Presentamos una amplia entrevista que grabamos en El Cairo con Laila Soueif y Sanaa Seif, madre y hermana del preso político egipcio-británico Alaa Abd El-Fattah, en la que abordamos temas como su salud, su proceso judicial, su familia y sus esperanzas de libertad. Después de visitarlo recientemente en la cárcel, sus familiares hablan de la huelga de agua que El-Fattah inició el primer día de la Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático en Sharm el-Sheikh, Egipto, para atraer la atención internacional a las violaciones a los derechos humanos que se viven en el país y protestar por su encarcelamiento aparentemente indefinido. El activista suspendió dicha huelga luego de un colapso que lo puso “al borde de la muerte”, en un contexto en que los funcionarios de la prisión parecían reacios a documentar que él estaba realizando una huelga de agua y hambre. Seif afirma que acordaron que él no reiniciará su huelga de hambre hasta cierta fecha, para de ese modo recuperar su fuerza física y mental. Al referirse a su vida familiar, Laila Soueif relata cómo El-Fattah la ayudó a criar a sus dos hijas menores cuando su ahora fallecido esposo estaba en la cárcel por su propio activismo. También cuentan acerca de la relación de El-Fattah con su hijo, Khaled, un niño diagnosticado con autismo que no se comunica verbalmente. Su hermana y su madre lo describen como un “padre paciente y cariñoso”. Con respecto a su juicio más reciente, explican que en diciembre pasado fue sentenciado a cinco años de prisión sin que sus abogados tuvieran acceso al expediente del caso ni se les permitiera argumentar en su defensa. Seif sostiene que “claramente se trata de una venganza” contra El-Fattah y añade que “no tiene sentido hablar de los procedimientos judiciales [ya que] son una farsa”. Además, destaca el encarcelamiento masivo de activistas y la cantidad de presos políticos que hay en su país, así como la gran influencia y responsabilidad que tiene Estados Unidos para lograr la liberación de El-Fattah y otros presos. “Toda esta operación [en Egipto] es una operación estadounidense”, afirma Soueif, que quiere que El-Fattah sea liberado y deportado al Reino Unido como forma de mantenerlo a salvo.
Transcripción
AMY GOODMAN: Estamos en el centro de El Cairo, Egipto. El río Nilo fluye detrás de mí. Hoy vamos a emitir una entrevista que hice este fin de semana después de volar a El Cairo desde Sharm El Sheikh, donde cubrimos la cumbre climática de la ONU.
AMY GOODMAN: Estamos en El Cairo, Egipto, en el apartamento de Laila Soueif. Laila es la madre de Alaa Abd El-Fattah, quien ha estado encarcelado en Egipto durante la mayor parte de la última década. Nos acompañan Laila Soueif, que es profesora de matemáticas en la Universidad de El Cairo, y su hija, la hermana de Alaa, Sanaa Seif. Acaban de visitar a Alaa en prisión. No lo habían visto desde hace varias semanas. Alaa acaba de poner fin a una huelga de hambre de siete meses. Los últimos días de ese ayuno dejó también de beber agua, lo que coincidió con la COP27, la cumbre sobre el cambio climático de la ONU de Sharm el-Sheikh, no muy lejos de aquí, en Egipto.
Quería empezar preguntándoles a ambas sobre su visita. Salieron de ahí temblando, tras ver a Alaa por primera vez después de un largo periodo de tiempo, sentado detrás del cristal mientras hablaba débilmente a través de un teléfono. Hablen de lo que les dijo.
LAILA SOUEIF: La visita ocurrió en una cabina de cristal, como siempre pasa, lo que fue decepcionante. Esperaba que no fuera así. Alaa se veía aún más delgado y débil que la vez anterior. La última vez que lo vi antes de esta visita fue el 24 de octubre, así que habían pasado más de tres semanas. Se veía aún más frágil, más deteriorado. Parecía hasta más bajo, no solo más delgado, también más bajo. Tenía una herida en la frente. Nos dijo después que se había golpeado. Se habían golpeado la cabeza contra la pared durante un episodio en el que perdió el control por completo. Así fue.
Como la visita se hace en una cabina de vidrio, hablas con él a través de un teléfono, por lo que solo una persona puede hablar con él. Entonces, Sanaa estuvo hablando la mayoría de la visita con Alaa. Ella fue quien habló con él. Yo estuve solo mirando, eso es todo.
SANAA SEIF: Sí, Alaa relató lo que había pasado. El martes tuvo un colapso.
LAILA SOUEIF: Dejó de beber agua el domingo. Así que… había dejado de consumir sus 100 calorías una semana antes de eso, el 1 de noviembre. El domingo 6, el primer día de la COP, Alaa dejó de beber agua. Y luego, el martes, cuando ya había estado sin beber agua durante dos días… bueno, Sanaa puede contarte lo que pasó.
