Gustavo Petro: Un nuevo eje progresista está naciendo entre México, Bogotá y Sao Paulo

Original en Español14 de agosto de 2018
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En Colombia, el político de derecha Iván Duque ha asumido el cargo de nuevo presidente del país. Duque, quien fue designado a dedo por el expresidente de derecha Álvaro Uribe, ha prometido anular algunas partes clave del histórico acuerdo de paz firmado con los rebeldes de las FARC. La embajadora de Estados Unidos ante la ONU, Nikki Haley, se reunió con Duque antes de su toma de posesión como presidente para discutir sobre las relaciones entre Estados Unidos y Colombia, y el apoyo de Estados Unidos a la guerra contras las drogas en Latinoamérica. Duque se opone a la legalización de las drogas. Al mismo tiempo, por todo Colombia se realizaron manifestaciones en contra de la toma de posesión de Duque y en demanda del fin de la oleada de asesinatos de líderes a favor de los derechos humanos. Justo antes de la toma de posesión de Duque, hablé con Gustavo Petro, que resultó segundo en la contienda electoral de este año, logrando ocho millones de votos en su intento por convertirse en el primer presidente de izquierda de Colombia. En la década de 1980, Petro estuvo en la cárcel y fue torturado por ser miembro del movimiento guerrillero M-19. Más tarde, pasó a encabezar los intentos en el Congreso de Colombia para investigar los vínculos entre los escuadrones de la muerte de los grupos paramilitares e importantes políticos colombianos. Petro ha sido también alcalde de Bogotá y acaba de reincorporarse a su asiento de senador.

Transcripción
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AMY GOODMAN: En Colombia, el político de derecha Iván Duque ha asumido el cargo de nuevo presidente del país. Duque, quien fue designado a dedo por el expresidente de derecha Álvaro Uribe, ha prometido anular algunas partes clave del histórico acuerdo de paz firmado con los rebeldes de las FARC. La embajadora de Estados Unidos ante la ONU, Nikki Haley, se reunió con Duque antes de su toma de posesión como presidente para discutir sobre las relaciones entre Estados Unidos y Colombia, y el apoyo de Estados Unidos a la guerra contras las drogas en Latinoamérica. Duque se opone a la legalización de las drogas. Al mismo tiempo, por todo Colombia se realizaron manifestaciones en contra de la toma de posesión de Duque y en demanda del fin de la oleada de asesinatos de líderes a favor de los derechos humanos. Justo antes de la toma de posesión de Duque, hablé con Gustavo Petro, que resultó segundo en la contienda electoral de este año, logrando ocho millones de votos en su intento por convertirse en el primer presidente de izquierda de Colombia. En la década de 1980, Petro estuvo en la cárcel y fue torturado por ser miembro del movimiento guerrillero M-19. Más tarde, pasó a encabezar los intentos en el Congreso de Colombia para investigar los vínculos entre los escuadrones de la muerte de los grupos paramilitares e importantes políticos colombianos. Petro ha sido también alcalde de Bogotá y acaba de reincorporarse a su asiento de senador.

Comencé preguntándole sobre los últimos acontecimientos ocurridos en Venezuela, el país vecino a Colombia. El sábado 4 de agosto, el presidente venezolano, Nicolás Maduro, resultó ileso tras un aparente intento de asesinato en su contra, cuando varios drones cargados con explosivos fueron detonados sobre él mientras ofrecía un discurso televisado. Maduro culpó del ataque a la oposición de derecha y al Gobierno de Colombia. Le pregunté a Gustavo Petro sobre su opinión acerca de los ocurrido.

