciones, el gerente de la compañía adjudicada para el conteo de votos compartió un mensaje en Facebook que decía: “Nasralla, el candidato de la oposición, es el nuevo presidente de Honduras. Su liderazgo en la elección es irreversible”. Y luego pararon el recuento y lo reanudaron más tarde, anunciando que la ventaja había desaparecido y que Hernández, el hombre de EE.UU., era el nuevo ganador. Sin embargo, tuvieron que esperar tres semanas antes de que pudieran declarar formalmente esa victoria porque la gente salió a las calles, cientos de miles de hondureños en todo el país. En muchos casos liderados por personas de los sectores más pobres y de la clase trabajadora. E incluso muchos de los policías se rebelaron. En un momento dado, aparentemente entre un 20 por ciento y un tercio de toda la policía nacional se congregó en sus bases, rechazando, según dijeron, continuar con la represión, afirmando que iban a deponer las armas. En respuesta, los militares han promocionado a los líderes de las unidades más brutales y más leales de la policía militar, y también a aquellos egresados del curso de capacitación para líderes de las fuerzas armadas, Fusina, que está respaldado por Estados Unidos. Están matando alrededor de un manifestante por día.
AMY GOODMAN: ¿Cuántos cree que han sido asesinados hasta ahora?
ALLAN NAIRN: Bueno, es difícil saber exactamente cuantos han sido asesinados por los militares. Probablemente sean 34 o más a estas alturas. Lo que está ocurriendo es, en cierto sentido, una intifada en las calles. Y muchas de las tácticas que [los militares] están usando también son una reminiscencia de las tácticas utilizado por el Ejército israelí. Usted mencionó el lanzamiento de gas lacrimógeno contra los hogares y la violencia sistemática contra los manifestantes. Pero a diferencia de Israel, donde el Ejército es profundamente ideológico, totalmente alineado al proyecto del Gobierno, en Honduras solo ciertos sectores del Ejército y la policía tienen esa característica. Hablé con decenas de soldados y policías, y está claro que a muchos de ellos no les gusta que los obliguen a participar de una nueva reelección de Gobierno impuesta, como es la de Hernández. Estas manifestaciones pueden continuar, y no se sabe si este Gobierno podrá resistir aunque cuente con el respaldo de Washington. Y esto es un notable avance, no solo para América Central, sino también para toda América Latina e incluso a nivel mundial, porque es otro ejemplo de que los poderes más fuertes respaldados por Estados Unidos a veces pueden ser derrotados, y a veces se pueden revertir, y que el control de EE.UU. del mundo se está debilitando, y que quizás el sello de aprobación del Pentágono ya no sea suficiente para mantenerse en el poder.
AMY GOODMAN: Pese a las protestas generalizadas, al llamado a unas nuevas elecciones por parte del partido opositor, la Alianza Contra la Dictadura, y de la Organización de Estados Americanos, y de los informes de fraude electoral generalizado en las presidenciales de Honduras, el actual presidente, Juan Orlando Hernández, que está respaldado por EE.UU., se declaró ganador la semana pasada.
JUAN ORLANDO HERNÁNDEZ: La aceptación de la voluntad popular de casi tres millones y medio de hondureños traerá paz, armonía y progreso.
AMY GOODMAN: Ese era Hernández. El primer anuncio de Hernández diciendo que ganó fue el domingo pasado, ¿verdad?, cuando Salvador Nasralla, de la Alianza Contra la Dictadura, quien estuvo liderando el recuento hasta que fue cerrado, estaba subido en un avión rumbo a Estados Unidos para reunirse con funcionarios del Departamento de Estado, En ese momento fue cuando Hernández hizo su anuncio.
ALLAN NAIRN: Sí, cuando Nasralla estaba volando. Es correcto. Lo hicieron, al parecer, para tomarlo por sorpresa.
AMY GOODMAN: ¿Usted vio a Nasralla cuando subía al avión?
ALLAN NAIRN: Sí. Él no esperaba que el anuncio se hiciera en ese momento, especialmente porque justo el día anterior la hermana de Hernández había muerto trágicamente en un accidente de helicóptero. Entonces la idea era que él [Hernández] ciertamente no lo iba a hacer. Pero lo hizo.
AMY GOODMAN: Ella era su consejera cercana.
ALLAN NAIRN: Sí, ella era su principal estratega.
AMY GOODMAN: La hermana de Hernández.
ALLAN NAIRN: Ella era la principal asesora estratégica del presidente Hernández. Así que ellos proclamaron la victoria. Y luego, unos días después, salió EE.UU. a felicitarlos por esa victoria. Israel también fue uno de los primeros en felicitar a Hernández. Unos días después de eso, la Asamblea General de la ONU realizó la votación sobre Jerusalén, y Honduras cambió su patrón de votación y fue uno de los pocos países que respaldó a EE.UU. en su decisión de trasladar su embajada a Jerusalén, reconociendo así el control de Estados Unidos. Entonces, el presidente de Guatemala, Jimmy Morales, quien llegó al poder como el candidato de los viejos generales de las masacres que ahora están siendo enjuiciados, anunció que Guatemala trasladaría su embajada a Jerusalén. Esto es parte de una presión a nivel mundial que el Departamento de Estado de EE.UU. está realizando entre bastidores para reforzar la política de Trump respecto a Israel.