SANAA SEIF: Querían hacerles un chequeo médico a todos los reclusos de la celda. Eran reacios a dejar constancia de su huelga de agua. Se los llevaron al centro médico, e insistió en dejar constancia de su huelga de hambre y de agua y en ser ingresado en el centro médico. Entonces, el oficial comenzó a decir que no está cooperando, que se estaba negando a hacerse el chequeo médico. Y Alaa dijo: “No me estoy negando. Sólo quiero que mi huelga de hambre y de agua conste en el registro”. Y entonces… había un nuevo oficial que Alaa no conocía, y empezó a tratar a Alaa de forma áspera y agresiva, a hablarle agresivamente.
Y Alaa se quebró. Perdió el control. Y dijo: “No me voy a ir del centro médico”. Así que llamaron a las fuerzas antidisturbios para llevarlo a la fuerza a su celda. Hablamos de un hombre que lleva tres días sin beber agua. Y mientras estaban llevándolo de vuelta a su celda, él nos contó que perdió el control: “No sé qué pasó, pero repetía sin parar: ’Prometo que me haré algo. Voy a herirme si no soy ingresado, si no se deja constancia de mi huelga de hambre”. Y así, cuando lo llevaron de vuelta a su celda, se golpeó la cabeza contra la pared hasta que sangró. Este incidente ocurrió el día 8 de noviembre.
El 11, el viernes, se había calmado. Estaba duchándose y se desplomó en el baño. Fue entonces cuando se desmayó. Le hicieron un examen médico en la celda. Lo sacaron del baño, el personal entró en la celda, y le hicieron un examen médico allí mismo. Y se despertó. Le inyectaron una solución salina por vía intravenosa. Se llama Ring…
LAILA SOUEIF: Ringer.
SANAA SEIF: Ringer y glucosa. Empezó a despertarse, pero no podía moverse. Le pusieron miel en la boca. Y así es como lo revivieron. Entonces, lo que pasó el viernes…
Lo sucedido el martes fue un colapso. Lo que ocurrió el viernes fue una experiencia cercana a la muerte. Y habló mucho sobre cómo se sintió. Seguía contándome y su mente estaba fija en ese momento. Y siguió diciendo: “Me sentí aliviado. Y me sorprendió más tarde cuánto me alivió que todo eso terminara. Y entonces empecé a dudar de si estoy haciendo esto para resistir. ¿Estoy luchando realmente por la vida, o solo estoy cansado y quiero terminar con esto?”. Buena parte de la visita la dedicó a hablar de eso, de lo mucho que se sintió aliviado por esta experiencia cercana a la muerte.
Entonces, decidió tomarse un descanso de la huelga de hambre. Y empezó a comer. Y nos escribió esta carta diciendo: “Vengan, quiero celebrar mi cumpleaños con ustedes”. Y en la visita, él estaba diciendo: “Quería parar y decidir si vuelvo a mi huelga de hambre o no”. Pero después de la discusión que tuvimos y después de ver su estado psicológico, mi consejo para él fue: “No. Aparentemente estás inestable, y estás muy vulnerable en este momento. Y lo importante es mantener tu cordura y seguir recuperándote”.
AMY GOODMAN: ¿Estaba de acuerdo con usted?
SANAA SEIF: Sí. Él confía en nuestro consejo y juicio.
LAILA SOUEIF: Sí. Y, por supuesto, para él fue importante escuchar por primera vez todo lo que se está haciendo por él y sobre lo que sucedió en la COP, porque había estado completamente aislado. Eso es parte del motivo para negarle una radio, e impedirle leer los periódicos, incluso los periódicos del Gobierno, porque por lo general se puede adivinar lo que está sucediendo, incluso si ponen su propia opinión al respecto. Entonces, esta insistencia en no permitirle tener una radio, ni leer los periódicos, es aislarlo deliberadamente para que no sepa lo que realmente está sucediendo, excepto cuando nos ve de visita. Así que, para él, todo esto era nuevo. Y todo lo que había pasado, todo lo que Sanaa había hecho, todo lo que Mona había hecho, todos los mensajes de la solidaridad que Alaa había recibido, todo esto era nuevo para él.
SANAA SEIF: Sí, no podía ni imaginar que la gente estuviera peleando por su libertad. Su mente solo estaba centrada en conseguir un reproductor de música o una radio y en encontrar una manera para aferrarse a la vida. Estábamos en frecuencias totalmente diferentes. Él está hablando desde un lugar muy oscuro, y yo le estaba diciendo: “Vamos a sacarte de aquí. Hay una gran pelea para sacarte. Vamos a sacarte”. Así que, por supuesto, le sorprendió. Fue una sorpresa para él. Pero también le dio algo de fuerza.
AMY GOODMAN: Sanaa, usted ha logrado, dentro y fuera de Egipto, encender la lucha por Alaa y otros presos políticos, hacer una sentada en Reino Unido con su hermana Mona frente al Ministerio de Exteriores. También en Estados Unidos, le he visto hablando con organizaciones de base, con líderes del Congreso, hablando también del libro de Alaa, “No serás derrotado”, porque está en la cárcel y no puede hacerlo por sí mismo, y luego, en la COP27, realmente fue la punta de lanza de un movimiento que está juntando el tema de la justicia climática y los derechos humanos. ¿Alguna vez se hubiera imaginado que usted podría tener este impacto?
