Relacionado
La ciudadanía chilena rechazó la nueva Constitución que habría reemplazado a la impuesta durante la dictadura del general Augusto Pinochet y habría ampliado los derechos de los pueblos indígenas y el acceso al aborto, habría garantizado la atención médica universal y habría abordado la crisis climática. El “Rechazo” obtuvo un 62% de los votos. El presidente Gabriel Boric prometió continuar los esfuerzos para redactar una nueva Constitución. Las grandes empresas así como representantes de intereses extranjeros gastaron más en la campaña para el plebiscito constitucional que los partidarios de esta Constitución. El rechazo a la Constitución no significa un rechazo a sus principios; expresa la hegemonía del status quo neoliberal y el poder de una feroz campaña de desinformación, sostiene desde Santiago de Chile la feminista chilena Javiera Manzi, quien colaboró con la redacción del texto de la constitución rechazada.
Transcripción
AMY GOODMAN: Esto es Democracy Now! Soy Amy Goodman con Juan Gonzalez. En Chile, el electorado rechazó este domingo una nueva Constitución, cuyo texto era uno de los más progresistas del mundo, que habría reemplazado a la impuesta durante la dictadura de Augusto Pinochet, quien llegó al poder hace 49 años tras un golpe respaldado por Estados Unidos. El 62% del pueblo chileno rechazó la nueva Constitución, mientras que el 38% votó por su aprobación. La propuesta constitucional, que surgió tras las manifestaciones en contra de la austeridad de 2019, es la primera en el mundo en ser escrita por un número equitativo de delegados femeninos y masculinos, e incluía nuevos derechos para los pueblos indígenas, la legalización del aborto, un sistema de salud universal y nuevos compromisos para abordar la crisis climática. La nueva constitución también fortalecía las regulaciones a la minería, lo que llevó a que la junta editorial del Washington Post expresara su oposición a la nueva carta magna, en parte, porque dificultaría que Estados Unidos compre litio chileno necesario para baterías de computadores y vehículos.
El presidente de Chile, Gabriel Boric, ha sido un gran partidario de la nueva Constitución desde que fue elegido en diciembre y asumió el cargo en marzo como el presidente más joven en la historia del país. Boric habló el domingo en Santiago después de conocerse que la nueva Constitución había sido rechazada y dijo que reiniciaría el proceso para cumplir con el mandato recibido en 2020.
Presidente Gabriel Boric: Como presidente de la República, recojo con mucha humildad este mensaje y lo hago propio. Y es que hay que escuchar la voz del pueblo, no sólo de este día sino de todo lo acontecido en estos últimos años intensos que hemos vivido. No olvidemos por qué llegamos hasta aquí, ese malestar sigue latente y no podemos ignorarlo. También, quienes hemos sido históricamente partidarios de este proceso de transformación, debemos ser autocríticos sobre lo obrado. Los chilenos y chilenas han exigido una nueva oportunidad para encontrarnos, y debemos estar a la altura de este llamado.
AMY GOODMAN: La votación del domingo se produjo en el aniversario de las elecciones del 4 de septiembre de 1970, en las que el socialista Salvador Allende fue elegido presidente de Chile. El 11 de septiembre de 1973, un golpe de Estado respaldado por Estados Unidos derrocó a Allende, quien falleció ese día en el palacio presidencial. Ese golpe instauró la dictadura que impuso la Constitución vigente hasta el día de hoy.
Para ampliar esta información vamos a Santiago de Chile, desde donde nos acompaña Javiera Manzi, miembro de la organización feminista más grande del país, Coordinadora Feminista 8M, que organizó la mayor movilización feminista desde el fin de la dictadura de Pinochet. Manzi también participó ampliamente en la escritura de la nueva Constitución.
Javiera, ¿Cúal es su respuesta a la contundente derrota de la que pudo haber sido una de las constituciones más progresistas del mundo?
JAVIERA MANZI: Sí. Bueno. Hola, Amy. Es muy difícil hablar en estos días desde Chile, creo que las expectativas que estaban puestas en este proceso exceden solamente a quienes vivimos aquí. Y lo cierto es que para nosotras, tanto desde la Coordinadora Feminista 8M como desde el Comando de Movimientos Sociales, nos parece que esta, que es una derrota, una derrota electoral, tenemos que seguir defendiendo que no es la derrota de un proyecto. La ultraderecha ha salido a decir que lo que acaba con esto es un ciclo de movilizaciones, es la derrota de la revuelta y de todo aquello sobre lo que se construyó la posibilidad de esta nueva Constitución, que vendría a reemplazar la Constitución del 80. Y lo cierto es que el resultado da cuenta de varias cosas: lo primero es que por primera vez en Chile desde el 2012 existe un voto obligatorio, lo que significa que la votación se amplió considerablemente, son más de seis millones de personas las que se suman a votar por primera vez. Con ello, esta es la elección con mayor participación en la historia de Chile. Hay que decir también que es una elección donde el 38% de las personas votaron “Apruebo” y el 62% votaron “Rechazo”, un 62% que demuestra una ampliación muy significativa respecto al plebiscito de entrada, donde, como saben, tuvimos una demostración muy amplia a favor de una nueva Constitución en Chile y que fuese escrita por un órgano electo para ello.