GUSTAVO PETRO: En general, creo que los gobiernos tratan de resolver sus
propios conflictos internos, muchas veces sus incapacidades, en la acción
externa. Y aunque es indudable que la acción externa existe, ningún gobierno se mueve en forma absolutamente independiente de los contextos mundiales, de los intereses y de las fuerzas ajenas a la sociedad. Lo cierto es que mal hace un gobierno en delegar las culpabilidades de cualquier suceso en esas fuerzas ajenas. Siempre hay una situación interna que las hacen posibles, que las permite. Y creo que lo que el presidente Maduro tiene que examinar a fondo… es la situación interna del país, es la ausencia de un diálogo real, es la ausencia de un programa certero de tránsito hacia una economía productiva dado que Venezuela ya no puede vivir más del petróleo. Y estos planes no se ven ni en la oposición, ni en el Gobierno. Es lo que un filósofo llamado [Antonio] Gramsci hace mucho tiempo llamaba una “crisis integral”. El problema no está en Santos, está en la crisis integral de la sociedad venezolana.

AMY GOODMAN: ¿Puede hablar de lo que está sucediendo hoy en su país? Sobre la toma de posesión de Iván Duque, el hombre contra el que usted compitió por la presidencia de Colombia, y el significado de su victoria.

GUSTAVO PETRO: Hoy es un día de interrogantes en Colombia. Tenemos la toma de posesión del nuevo presidente, que hizo de su campaña una especie de himno al presidente Uribe, que representa a las fuerzas de extrema derecha del país, y que está siendo juzgado por sus vínculos con el paramilitarismo que generó un genocidio en Colombia. Y al mismo tiempo, se instalan en centenares de municipios, en ciudades, en sus plazas públicas, en más de 40 ciudades del mundo, manifestaciones que le gritan al nuevo Gobierno que hay que tomar decisiones sobre la vida, sobre la paz y sobre la justicia en Colombia. Sobre la vida porque han asesinado más de 330 líderes populares y han amenazado en los últimos meses miles de activistas políticos de oposición. Sobre la paz porque en campaña el actual presidente anunció destruir ejes esenciales de la paz lograda por el presidente Santos y las FARC. Y por la justicia porque precisamente el expresidente Uribe, quien fue llamado a indagatoria en un proceso judicial por soborno a testigos, tratando de ocultar sus vínculos con el paramilitarismo, ha desatado desde el Senado de la República una campaña de desprestigio contra la Corte Suprema, una campaña que ya había hecho siendo presidente, incluso interceptando ilegalmente todas las comunicaciones de los magistrados del máximo tribunal de Justicia en Colombia.

AMY GOODMAN: Gustavo Petro, ¿puede hablar sobre la relación de Iván Duque con Uribe? ¿A cuándo se remonta? ¿En qué trabajaron juntos y qué es lo que más le preocupa? Especialmente para la audiencia que no viven en Colombia y que no está tan familiarizada con la situación política colombiana.