SANAA SEIF: No, nunca me lo imaginé. Por supuesto, mi plan era intentarlo y usar la COP para llamar la atención sobre la situación de mi hermano y de derechos humanos en Egipto, pero nunca imaginé que sería tan maravillosamente adoptada por el movimiento climático y que nos empoderarían como lo han hecho. Fue abrumador y muy conmovedor. Y nunca me imaginé el nivel de atención de los medios y la solidaridad que hemos visto.
AMY GOODMAN: Cuando habló con Alaa sobre el apoyo global que está recibiendo, su respuesta fue: “Toda forma de organización política que pueden resolver nuestras crisis globales tiene que provenir de la solidaridad personal”. ¿Cómo le dijo esto a usted a través del cristal de la prisión?
SANAA SEIF: Me dijo eso después de haber relatado lo que le había ocurrido. Empezamos a hablarle sobre la campaña. Él estaba comenzando a entender lo que sucedía, y luego le di el intercomunicador a mi tía para que ella también le hablara de ello. Así que no solo lo digo yo, todo el mundo está diciendo que hemos logrado algo muy importante. Y ahí es cuando pienso… Lo vi en su cara, como si estuviera empezando a comprender que hay un mundo fuera de este lugar tan oscuro en el que está en este momento. Y fue entonces cuando dijo esta frase. Es una parte de él, esta parte intelectual y política, que por un segundo despertó, como un destello. Pero antes de que terminara la visita, se cerró de nuevo. Se adentró de nuevo en ese mismo lugar oscuro en el que está ahora mismo. Pero me alegro de que esta parte de su carácter exista y esté presente, solo necesita salir de prisión para florecer de verdad.
AMY GOODMAN: ¿Está Alaa planeando volver a su huelga de hambre?
SANAA SEIF: Alaa, en la visita, me preguntó: “¿Debo reiniciarla mañana?”. Y yo le dije: “No, espera”. Le di una fecha. No voy a decir esa fecha públicamente. Pero sé que ellos saben la fecha. Yo le dije: “Tu cuerpo necesita descansar. Pero si llega esta fecha y yo no te digo lo contrario, puedes reiniciar la huelga de hambre”. Así que hay una fecha establecida entre nosotros y las autoridades egipcias.
AMY GOODMAN: Sanaa Seif y Laila Soueif, hermana y madre del preso político egipcio Alaa Abd El-Fattah. Volveremos con ellas en 30 segundos.
[Pausa]
AMY GOODMAN: “Wish You Were Here”, de Pink Floyd. Esto es Democracy Now!, democracynow.org, el informativo de guerra y paz. Soy Amy Goodman. Continuamos con mi entrevista realizada este fin de semana aquí en El Cairo, Egipto, con Laila Soueif y Sanaa Seif, madre y hermana del preso político británico-egipcio Alaa Abd El-Fattah.
AMY GOODMAN: Déjeme preguntarle sobre lo que hizo en Reino Unido. Antes de la COP, usted y su hermana Mona hicieron esta sentada, día y noche, frente al Ministerio de Exteriores británico durante el final del mandato de Truss y el inicio del de Rishi Sunak. ¿Cuál fue la respuesta en Reino Unido? Y explique lo que está pidiendo. Como hemos dicho, usted, su hermana Mona y el propio Alaa son ciudadanos británico-egipcios.
SANAA SEIF: Pedimos el mismo acceso consular y llevarlo a Londres. Llevarlo a casa en Londres. El Gobierno británico sabe que Alaa es ciudadano británico. Y estamos muy decepcionados de que estén aceptando la narrativa egipcia de no reconocer su doble nacionalidad.
AMY GOODMAN: ¿Qué tipo de respuesta recibió tras su sentada?
SANAA SEIF: Hice esa sentada frente al Ministerio de Exteriores durante 20 días. Y fue entonces cuando empezamos a ver un nuevo nivel de solidaridad de personas que no esperaba. Yo pensé que me sentiría muy sola. No conozco a mucha gente en Londres. Pero fue muy conmovedor ver toda esa solidaridad.
Empezamos a llamar la atención de los políticos y de los parlamentarios. Me han visitado muchos parlamentarios. Nuestro parlamentario, David Lammy, llegó el primer día. E incluso empezamos a llamar la atención del Gobierno cerca del final, justo antes de la COP, cuando recibimos una llamada telefónica del secretario de Exteriores, James Cleverly. Y luego recibí una carta como respuesta del primer ministro, de Rishi Sunak.
AMY GOODMAN: Tras su visita a la prisión, donde vio a Alaa, no fue a contarle al Gobierno británico lo que había sucedido. Fue directamente a los medios. ¿Por qué, Sanaa?
SANAA SEIF: Yo estaba realmente, realmente enojada y decepcionada de que mientras Alaa pasaba por toda esta horrible experiencia, al mismo tiempo los Gobiernos estaban recibiendo garantías de que la salud de Alaa estaba siendo preservada. Así que estaba realmente enojada por todas las promesas ofrecidas en privado y todo… Me sentí como si hubiera estado haciendo todo de la manera equivocada, al creer en esas promesas. Y esta vez, estas no son promesas hechas en la oscuridad, no son promesas que se hicieron en privado. El presidente Macron de Francia dijo que Sisi le aseguró que se compromete a preservar la salud de Alaa, y ese mismo día… o, el domingo, y al día siguiente, y al otro, una unidad carcelaria usa la fuerza contra Alaa. Así que yo estaba muy enojada, y perdí la fe en ese proceso, en ese tipo de proceso.
