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William Barr ha renunciado al cargo de fiscal general luego que el presidente Trump se enojara con él por no haberlo respaldado con mayor firmeza en sus denuncias infundadas de fraude electoral generalizado. Pero a pesar de la actual ruptura, Barr fue uno de los aliados más firmes de Trump y este año se hizo eco de gran parte de la retórica provocadora del presidente en relación al movimiento Black Lives Matter y el activismo antifascista, minimizando a su vez la amenaza del extremismo de ultra derecha. Se dice que, en junio, Barr ordenó personalmente a la policía que reprimiera con golpes y gases lacrimógenos una manifestación pacífica cerca de la Casa Blanca, solo para que el presidente Trump pudiera caminar hasta la vecina Iglesia Episcopal de San Juan y posar para una desafortunada sesión fotográfica con una Biblia en la mano. David Cole, director de asuntos legales de la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles a nivel nacional, dice que más allá de la reciente ruptura Barr fue el “partidario más leal” de Trump mientras estuvo en el cargo. Barr era “totalmente la mano derecha del presidente Trump, cumplía sus órdenes en lugar de garantizar un Departamento de Justicia independiente”, dice Cole.
Para ampliar esta información, vea (en inglés) la conversación que mantuvimos con David Cole.