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Hace casi un año Xiomara Castro llegó a la presidencia de Honduras. Su toma de posesión en enero de 2022 puso fin a un brutal período de doce años en el que el derechista Partido Nacional gobernó con el apoyo de EE.UU. Este partido llegó al poder por primera vez tras el golpe de Estado de 2009 que también contó con el respaldo de EE.UU. y que derrocó al presidente de izquierda Manuel Zelaya, esposo de Xiomara Castro. Durante los años posteriores al golpe, la violencia se disparó en Honduras al igual que el número de refugiados que huían del país en busca de un lugar seguro. Castro reemplazó al presidente Juan Orlando Hernández, quien fue extraditado a Estados Unidos en abril por cargos de narcotráfico y uso ilegal de armas de fuego. Repasamos el primer año de Castro en el poder con Gerardo Torres Zelaya, viceministro de Relaciones Exteriores de Honduras, quien está en Nueva York para un evento de la Internacional Progresista sobre el desarrollo de un Nuevo Orden Económico Internacional. “Los sectores que dieron el golpe de Estado [de 2009], los sectores que encarcelaron personas, que asesinaron personas, que violentaron los derechos humanos, esa gente sigue en Honduras”, dice Torres Zelaya, que añade que su Gobierno pretende “desmontar las redes de corrupción” que aún existen en su país.
Transcripción
AMY GOODMAN: Esto es Democracy Now!, democracynow.org, el informativo de guerra y paz. Soy Amy Goodman con Juan González. Hoy vamos a Honduras, donde hace casi un año Xiomara Castro asumió la presidencia del país. Su toma de posesión en enero de 2022 puso fin a un brutal período de doce años en el que el derechista Partido Nacional gobernó con el apoyo de EE.UU. Este partido llegó al poder por primera vez tras el golpe de Estado de 2009 que también contó con el respaldo de EE.UU. y que derrocó al presidente de izquierda Manuel Zelaya, esposo de Xiomara Castro.
Durante los años posteriores al golpe, la violencia se disparó en Honduras al igual que el número de refugiados que huían del país en busca de un lugar seguro. Castro reemplazó al presidente Juan Orlando Hernández, quien fue extraditado a Estados Unidos en abril por cargos de narcotráfico y uso ilegal de armas de fuego.
Hoy nos acompaña Gerardo Torres Zelaya, viceministro de Relaciones Exteriores de Honduras. Él está en Nueva York para un evento de la Internacional Progresista sobre el desarrollo de un Nuevo Orden Económico Internacional. Vamos a hablar de eso, en un momento.
Gerardo Torres Zelaya es un placer tenerle de vuelta en el programa. Quisiera comenzar hablando de este nuevo capítulo en la historia de Honduras. ¿Puede hablar del respaldo de EE.UU. al Gobierno anterior y la conexión con la migración de tantos hondureños a Estados Unidos en busca de refugio?
GERARDO TORRES ZELAYA: Bien. Muchísimas gracias, Amy y Juan, por la entrevista. Siempre es un placer estar aquí en Democracy Now! Yo creo que la mejor manera de explicar qué fue lo que pasó en Honduras es analizando rápidamente la historia de mi país. Honduras fue siempre uno de los países, si no el más obediente de las políticas expresadas desde los Estados Unidos y desde los aparatos multilaterales hacia América Latina. Fue en Honduras, digamos, donde más profundamente se aplicaron las medidas neoliberales. Fue Honduras que sirvió como portaviones y base para enfrentar los procesos de insurgencia en Nicaragua, Guatemala, El Salvador. Fue desde Honduras de donde se planificó el golpe de Estado contra el presidente Arbenz en Guatemala, la invasión a Panamá, o sea, Honduras siempre ha sido un país que ha estado al servicio de la política militar, económica, de los Estados Unidos y del primer mundo para Centroamérica y para América Latina. En ese sentido, un cambio de parte de la población hondureña, que queríamos algo diferente, llevó al entonces presidente Manuel Zelaya a proponer la posibilidad de crear una nueva Asamblea Nacional Constituyente para generar un nuevo marco legal en el Estado. Aquella acción terminó en el golpe de Estado del 28 de junio del 2009. Sin embargo, esa decisión que había tomado el pueblo de Honduras ya no pudo ser detenida y ese golpe de Estado lo que generó fue un proceso de resistencia en que nos conformamos como un Frente Nacional de Resistencia Popular, yo estuve justamente con usted, Amy, hace más de diez años como vocero de ese frente de resistencia aquí en los Estados Unidos. Y hablábamos justamente de cómo esa lógica de control en Honduras, al ver que podía estar siendo desplazada, tomó una acción violenta y esa acción violenta lo que generó fue abrirle las puertas a un narco-Estado, a un régimen profundamente violento que aprovechó ese gran respaldo y esa permisión para utilizar la violencia, para instalar en Honduras un cartel de la droga e imponerse en base a la fuerza contra la población.