AMY GOODMAN: Laila, háblenos sobre su hijo Alaa.
LAILA SOUEIF: Alaa, en particular… Hay un lazo especial entre nosotros, porque durante cuatro años… durante cinco años, su padre estuvo en la cárcel. Antes de que naciera Mona, y estábamos los dos solos, Alaa y yo, en Francia, donde yo estaba haciendo mi doctorado, mientras Seif estaba en la cárcel. Entonces, incluso cuando nació Mona, Mona era la bebé. Él era el hermano mayor. Él era el único que me estaba ayudando.
Justo estaba recordando hoy que hubo un día en Inglaterra… en Francia, que tuve un horrible resfriado, y estaba muy enferma, y me quedé dormida. Y me desperté aterrorizada, porque, ya sabes, estaba a cargo de un niño de 5 años y una bebé de 6 meses y no había nadie que los alimentara o los cambiara. Y yo no entendía por qué Mona no había llorado. Me levanté, y Alaa se estaba haciendo cargo de Mona… tenía seis o cinco años, y le cambió el pañal, y estaba jugando con ella muy tranquilo y en silencio. Y le dije: “¿Por qué no me has despertado?”. Y él respondió: “Mamá, estabas enferma”. Para mí, eso es Alaa. Siempre lo fue, porque era el mayor y porque habíamos estado solos juntos cuando su padre estuvo en la cárcel, y había un vínculo muy especial, un vínculo muy especial.
AMY GOODMAN: Usted estaba sola cuidando de sus dos hijos, Alaa, y la bebé de seis meses, Mona, porque su marido, Ahmed Seif, estaba en prisión.
LAILA SOUEIF: En ese momento él era comunista, y continuó siendo comunista por convicción. En ese momento era parte de una organización comunista. Y fue arrestado y torturado, y confesó y finalmente fue sentenciado a cinco años. Fue parecido al juicio de Alaa, ya que ambos salieron bajo fianza y luego fueron juzgados cuando estaban fuera, y fueron arrestados de nuevo, y así sucesivamente. Esa era la situación cuando llegó Mona. Mona nació mientras su padre estaba en la cárcel. Cuando Sanaa nació ya había salido y pudimos celebrarlo juntos. Alaa tenía 12 años cuando nació Sanaa. Así que para él, ella siempre fue alguien entre una hermana y una hija.
AMY GOODMAN: Hable de eso, Sanaa, de cómo Alaa no era solo su hermano mayor, sino también una figura paterna, 12 años mayor que usted.
SANAA SEIF: Sí, Alaa era… Somos amigos. Tenemos un gusto muy similar en la música y el arte. Pero también, debido a la diferencia de edad y a esa dinámica, él también era como un mentor para mí. Él siempre ha sido mi mayor. Yo era una niña bohemia que cambiaba de opinión sobre lo que quería hacer en la vida casi cada mes. Pero él siempre se mostraba muy emocionado ante la nueva idea o proyecto. Una vez le dije que quería esculpir y él investigó y encontró un lugar donde enseñaban y yo aprendí a esculpir por un tiempo. Otra vez dije que me gustaban los pandas y quería ser veterinaria. Y Alaa dedicó mucho tiempo a investigar sobre el tema. Decía: “Vamos a estudiar sobre los pandas”. Y luego fue con la pintura. Hasta que decidí hacer cine.
Cuando decidí hacer cine nadie creyó en mí. Me decían: “Espera. medítalo”. Pero Alaa decía: “No, no”. Estaba muy emocionado. Y me decidí por el cine de verdad. Y mi primer portátil, que lo usaba para editar, me lo dio Alaa. Por supuesto, él les pidió a todos que contribuyeran, pero fue su idea. Mi primer taller de cine, la primera vez que vi un rodaje fue con sus amigos. Tenía amigos que trabajaban en el cine, y me llevaron con ellos para que pudiera ver el rodaje de una película.
AMY GOODMAN: Sanaa, como cineasta, ha ayudado a Jehane Noujaim a producir The Square, el documental nominado al Oscar sobre el levantamiento de la plaza Tahrir.
SANAA SEIF: Sí. Yo no quería hacer lo mismo que mi familia. No quería estar en política como el resto de mi familia. Pero el año 2011 me atrapó. Antes de 2011, yo tenía mucho desinterés. No quería saber nada sobre su activismo político. No era lo único en la vida, era parte de su identidad, pero no era la parte dominante. Pero el 2011 realmente me inspiró. Tenía 17 años. Y fui a la primera manifestación por casualidad, pero fue realmente inspirador para mí y para toda mi generación.
AMY GOODMAN: Sanaa, ¿cuándo fue a prisión por primera vez? Ha estado en prisión durante más de tres años.
SANAA SEIF: 2014, con Sisi.