GUSTAVO PETRO: Bueno, muy pocos conocemos, yo tampoco conozco, a Duque. Realmente era un desconocido hace cuatro o cinco meses. Es el poder del liderazgo de Uribe sobre una parte, la derecha de la sociedad colombiana, lo que le ha permitido ser presidente. Antes de ser senador sin elección popular, Duque se dedicaba, allá en Washington DC, a organizar los conciertos de entretenimiento de los funcionarios del Banco Interamericano de Desarrollo. Y no se conoce más de él. Lo que sí conocemos es el discurso que lo lleva a la Presidencia y que es exactamente el mismo del expresidente Álvaro Uribe. En este punto es que surgen las preocupaciones, los miedos, los temores. Y es quizás lo que hizo que ocho millones de personas votaran por mí, tratando de ganar la presidencia de Colombia. Es el temor a que se destruya lo poco que se ha construido de democracia y paz en Colombia, de libertades públicas, de independencia del Poder Judicial y de respeto a la diferencia. Si ustedes examinan, por ejemplo, la hoja de vida del que va a ser el representante de Colombia ante la OEA, la Organización de Estados Americanos, el señor Alejandro Ordóñez, encontrarán, y ustedes dirán si miento, la hoja de vida de una persona que es antisemita, que es homofóbica de acción y que es fascista de ideología. Esa persona es quien nos va a representar ante la Organización de Estados Americanos. Si ustedes analizan un tanto los últimos discursos del que va a ser el presidente de Colombia sobre políticas antidrogas, encontrarán un hecho muy preocupante, que hoy ya ustedes han registrado en sus investigaciones. Colombia es uno de los países más violentos del mundo. Es de los más desiguales socialmente del planeta, el más desigual de América Latina. Y esas han sido las causas del surgimiento de un narcotráfico muy poderoso alrededor de la cocaína. La construcción de una política, nacida en Washington, de enfrentamiento militar y represivo contra el narcotráfico ha hecho de Colombia ese país violento y ha convertido buena parte de la geografía americana, incluidas varias ciudades de Estados Unidos, entre las 50 ciudades más violentas del mundo. La crisis se paga en Colombia en términos de centenares de miles de muertos, de la destrucción de su democracia, como está sucediendo en México, en Guatemala, en Honduras, en Centroamérica, en Venezuela, en Brasil, en Ecuador. Pero también se paga en Estados Unidos con la nueva estadística de muertes por sobredosis por drogas mucho más dañinas que la cocaína. Más de 60.000 muertos al año. Ese es el balance de un fracaso. México se mueve hacia una política progresiva alrededor de las drogas, de dejar de enfrentarlas desde el punto de vista militar y represivo, y construir un camino social de salida del problema de las drogas. Colombia dio pasos en ese sentido. Mi alcaldía en Bogotá dio pasos certeros, demostrando en las estadísticas que funcionaba la nueva estrategia. El presidente Uribe ha anunciado de nuevo fumigaciones, encarcelamiento a los consumidores de drogas, aumentar la política militar y represiva, siguiendo los consejos del presidente Trump, y ese camino puede conducir a nuestra sociedad a una violencia aún mayor. Hoy tenemos nuevos actores de la violencia. Ya no son las Farc que se desarmaron. Ya no es la guerrilla insurgente de la época de la Guerra Fría. Ya no son los paramilitares que extraditaron a Estados Unidos, no para ser juzgados por genocidio en Colombia sino por simple narcotráfico. Sino que hay una estrategia continental dirigida por los cárteles mexicanos con raíces en Estados Unidos, en México, en Centroamérica, en Ecuador, y que trata de capturar la producción de hoja de coca y de cocaína en Colombia, que nos puede enfrentar factores de violencia aún mayores que los que hemos vivido. Duque no parece darse cuenta de eso. Y en ese desconocimiento, tratando de reconstruir unas FARC en armas, que hoy no existen, para mantener el poder político sobre la sociedad colombiana, puede, imitando la política de Trump, condenar a Colombia una nueva era de violencia. Y este es el peligro del que estamos hablando. Por eso han crecido los asesinatos de líderes populares, hoy contamos 330 en los últimos meses. Por eso las amenazas a la justicia. Por eso las amenazas por miles. Por eso, en cierta forma, hay una lucha interna, intestina, dentro del Ejército y la Policía para tratar de depurar esos cuerpos de quienes fueron aliados de la paz y conducir a sus puestos de mando a los halcones duros que podrían conducir a Colombia hacia una nueva guerra sucia

AMY GOODMAN: Su propia asistente, Ana María Cortés, también fue asesinada en las últimas semanas de la campaña electoral. ¿Puede hablar de ella? ¿Cree que esto fue un mensaje para usted?

GUSTAVO PETRO: No solamente ha sido asesinada una de nuestros militantes, varios militantes de la Colombia Humana han sido asesinados. Solo en uno de los departamentos, el Cesar, de los más de 30 regiones administrativas de Colombia, han sido amenazados de muerte 72 militantes. Mi hermano mismo acaba de recibir una amenaza en su casa. Yo tengo mis comunicaciones interceptadas desde hace un año y medio por la Fiscalía. Mi familia está exiliada. Y son millones los colombianos que hoy sienten temor, que hoy sienten miedo. Por eso los convocamos a las calles, porque en la plaza pública se puede superar el miedo, por lo menos no dejar que nos paralice. Pero esa es la realidad de hoy de Colombia, y esa es la realidad a la que tiene que responder el nuevo presidente Iván Duque.