AMY GOODMAN: Antes de hablar sobre Israel y Palestina, lo cual haremos en el siguiente segmento de forma más profunda, volvamos a Honduras. Háblenos sobre la representante estadounidense en Honduras. El presidente Trump no ha designado a los embajadores de EE.UU. en muchos países. Pero hable acerca de quién es Heide Fulton y el papel que Estados Unidos ha jugado en las elecciones de Honduras.
ALLAN NAIRN: Bueno, ella es la encargada de negocios en Honduras, la embajadora en funciones. En las últimas semanas, durante las protestas, he estado hablando con Nasralla constantemente, preguntándole sobre sus interacciones diarias con EE.UU., y en un momento, a principios de diciembre, Fulton y John Creamer, un alto funcionario del Departamento de Estado y un ex ayudante del general John Kelly, el jefe de personal de la Casa Blanca, se reunieron con Nasralla. Él dijo que los funcionarios de EE.UU. lo estaban instando a detener las protestas. Las protestas han sido una fuerza popular potente contra el fraude electoral, y Estados Unidos estaba tratando de pararlas, sin éxito, inclusive cuando Nasralla insistió en que quería ser amigo y aliado de Estados Unidos, asegurando que no tocaría la base militar, y que no tocaría las empresas multinacionales. Incluso dijo que firmaría todas las órdenes de extradición de EE.UU. sin siquiera leerlas. A pesar de todo esto, la Casa Blanca, donde tenemos al general Kelly, que es una persona bastante cercana a Hernández, en cierto sentido es su mentor político…
AMY GOODMAN: Explique quién es Kelly, antes de ser el jefe de gabinete él era…
ALLAN NAIRN: Dirigió el ejército de EE.UU. en América Latina desde el SOUTHCOM, el Comando Sur de EE.UU.
AMY GOODMAN: Y luego se convirtió en jefe del Departamento de Seguridad Nacional, antes de convertirse en el jefe de Personal de Trump.
ALLAN NAIRN: Correcto. Entonces, [la Casa Blanca] decidió que incluso Nasralla, quien prometió todas esas cosas para acatar las ordenes de Estados Unidos, no era lo suficientemente bueno, no era aceptable para ellos, porque no es parte del régimen golpista. El golpe de 2009, el cual fue respaldado por el Pentágono y por Hillary Clinton, la Secretaria de Estado en ese momento, a colocado a una serie de presidentes, de los cuales Hernández es el último, que respaldan la oligarquía, le dan a EE.UU. la luz verde para hacer lo que quiera militarmente, y cuentan con muy poco apoyo popular. Nasralla sigue diciendo, en muchos de sus discursos: “Bueno, tal vez logré el 70 por ciento. Tal vez logré el 80 por ciento de los votos”. Y eso suena algo inverosimil viniendo de un político. Aunque tengo que decir que mientras recorría Tegucigalpa y sus alrededores, lugar donde la oposición no tiene gran apoyo, fue muy difícil encontrar a alguien que apoyara a Hernández. Incluso pese a que me concentré en hablar con los sectores que tienden a ser más conservadores, como el ejército, la policía y los dueños de pequeños negocios. Las personas de las fuerzas de seguridad no pueden votar, pero si les preguntas por quién votaron sus familias dicen, de manera abrumadora, que votaron por Nasralla.
AMY GOODMAN: ¿Y porqué no se les permite votar?
ALLAN NAIRN: Para mantenerlos fuera de la política. Muchos países tienen esa regla. Hay muchas pruebas de que hubo una operación masiva para rellenar las urnas con votos falsos, que por poco fracasa, porque, primero, las fuerzas de Hernández respaldadas por Estados Unidos no esperaban que el apoyo a Nasralla fuera tan amplio, así que no rellenaron suficientes urnas. Se sorprendieron al descubrir que incluso al rellenarlas, Nasralla aún tenía cinco puntos de ventaja en la noche de las elecciones. Entonces, ahí es cuando anunciaron que el sistema de las computadoras que estaban haciendo el recuento se averió, y apagaron todo. Y lo reiniciaron después de haber puesto más boletas falsas en el sistema. Y solo entonces pudieron obtener el resultado que querían. Pero inclusive eso no fue suficiente, porque la gente salió a las calles negándose a aceptar el resultado. Ahora EE.UU. se han involucrado y lo ha ratificado ese resultado, a pesar de que la Organización de Estados Americanos ha dicho que “Deben repetir las elecciones, esto no es legítimo”. Pero en este momento no está claro que esto sea suficiente porque si la gente sigue saliendo a protestar a las calles, este régimen podría terminar siendo muy inestable.
AMY GOODMAN: Nos vamos a una pausa y luego volvemos a nuestra discusión con Allan Nairn, periodista de investigación galardonado con los principales honores en periodismo, quien acaba de regresar este sábado de Honduras. Su nuevo artículo para el medio The Intercept se titula: “EE.UU. pasó semanas presionando a la oposición de Honduras para acabar con las protestas contra el fraude electoral”. Esto es Democracy Now! Volveremos para hablar con Allan Nairn acerca de Honduras y otros problemas en esta discusión de fin de año en un momento.