AMY GOODMAN: Tres años después de la Primavera Árabe.
SANAA SEIF: Sí, fue durante Sisi, por supuesto. Y fui parte de una manifestación que pedía la liberación de los presos políticos y en ese momento estaba esta nueva ley sobre manifestaciones, una ley antiprotestas. Y entonces, yo participé en una y me arrestaron. Mi motivación principal era personal. Era obvio que la revolución había sido derrotada. Y creo que si no fuera porque mi hermano estaba en la cárcel, habría intentado abandonar ese activismo, para volver a mi vida normal. Pero Alaa estaba en prisión, y por eso yo me estaba manifestando en favor de los presos políticos. Así es como me arrestaron y me sentenciaron a dos años de cárcel, pero luego obtuve un indulto. Después de un año y tres meses obtuve un indulto presidencial.
AMY GOODMAN: Usted misma ha estado en huelga de hambre. ¿Puede describir cómo se siente y las etapas por las que se pasa?
SANAA SEIF: Yo estuve en huelga de hambre. Hice una huelga de hambre solo una vez, durante 72 días. No fue parcial, fue una huelga total. No consumí nada de…
LAILA SOUEIF: Solo agua y sal.
SANAA SEIF: Agua y sal, sí. Lo que pasa es que al quinto día dejas de sentir hambre. En realidad no te mueres de hambre. De alguna manera el cuerpo entiende que no va a recibir comida. Pero hay fases. El cuerpo necesita energía, así que empieza a utilizar las reservas de grasa corporal para obtener energía. Después de usar la grasa almacenada, pasa a degradar los músculos para obtener energía. Y esa es una fase muy dolorosa. Después de esa degradación de los músculos, recurre a grasas importantes. Estas son grasas que mantienen a los órganos unidos y se encuentran entre estos. Un ejemplo son las grasas que están detrás de los ojos. Por eso me sorprendió bastante cuando vi a Alaa en agosto, porque sus ojos parecían hundidos. Y recuerdo que, según lo que investigué antes de mi huelga de hambre, eso significa que estamos ante una fase muy crítica.
Para el día 70, creo, al final de mi huelga, me hicieron una intervención médica. Mi presión arterial estaba muy baja. Empecé a tomar soluciones salinas, en sobres. Pero no era suficiente. Así que acepté una cánula y el suero. No recibí glucosa, solo una cánula.
AMY GOODMAN: Intravenosa.
SANAA SEIF: Sí, por vía intravenosa. Hacia el final, me desmayé o sucedió algo. Cuando desperté me di cuenta de que me habían puesto glucosa. Pero la forma en que lo hicieron fue mucho más suave que cómo lo explicó mi hermano o lo que escuché de él. Yo estaba en el hospital. Las personas que me trataron eran médicos. No eran civiles. Eran médicos de la policía, pero eran médicos, no guardias. Yo no estaba en mi celda.
AMY GOODMAN: Esto es muy doloroso de mencionar, pero Alaa y usted estaban en la cárcel cuando su padre, Ahmed Seif, murió.
SANAA SEIF: Es una noticia horrible cuando la escuchas en cualquier lugar. Fue muy impactante. No creo que hubiera sido más fácil de asimilar si hubiera estado fuera de la cárcel. Se siente mucha soledad al vivir esto por tu cuenta, sin tu familia, y sabiendo que ellos también están solos, sabiendo que mi mamá y mi hermana no nos tienen a su alrededor. Al principio yo estaba en negación. Perder a tu padre es una noticia horrible, no importa dónde la recibas.
Pero más tarde me enojé, porque me di cuenta, al recordar su última visita, que él no estaba tan enfermo. Pero su salud empeoró, su salud cardiaca empeoró cuando me arrestaron y cuando asistió a mi juicio. Fue entonces cuando yo estaba realmente llena de ira. No me di cuenta de la escala de la crueldad contra mi familia hasta el funeral de mi padre, o hasta después del funeral. Nosotros dos, Alaa y yo, asistimos al funeral como reclusos.
AMY GOODMAN: Laila, ¿puede hablar sobre la vida de su esposo? ¿Y sobre qué significó para él al final de su vida que dos de sus tres hijos, Sanaa y Alaa, estuvieran en prisión?
LAILA SOUEIF: En primer lugar, quiero destacar lo diferentes que eran las prisiones en ese momento de las prisiones de ahora, porque queda clara la diferencia entre un régimen represivo y corrupto y todo eso, pero racional, y un régimen que ha perdido la razón. Durante la era Mubarak, una vez que te torturaban y obtenían lo que querían de ti, te dejaban en paz. Sí, estabas en la cárcel, pero podías estudiar. Podías hacer lo que fuera.
Así que él estudió derecho. Terminó su grado en derecho solo unos meses antes de ser liberado. Su idea era principalmente ser abogado y hacer trabajo pro bono en casos de derechos humanos. Luego, ese trabajo pro bono en derechos humanos se apoderó de su vida y era lo único que hacía y no estaba ganando dinero, porque era trabajo pro bono. Todo el mundo empezó a decirle: “Ven y trabaja con nosotros, porque te necesitamos, te necesitamos, y queremos que estés aquí”. Y se convirtió en este increíble abogado de derechos humanos que tenía las cosas muy claras y estaba enfocado en los derechos humanos. Ese era Seif.