AMY GOODMAN: Gustavo Petro, a pesar de perder, usted hizo historia al conseguir 8 millones de votos, contra los 10 millones de Duque. Obtuvo más votos que cualquier otro político de izquierda en la historia de Colombia. ¿Puede hablar sobre su visión de Colombia y por qué cree que esa visión no lo llevó a la victoria?

GUSTAVO PETRO: Yo ya no divido la política entre izquierda y derecha. Me parece que fue una manera relativamente lógica y realista de mirar la política del siglo XX. Pero hoy la política se divide entre la política de la vida y la política de la muerte. El cambio climático a escala mundial nos separan dos grandes campos. En un lado está Trump, Maduro, Duque, y en otro lado estamos quienes queremos mitigar lo más rápidamente posible el cambio climático, produciendo cambios en la estructura económica social y política. Es la vida o la muerte. Y lo que pregonamos en Colombia fue eso: construir el movimiento de la vida en Colombia desde el punto de vista del respeto a la naturaleza, desde el punto de vista de pasar de una economía extractivista y exportadora de carbón —-somos el quinto exportador mundial de carbón, es decir, somos altamente responsables del cambio climático—- a pasar a una estructura de economía productiva, en la agricultura, en la industria, cimentada en el conocimiento y convivial con la naturaleza. Una economía “cero carbono”. Este tipo de propuestas fueron las que se discutieron cómo la agenda principal en nuestra campaña electoral. Eso es lo que queremos.

AMY GOODMAN: Es muy interesante que ubique del mismo lado a Trump, Duque y Maduro. Volvamos al intento de asesinato del presidente de Venezuela. El domingo, el presidente boliviano, Evo Morales, twitteó: “En los últimos 12 meses, el Vpdte. de EEUU Mike Pence hizo 3 viajes a Latinoamérica para reunirse con al menos 8 presidentes a los que demandó apoyo para una intervención militar contra el hermano presidente de Venezuela Nicolás Maduro. Esos son los aprestos golpistas del imperio”. ¿Cree que EE.UU. estuvo involucrado de alguna manera en lo que parece que fue un intento de asesinato contra Maduro?