¿Por qué apoyaron desde Estados Unidos y de otros países a esa gente que sabían que eran criminales, que sabían que eran narcotraficantes? Bueno, los apoyaron por el temor a que una fuerza progresista, socialista y democrática pudiera llegar al Gobierno en Honduras. Entonces, hubo gente que dijo “entre un Gobierno progresista, socialista y democrático, mejor apoyamos a quienes sabemos que están participando en un cartel de la droga”. Entonces, ¿qué nos tocó hacer como pueblo de Honduras? Nos tocó organizarnos desde las comunidades, desde los barrios, crear el Frente Nacional de Resistencia Popular y después el Partido Libre. Y la presidenta Xiomara Castro en aquel entonces, siendo la primera dama, esposa del presidente Zelaya, se convirtió en un liderazgo natural en las calles, porque mientras el presidente Zelaya estaba en labores internacionales, porque estaba en el exilio, Xiomara Castro se convirtió en una militante más de Libertad y Refundación y del Frente Nacional de Resistencia. Participamos en dos elecciones, 2013 y 2017. Ambas elecciones las ganamos, ambas elecciones bajo el liderazgo de Xiomara Castro. Pero, en ambos casos y en el primer caso, con un Gobierno demócrata en Estados Unidos y en el segundo caso con un Gobierno republicano, ese fraude y esa violencia tuvo el apoyo del Gobierno de los Estados Unidos. En efecto, pudimos ver que con la llegada del señor Biden y la señora Harris en este Gobierno hubo un cambio de esa política hacia Honduras y se dejó de apoyar a ese violento régimen. Y ese violento régimen, sin el apoyo de los Estados Unidos, no se atrevió a sacar las armas a la calle, no se atrevió a hacer un fraude y la consecuencia fue una aplastante victoria del pueblo de Honduras en contra de ese régimen. Xiomara Castro ganó en noviembre del año pasado 51% a 30%. Una ventaja de 21 puntos porcentuales en esa elección. Y empezamos un gobierno que apenas es el inicio de un proceso de transformación. Los sectores que dieron el golpe de Estado, los sectores que encarcelaron personas, que asesinaron personas, que violentaron los derechos humanos, esa gente sigue en Honduras, esa gente no desapareció. Lo que nosotros logramos fue ingresar al aparato de gobierno y empezar a hacer transformaciones que tienen una profunda oposición, que tienen fuerzas que están en contra de todo tipo de cambios en el país. Sin embargo, están incluso dispuestos a irrespetar la voluntad del pueblo de Honduras, que dijo claramente que quiere un cambio. Pero es la primera vez que tenemos a una mujer presidenta. Es la primera vez que tenemos una fuerza política que no viene del bipartidismo tradicional, del Partido Liberal y del Partido Nacional, que está en el poder y es la primera vez en la historia de Honduras que una fuerza progresista de izquierda, socialista y democrática está en el Gobierno.
Entonces, aquellos y aquellas que se creyeron siempre los dueños y las dueñas de Honduras, hoy están en un conflicto porque el pueblo está acompañando a Xiomara Castro. Acabamos de ver una encuesta en Data World que la pone como la tercera presidenta con más respaldo, con más del 65% de respaldo, a un año de haber iniciado su gobierno. Cosas nunca antes vistas en mi país. Entonces esa parte de…
JUAN GONZÁLEZ: Si le puedo preguntar acerca de… Es apenas ni un año todavía que Xiomara Castro está en el poder. ¿Nos puede hablar un poco de los cambios que ha podido efectuar en ese tiempo y los desafíos que todavía están al frente de la Administración de ella?