AMY GOODMAN: Laila, ¿qué significó para su esposo, al final de su vida, que dos de sus tres hijos no estuvieran con él?
LAILA SOUEIF: Sí, sí. Él habló incluso de eso. Hay una frase suya muy conocida, en la que dijo: “Lo siento, hijo mío, que en lugar de que mi legado sea una sociedad más libre y democrática, mi legado sea que la misma celda en la que yo estaba sea en la que tú te encuentres”.
AMY GOODMAN: Ahora hablemos sobre la próxima generación, sobre el hijo de Alaa, Khaled. Tiene casi 11 años y no se comunica verbalmente. ¿Puede hablar del día en 2013 en el que Alaa fue arrestado en casa?
SANAA SEIF: Después de la redada, después de que se llevaron a Alaa por la fuerza, no estábamos seguros de si Khaled estaba en el otro lado de la casa. Las fuerzas policiales entraron en el dormitorio donde estaban Alaa y su esposa, y Khaled estaba en su habitación.
AMY GOODMAN: Tenía unos 2 años.
SANAA SEIF: Tenía 2 años. Sí, tenía 2 años. No estábamos seguros… parecía que estaba dormido. Después de que la policía se fue, su madre corrió hacia Khaled, y Khaled parecía dormido. No sabíamos si él se había enterado y fingió estar dormido.
Después de eso, Khaled fue diagnosticado con transtorno del espectro autista. Por un tiempo no estuvimos seguros de si esto era un trauma o si realmente él estaba en el espectro autista, no sabíamos por qué no hablaba. Con el tiempo, se confirmó que él está en el espectro autista, no se comunica verbalmente y hubo un trauma, pero eso es otra historia.
Pero Khaled nunca ha tenido una vida estable. Los niños generalmente necesitan una vida estable, pero los niños con autismo, necesitan una vida estable. Y lo hemos intentado todo, pero no funciona si su padre no está en su vida. Él está muy, muy apegado a su padre, aunque no hayan pasado mucho tiempo juntos. Cuando a Khaled de repente no se le permite visitar a Alaa, se pone muy necio y se enoja, y lo expresa. Es muy difícil tener algo estable para Khaled, porque negociamos alguna forma de conseguir que Khaled pueda visitar a su padre, pero luego cambian las reglas, o deciden que las visitas se hagan a través de un vidrio, o Alaa es llevado a una cárcel donde es torturado, y su torturador está presente durante la visita. Entonces, no puede haber un niño presente donde pasen cosas tan horribles y dramáticas, y tenemos que cambiar la rutina de Khaled. Es muy obvio que… él está muy apegado a su padre y está muy enfadado porque el sistema sigue cambiando.
Cuando Alaa fue liberado brevemente en 2019, había terminado su sentencia de cinco años y fue puesto en libertad por seis meses. Y luego fue arrestado de nuevo. Alaa estaba en libertad condicional, así que tenía que presentarse en la estación de policía desde las 6 p.m. hasta las 6 a.m., pero aún tenía la mitad del día en libertad, de 6 a.m a 6 p.m. Ese breve espacio era muy importante para Khaled. Construyeron una nueva y bella relación. E incluso todas las personas, los profesionales que trabajan en el caso de Khaled, como el logopeda y el psicólogo, todos se dieron cuenta, no solo nosotros, la familia, o su madre. Todos ellos dijeron que ha habido una gran mejora. De verdad es muy importante para el niño que tenga a su padre. Él está muy apegado a su padre y lo necesita. Y Alaa es un padre muy paciente y cariñoso.
LAILA SOUEIF: Imaginativo.
SANAA SEIF: Imaginativo, lee, le gusta investigar. Cada vez que tenía acceso a libros, él leía mucho, bastante, y estudió mucho sobre el autismo y la mejor forma de abordarlo. Muchas de nuestras cartas son sobre eso. Y el corto tiempo en que Alaa estuvo libre fue un gran momento para Khaled. Pero en este momento es incluso mucho peor, porque finalmente había logrado esta fuerte relación con su padre, y eso le fue arrebatado.
AMY GOODMAN: Sanaa Seif y Laila Soueif, hermana y madre del preso político egipcio Alaa Abd El-Fattah. Volveremos con ellas. en 20 segundos.
[Pausa]
AMY GOODMAN: “Biko’s Kindred Lament”, de Steel Pulse. Esto es Democracy Now!, democracynow.org, el informativo de guerra y paz. Soy Amy Goodman desde El Cairo, Egipto. Continuamos con la entrevista que hice con Laila Soueif y Sanaa Seif, la madre y la hermana del prisionero político británico-egipcio Alaa Abd El-Fattah. Le pregunté a Sanaa sobre el juicio más reciente de Alaa, cuando fue sentenciado a cinco años de prisión en diciembre de 2021, y si alguna vez se les permitió ver las evidencias en su contra.