GUSTAVO PETRO: Yo rechazo cualquier tipo de violencia en la solución de los
conflictos sociales en América Latina. Creo que vivimos 30 años de guerras revolucionarias en Centroamérica, en Colombia, donde yo fui protagonista central siendo miembro del Movimiento 19 de Abril, que dejó sus armas en 1989 y por voto popular se hizo mayoría y construyó la Constitución de 1991, profundamente democrática. Vivimos 30 años de dictaduras militares, de genocidios, de exilios. La palabra democracia prácticamente se esfumó en América Latina. Sólo a principios del siglo 21 comenzó una especie de primavera de triunfos electorales progresistas, populares, que empezaron a balbucear caminos diferentes. No podemos regresar al pasado, a las dictaduras, como existe en Brasil, como creo existe en Venezuela, como amenaza en Nicaragua y Honduras, como amenaza en Colombia. Tampoco podemos volver a las guerras revolucionarias tratando de saldar el conflicto a partir de la violencia. Creo que tenemos que preservar y perseverar en los caminos no violentos para tramitar nuestros propios conflictos. Eso no significa que no hayan agredido violentamente a Maduro. Eso no significa que haya intereses que desean que entre en colapsó la sociedad venezolana, que son los mismos que hicieron colapsar la sociedad libia, la sociedad iraquí, la sociedad siria. Detrás de ello, hay un juego oscuro y sucio alrededor del petróleo y su mercado mundial. Sé que el colapso de Venezuela sería el colapso inmediatamente de Colombia porque millones de colombianos que se exiliaron económicamente en Venezuela regresarían. Y sé que en esos éxodos, como dice el Papa Francisco, solo se crean nuevas esclavitudes, nuevas violencias. Sé que hay un ala dura al interior de la sociedad norteamericana, racista, xenófoba, imperial, que con sus aliados en Europa creen que pueden dominar el mundo y acomodar las diferentes visiones de centenares de culturas humanas a su exclusiva manera de pensar de sentir y de actuar. Pero estoy absolutamente convencido de que son los pueblos los mismos los que transforman las sociedades. Yo le propuse a los colombianos, a Colombia, que este tema del cambio climático, que he mencionado, fuera el eje fundamental de nuestra política internacional, y a partir de ahí escogieramos nuestros aliados y nuestros contradictores. Este tema junta en un solo partido político, hablando en términos generales globales, a un señor como Maduro y a un señor como Trump, porque el progresismo latinoamericano que venció a principios del siglo XXI equivocó su andar al cimentar la redistribución de la riqueza, su deseo genuino de disminuir la desigualdad social en la región más desigual del mundo, a partir de las rentas que se generaban por el ascenso de los precios internacionales del petróleo, por tanto del carbón, por tanto gas. Es un camino insostenible, y Venezuela lo está demostrando. Los gobiernos de Ecuador, de Bolivia, siguieron ese camino, y en parte Brasil. Creo que ese progresismo ha entrado en crisis y lo ha hecho de una manera dramática, violando sus propios principios democráticos. Lo vemos en Venezuela y lo vemos en Nicaragua. Un nuevo progresismo está naciendo. Si lo quieren gráficamente es un nuevo eje en México-Bogotá-Sao Paulo. Una fuerza ya importante ganó la presidencia de México. Nosotros estuvimos a punto de hacerlo en Colombia, somos 8 millones de electores, y pueden hacerlo en Brasil si la dictadura lo permite. Ese nuevo eje debe proponerle a América Latina un nuevo papel en el orden internacional. Rechazar el que nos asigna, el de ser meros y simples exportadores de materias primas fósiles, que eso solo va a acabar a la humanidad, y colocarnos en la construcción de un nuevo papel. Ese papel es el de la producción basada en el conocimiento, el de la producción descarbonizada, el de una nueva democracia, por tanto, para proponerle al mundo. Este nuevo eje progresista tendría aliados poderosísimos, sería la humanidad misma, y podría demostrar su superioridad moral, popular, política, argumental y científica. Creo que
eso es lo que estamos construyendo ya en Colombia y en América Latina, y ese es el camino en donde vamos a tratar de insistir en los próximos días, meses y años.

AMY GOODMAN: Estamos hablando con el senador Gustavo Petro, quien se postuló para la presidencia de Colombia y obtuvo más votos que cualquier otro candidato presidencial de izquierda en la historia de Colombia. Nikki Haley, la embajadora de Estados Unidos ante la ONU, encabeza la delegación estadounidense en la toma de posesión de Iván Duque en Colombia. Haley escribió en The Miami Herald: “Estados Unidos está del lado del pueblo de Venezuela y de Nicaragua y contra sus gobiernos corruptos. Colombia es un modelo a seguir para sus aspiraciones democráticas. Esperamos trabajar con el nuevo gobierno en Bogotá para asegurar que el modelo de libertad perdure en todo América”. The Washington Post cita a un funcionario estadounidense, sin dar su nombre, que dice que “Colombia tendrá ahora el presidente más proestadounidense de toda América Latina”. ¿Cuál es su opinión?