GERARDO TORRES ZELAYA: Sí, claro. Pues ese respaldo a la presidenta se debe justamente a que ella ha definido su política hacia quienes históricamente han sido excluidos y excluidas de Honduras. Una de las cosas que hay que entender es que la migración en mi país es una respuesta a un problema estructural. Honduras actualmente es el segundo país más pobre del continente, con un 74% de pobreza, y eso se debe a varias cosas que la presidenta rápidamente ha tratado de enfrentar. Lo primero es un Gobierno que no estaba diseñado o no estaba pensado para resolver los problemas de la población. Era un Gobierno muy ensimismado, muy violento, con una profunda ley de secretos que impedía que cualquier persona pudiera acceder a la información que le concernía como un ciudadano. Además, un Gobierno bastante peligroso. Honduras se convirtió en estos últimos años, en estos 12 años del régimen y de narcodictadura, en uno de los países del mundo más peligrosos para ser mujer, para ser periodista, para ser abogado, para ser ambientalista. O sea, era una acción política en contra de cualquier persona que pidiera una rendición de cuentas o un cambio. Eso ha cambiado. Somos un Gobierno que trata de ser muy transparente, que no tiene ley de secretos, que la gente puede ver qué estoy haciendo yo, que están haciendo los demás funcionarios y funcionarias del Gobierno. Otra cosa que también ha cambiado es que la presidenta está muy cerca de lograr un convenio con las Naciones Unidas para la firma de la Comisión Internacional contra la Impunidad y la Corrupción, la CICIG para Honduras, muy parecido al ejemplo que estuvo en Guatemala. ¿Qué es esto? Esto es pedirle a la comunidad internacional que venga a Honduras y que nos ayude a desmontar esas redes de corrupción, porque como ya lo dije, nosotros ganamos esta elección, pero esas estructuras de poder que dieron ese golpe de Estado existen todavía y es necesario desmontarlas. Por otra parte, hay un cambio profundo en la lógica de entender el desarrollo económico en el país. Honduras llegó al absurdo, por ejemplo, de plantear estas llamadas ciudades modelo, que son peores, aún más profundas que estos paraísos fiscales, que a algunos países se les fueron de las manos. No solamente es un paraíso fiscal, es que es un Gobierno adentro del país, es más profundo que un enclave, es entregar los recursos más importantes, en este caso de Honduras, para que una empresa compre un espacio en el territorio donde ellos pueden hacer la ley, crear las fuerzas de seguridad, generar un propio código del trabajo, generar una propia serie de derechos o de no derechos para la gente que trabaja ahí y en un país tan pobre, desesperado, la gente iba a aceptar, la gente estaba dispuesta con tal de tener algo que llevar a su casa para sus hijos y su familia. Sin embargo, la presidenta detuvo eso. En Honduras no va a haber ciudades modelo, en Honduras no va a haber un desarrollo económico solo para unos pocos, en detrimento de los beneficios de los intereses de las mayorías. Tampoco vamos a entregar nuestros ríos, nuestros bosques, nuestras montañas, para que un grupo de gente se haga multimillonario y después nosotros nos quedemos no solamente pobres, sino sin país, sin patria.
Entonces, ¿qué es lo que está planteando la presidenta Xiomara Castro? Es un desarrollo económico de las comunidades, es encontrar la potencialidad que existe en las comunidades y volver a montar la estructura agrícola en el país, que se desmontó hace 20 años, cuando firmamos el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos, que ahora el alimento, el 80% del alimento en un hogar o un hogar hondureño es importado. Entonces, al tener que importar todo lo que consumimos, nos vuelve profundamente dependientes a nivel económico, que se transfiere obviamente a ser dependientes a nivel político. No podemos hablar de soberanía, sino hablamos también de soberanía alimenticia. No podemos hablar de soberanía si no defendemos nuestros ríos y nuestros bosques, y también si no paramos la red del narcotráfico. El expresidente Hernández aquí está, a unas pocas cuadras de aquí en Nueva York, detenido porque utilizó al Estado de Honduras para crear redes criminales que fueron para su beneficio. Y nosotros estamos tratando de desmontar eso.
Y finalmente, hablar del tema de los derechos humanos. Nosotros somos un movimiento que viene de las calles. Hace poco más de un año estábamos luchando en las calles por exigir nuestros derechos y exigir la restitución de la democracia, que fue interrumpida desde el golpe de Estado. Doce años en las calles exigiendo respeto a la democracia, respeto a la voluntad popular de respeto a los derechos de las personas. Entonces, no podríamos hacer otra cosa como Gobierno que tener un profundo interés en el tema de los derechos humanos. Y eso tiene que ver con repensar nuestra institución como Estado, repensar el papel y la relación que hay con las Fuerzas Armadas. La presidenta siempre les dice a los militares en Honduras “vamos a trabajar juntos y juntas para que en este país la amenaza de un golpe de Estado quede para siempre atrás, que aquí nunca vuelva a haber un golpe de Estado ni se vuelva a utilizar el aparato policial de seguridad y de defensa para reprimir, para violentar a la misma población solo por su manera de pensar”. Entonces, en ese sentido estamos hablando de repensar un Gobierno, enfrentar el tema de la corrupción, de transformar la lógica de desarrollo económico y desmontar estas estructuras violentas, cambiar la lógica del Estado y tener un profundo respeto por el tema de los derechos humanos y que el desarrollo sea para todos y para todas por igual.
AMY GOODMAN: Gracias por acompañarnos, Gerardo Torres Zelaya, viceministro de Relaciones Exteriores de Honduras, quien está en Nueva York para un evento de la Internacional Progresista sobre el desarrollo de un Nuevo Orden Económico Internacional. Esto es Democracy Now!, soy Amy Goodman con Juan González.
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