SANAA SEIF: Nunca se les permitió a los abogados acceder a los archivos del caso. A los abogados nunca se les permitió argumentar la defensa del caso. Y la fiscalía nunca argumentó el caso. El juez simplemente dictó sentencia así nomás. Sólo conocemos dos hechos sobre este caso. Tenemos solo…
LAILA SOUEIF: [inaudible].
SANAA SEIF: Sí, solo sabemos dos cosas sobre este caso. Lo primero que sabemos es que la única evidencia que hay es una publicación de Facebook que él compartió sobre un prisionero que murió torturado en una prisión egipcia.
AMY GOODMAN: Él compartió una publicación de otra persona en Facebook.
SANAA SEIF: Sí, fue algo que compartió. Y la publicación de Facebook mencionó a un oficial que torturó a un prisionero que murió. Alaa fue arrestado y puesto bajo la custodia de este mismo oficial. Este oficial no torturó [a Alaa] él mismo, pero fue quien supervisó su tortura. Su nombre es Ahmed Fikri, o ese es el seudónimo, y su verdadero nombre es Walid Al-Dahshan. Y este hombre continúa trabajando allí. Alaa fue transferido y está ahora en el penal donde está este hombre, pero hemos puesto varias quejas contra él en las que afirmamos que esto es una venganza. Hay claramente una venganza, porque está en los archivos del caso. No es solo que nosotros estemos afirmando que hay una venganza.
La otra cosa que sabemos, solo por coincidencia, por suerte, es que en un pedazo de papel dice cuál es su fecha de liberación. Y su fecha de liberación es en 2027. Alaa fue arrestado en 2019. Fue condenado a cinco años. Eso es lo que todos oímos en el tribunal. Pero su fecha de liberación es en 2027. ¿Por qué? Porque decidieron que los dos años y medio que pasó en prisión preventiva no se deben contar. No tiene sentido hablar sobre el procedimiento legal si cada paso del mismo es una farsa.
AMY GOODMAN: ¿Cuántos años de la última década ha estado Alaa en prisión?
SANAA SEIF: Nueve.
AMY GOODMAN: ¿Nueve de los últimos diez años?
SANAA SEIF: Sí, nueve de los últimos diez años.
AMY GOODMAN: Ahora que varios líderes mundiales están pidiendo la liberación de Alaa, ¿qué le da esperanza?
SANAA SEIF: El hecho de que toda esta injusticia no está sucediendo en un rincón escondido en algún lugar, que finalmente se le está poniendo atención al caso. No tengo muchas esperanzas porque me preocupa que la COP ha terminado y las cámaras se irán. Además, Alaa suspendió su huelga de hambre, por lo cual la urgencia que tal vez el Gobierno británico haya sentido, si es que han sentido urgencia, se desvanecerá un poco. Pero aún así, la atención, la atención mundial, se enfocó en esta injusticia extrema, y eso me da esperanza, no solo para Alaa sino para el resto de los presos políticos y para la situación de derechos humanos en Egipto.
AMY GOODMAN: ¿Cuántos presos políticos calcula usted que hay en Egipto?
SANAA SEIF: La estimación es de 65.000. Ese es el cálculo que han hecho la mayoría de organizaciones serias de derechos humanos. Por mi experiencia, por lo que vi, no hay forma de hacer una estimación adecuada. Incluso si las propias autoridades egipcias quisieran determinar un número, no serían capaces de obtener una estimación adecuada, porque, especialmente en mi último arresto en 2019, me di cuenta de que las cosas se han vuelto muy caóticas sobre el terreno.
Han perdido el control. Hay varias agencias que realizan arrestos. Muchas de ellas tienen instalaciones, cárceles, que no existen en el papel. Seguridad Nacional tiene sus propias cárceles. Y estas no son prisiones, no son prisiones oficiales, y no hay un registro de los reclusos. Yo estuve en una prisión oficial. Estaba en un lugar en el que sabía que tenía un número, un código, un registro. Yo estoy en el registro. Hay evidencia escrita sobre mi arresto, así que yo existo. Pero incluso en las instalaciones en las que yo estaba, había personas que no existían en el papel, tanto oficiales como reclusos. Una de las chicas que fue arrestada en el Sinaí tuvo un bebé. Entró en labor de parto en prisión, pero no existía en el papel y su bebé tampoco.
He visto cómo esta locura se ha intensificado a partir de 2019. Por eso digo que no puedo creer en ninguna estimación, porque nunca se sabrá de verdad el número hasta que se abran las puertas. No creo que las propias autoridades sean capaces de conocer el número. La máquina se ha vuelto tan monstruosa y tan caótica que es difícil de rastrear.
AMY GOODMAN: ¿Con quién se ha reunido de EE.UU.? ¿Y qué tan lejos han llegado sus demandas? Biden ha venido a Egipto, se ha reunido con Sisi. Vimos las fotos de ambos riéndose.
SANAA SEIF: En Sharm, me reuní con Pelosi, con Nancy Pelosi, y con Samantha Power, que es la jefa de la USAID. Antes de ello, cuando viajé a Washington D.C., tuve reuniones con gente del Departamento de Estado, y con muchos miembros de la Cámara y del Senado. También me reuní con algunos miembros del Senado en Sharm.