GUSTAVO PETRO: Creo que todos los presidentes de Colombia han sido los más favorables a Estados Unidos, cualquiera que haya sido la política de Estados Unidos. Recuerde usted que Colombia fue de los pocos países que envió tropas a Corea allá en los años 50. El mismo batallón que fue a Corea regresó a Colombia, a matar comunistas en Colombia, y generó a las FARC por orden del presidente de ese entonces que había hecho discursos a favor de Hitler, Mussolini y Franco. Como habían sido derrotados en la Segunda Guerra Mundial, antes de caer en una especie de tribunal de Nuremberg, pero en Colombia, por sus delitos de lesa humanidad, decidieron hacerse aliados incondicionales de cualquiera que sea la política a Estados Unidos con tal de no ser juzgados por genocidio. Y esa ha sido la historia de todos los presidentes. El actual comportamiento del presidente es Duque es el tradicional, entonces. Pero la embajadora de Estados Unidos ante Naciones Unidas se equivoca profundamente. Primero, no recuerda las frases y el análisis de su propio embajador en Colombia hace unos años, Myles Frechette, que dice aún hoy públicamente que el gobierno de Uribe fue un gobierno aliado con el narcotráfico y que hizo una paz con los paramilitares, que antes que un sometimiento a la Justicia fue más bien una alianza política con los mayores narcotraficantes de la época. El gobierno que hoy va a testificar, porque asiste personalmente a la ciudad Bogotá, es un derivado de ese gobierno del presidente Uribe. [Ella] dice que aquí en Colombia está la libertad que ella quisiera existiera en toda América Latina. No, señora embajadora, discúlpenme, pero aquí han matado 330 líderes en los últimos tres meses. No creo que esa sea la libertad que Estados Unidos quiera para América Latina. Eso no es libertad. Yo mismo estoy amenazado. ¿Esa es la libertad que Estados Unidos quiere? Pero entrando en un tema central y concreto, que dialogué con el actual embajador de Estados Unidos siendo yo candidato presidencial, es que si Estados Unidos en realidad quiere a América Latina, si quiere detener el éxodo hacia el interior de sus fronteras, si quieren una relación de amistad seria, tiene que empezar por cambiar su propia política antidrogas. La política antidrogas del gobierno de Estados Unidos, cimentada en una lucha militar y en una represión a fondo contra consumidores y campesinos productores, está llenando de sangre toda América Latina. Está conduciendo a la muerte por vía violenta a la sociedad latinoamericana, y está también llevando a la muerte por vía de sobredosis, por no mitigar los daños con una política científica más acertada, a la propia sociedad estadounidense. Invitó a la embajadora ante las Naciones Unidas, ahora que viene a Bogotá, que quizás conozca por primera vez nuestro país y nuestra sociedad, a que reexaminen allá, en Estados Unidos, con científicos, con objetividad, una política antidrogas que ha sido profundamente criminal e ineficaz en todo el continente americano.
AMY GOODMAN: Gustavo Petro, usted dijo que su propia vida ha sido amenazada. ¿Ha recibido amenazas de muerte?

GUSTAVO PETRO: La última amenaza que recibí fue hace 15 días. Firmaban un panfleto contra los principales dirigentes de la oposición en Colombia, unas que llaman Águilas Negras y que han amenazado a miles de personas en toda Colombia también en los últimos dos meses. El contenido grosero de las amenazas, amenazas de muerte, siempre tienden a agredirnos diciendo que no debemos ser la oposición de Duque. No existe un solo preso de las Águilas Negras en Colombia, nunca ha existido un combate. No hay el más mínimo registro de la existencia real de una organización independiente del Estado que se llame Águilas Negras. Amenazan desde el norte extremo, en la Guajira colombiana, hasta el sur extremo de Colombia, Leticia, en el Amazonas. No hay una organización que tenga esa capacidad de cobertura global de la geografía colombiana que no sea el Estado. Las amenazas son hechas por funcionarios públicos del Estado colombiano, que conforman círculos internos clandestinos, y que están luchando, sus mandos, por ser los mandos de la Policía y del Ejército y de los cuerpos de Inteligencia en el nuevo Gobierno de Duque, esas son las Águilas Negras y son las que nos han amenazado de muerte.

AMY GOODMAN: Escuchábamos al senador colombiano Gustavo Petro, quien resultó segundo en la contienda electoral de este año, logrando ocho millones de votos, más que cualquier otro candidato presidencial en la historia de Colombia. Hablé con Petro el martes 7 de agosto, justo antes de la toma de posesión del nuevo presidente de Colombia, el derechista Iván Duque.

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