Hice peticiones al presidente Biden. No sé qué ha pasado realmente en la práctica. Hice peticiones y sé que llegaron al presidente. Sé que llegaron a la Casa Blanca. No sé qué pasó cuando las recibieron. Lo que sí sé es que, durante el tiempo en que el presidente Biden estuvo aquí en Egipto, Alaa tuvo esa experiencia cercana a la muerte. Eso fue el 18 de noviembre. Eso es lo que sé. Así que eso no me da mucha esperanza. Por supuesto, si el presidente Biden hubiera ejercido una fuerte presión a favor del caso, Alaa debería quedar en libertad muy pronto.
AMY GOODMAN: ¿Cree que Estados Unidos tiene tanto poder?
SANAA SEIF: Absolutamente. No sólo lo creo, lo sé. Sé que Estados Unidos tiene tal poder. Ya lo hemos visto. Cuando viajé a Estados Unidos, muchos de esos políticos e incluso asesores en las oficinas del Congreso me decían: “No tenemos tanta influencia. No lo entiendes”.
Hubo una feroz campaña en mi contra y me acusaron de ser una espía extranjera. También me acosaron en Sharm el-Sheikh, incluso físicamente. Hubo gente que me seguía y me hacían saber que me estaban siguiendo.
AMY GOODMAN: ¿Quiere decir que eran egipcios?
SANAA SEIF: Egipcios, sí. El día que llegó el Gobierno estadounidense, todas esas personas desaparecieron como si hubieras presionado un botón. La narrativa de los medios estatales cambió de repente. Y en lugar de decir que “la hermana de Alaa es una espía” y que “Occidente no nos va a forzar” o cosas por el estilo, de repente empezaron a hablar de cómo la hermana de Alaa solicitó un indulto, y a decir “pobre hombre, tiene un niño con autismo. Esto es realmente devastador”.
Estados Unidos no solo tiene influencias, aunque “influencia” no es la mejor manera de describirlo. EE.UU. tiene intereses en juego en ese régimen, tiene intereses en esa opresión, y como tal, tiene una responsabilidad. No es influencia. La influencia es como si no fueras una parte interesada en esto, pero eres parte de esto, una gran parte. Envías 1.300 millones de dólares en ayuda militar a Egipto cada año. Y…
LAILA SOUEIF: Entrenas a sus oficiales de policía. Entrenas a sus oficiales del ejército, que son muy dependientes. Todo el aparato militar y policial depende mucho de la cooperación con Estados Unidos. Hay mucha dependencia, no sólo del dinero. El dinero es importante, pero gran parte del dinero también viene del Golfo y otros lugares. Pero toda esta operación es una operación estadounidense. Los helicópteros que utilizan para rastrear a la gente en el desierto son estadounidenses. Todo esto de Sisi es un operativo de seguridad estadounidense. Estados Unidos realmente puede decidir, si así lo desea, que quiere que el régimen haga tal cosa o no haga tal cosa, creo.
SANAA SEIF: No tiene sentido la forma en que Estados Unidos se involucra con el régimen de Sisi. Es de interés común que Egipto sea un país estable, sin embargo, este régimen está desestabilizando profundamente el país. La forma en que Estados Unidos está implementando su política exterior en la región es muy, muy estúpida. No es prudente y ni siquiera responde a los intereses de EE.UU.
AMY GOODMAN: El libro de escritos de Alaa se titula “Aún no has sido derrotado”. ¿Cree que Alaa ha sido derrotado?
LAILA SOUEIF: Depende de cuál nivel de derrota. Y ciertamente, en mi opinión, la revolución de 2011 y esta generación han sido derrotadas. A nivel personal, Alaa no ha sido derrotado. Eso es, de nuevo, el [inaudible]. Hablábamos de que quieren hacer de Alaa un ejemplo, esa es probablemente su principal preocupación ahora. Hacer de alguien un ejemplo y luego tener que liberarlo sin haber quebrantado su espíritu, eso es muy, muy difícil.
AMY GOODMAN: ¿Está pidiendo que Alaa sea liberado y deportado al Reino Unido?
LAILA SOUEIF: Sí. Que lo liberen y viaje al Reino Unido o que lo deporten, quiero que esté a salvo y fuera de este país.
AMY GOODMAN: Escuchábamos a Laila Soueif y Sanaa Seif, la madre y la hermana del preso político Alaa Abd El-Fattah. Las entrevisté en su casa familiar aquí en El Cairo, Egipto, este fin de semana.
Con esto terminamos el programa de hoy. Un agradecimiento especial a Sharif Abdel Kouddous, Hany Massoud, Denis Moynihan y Nermeen Shaikh, aquí en El Cairo, y a Mike Burke, Charina Nadura, Robby Karran y Julie Crosby en Nueva York. Democracy Now! está producido por Renée Feltz, Deena Guzder, Messiah Rhodes, María Taracena, Tami Woronoff, Sam Alcoff, Tey-Marie Astudillo. Soy Amy Goodman. Gracias por acompañarnos.
Traducido y editado por Igor Moreno Unanua e Iván Hincapié.