Este resultado también da cuenta de que a lo largo de todo el país ganó el rechazo, en todas las regiones del país, solamente en dos de ellas la diferencia fue menor, pero en casi todas fue considerable incluyendo más de diez puntos de diferencia. Y lo que nosotras desde los movimientos sociales sostenemos es que lo que aquí estuvo en juego no es un balance sobre el texto, sobre el contenido de este borrador. Más bien fue una manera de hacer de esto una campaña que puso en juego, por supuesto, las condiciones radicales de desigualdad en las que tuvimos que llevar a cabo este proceso y donde ciertamente hubo un sector que se propuso, con todo el poder y el control que tienen de los medios de comunicación, de las redes sociales, los recursos que superaban ampliamente los del Apruebo, oponerse a este avance histórico para los pueblos en Chile. Ese es el estado hoy día. Pero para nosotras, insistimos, no es esta la derrota de un proyecto, sino es la derrota de una elección.
AMY GOODMAN: ¿Desde su perspectiva feminista y como parte de los movimientos sociales, puede hablar del papel de los medios chilenos y occidentales y de cómo cubrieron el referéndum?
JAVIERA MANZI: Sí, es muy interesante abordar esto críticamente y globalmente. Me parece que va a ser seguramente un caso de estudio para las democracias en el mundo. Lo que sucedió en estos dos meses fue abiertamente una campaña, no solo en condiciones de desigualdad, sino donde la campaña del Rechazo llamó a hablar, no del texto, sino justamente de lo que no tenía el texto, es decir, insistir en que las personas iban a quedarse sin casa, insistir en que en Chile iba a haber distintas justicias, insistir en que iba a haber ciudadanos de primera y de segunda clase. Y todo esto sostenido sobre un discurso abiertamente racista, abiertamente contrario a los pueblos originarios e incluso abiertamente contrario a las mujeres y a los avances del feminismo. Ese abierto discurso de odio fue expuesto ampliamente a través de las redes sociales, de un financiamiento exhaustivo en Facebook, en Twitter, en TikTok, en Instagram. Tanto es así que hace un par de días integrantes del Congreso de Estados Unidos enviaron una carta a los CEO de Facebook, Twitter y TikTok como una queja por la campaña de desinformación masiva en estas plataformas. Nos parece que esto habla mucho de la urgencia que tenemos para repensar los procesos democráticos en este contexto. Y, como decía una compañera, para rechazar bastaba con prender la tele. La televisión y todos los medios de comunicación de masas en Chile son controlados por un grupo muy acotado de familias y eso demostró también su fuerza y cómo a través de la televisión se extendió también un discurso contrario a este proyecto. Y para poder llegar y poder informar sobre el contenido efectivo tuvimos que desplegarnos, pero no fue suficiente. Y por eso es que sabemos que el problema no es el texto y lo que se votó no fue el texto, sino [que] fueron los términos de una campaña muy desigual.
AMY GOODMAN: El Washington Post publicó un editorial titulado “Chile debe reescribir su propuesta de nueva Constitución”. Las primeras frases del artículo dicen: “El litio es un insumo clave en las baterías que hacen funcionar millones de computadores portátiles y en las que Estados Unidos está basando su futuro automotriz eléctrico. Chile tiene las reservas de litio más grandes del mundo: produjo alrededor del 25% del suministro comercial mundial en 2020. Esa es razón suficiente para prestarle atención al inminente plebiscito que se realizará el 4 de septiembre sobre una propuesta de nueva Constitución: podría reformular el marco legal para la minería en la nación sudamericana, que tiene un tratado de libre comercio de 18 años con Estados Unidos”. Eso es lo que decía el editorial.
Por su parte, un artículo de Common Dreams escrito por Brett Wilkins dice: “El propietario del Washington Post, Jeff Bezos, y otros multimillonarios, incluido Bill Gates, invirtieron este año casi 200 millones de dólares en KoBold Metals, que, según Mining.com, 'está en una búsqueda mundial de cobalto, litio y níquel, metales clave para las baterías, así como de cobre, que es clave para la transición hacía la energía verde'. El control de los minerales chilenos desempeñó un papel importante en el golpe militar respaldado por EE.UU. que en 1973 derrocó al presidente socialista democráticamente electo Salvador Allende y trajo 17 años de dictadura bajo el general Augusto Pinochet. Allende presentó un plan para nacionalizar el cobre chileno que fue aprobado por el Congreso en 1971, evento celebrado como 'Día de la Dignidad Nacional'. Pero el plan indignó a los gigantes estadounidenses del cobre Anaconda y Kennecott, que dominaban el mercado de Chile. Esas empresas se encontraban entre las corporaciones que ayudaron activamente en el derrocamiento de Allende”.
Esto era parte de un artículo en Common Dreams de Brett Wilkins. Javiera, ¿cuál es su respuesta a este artículo y al tuit publicado por un politólogo holandés que dice: “La democracia muere en la oscuridad… o en un editorial que, en un estilo perfectamente neocolonial, argumenta que el comercio de litio con EE.UU. es más importante que la democracia en Chile”?
JAVIERA MANZI: Sí. Yo creo que esa columna da cuenta de que los ojos estaban puestos en Chile. Estaban puestos para los sectores progresistas, transformadores, las izquierdas y movimientos que tenían expectativas del carácter transformador de esta nueva Constitución, que habría un foco de esperanza en un contexto de crisis global y de giro autoritario. Pero también estaban puestos los ojos de los grandes accionistas, de los sectores, por supuesto, que tienen comprometidos en Chile sus propios capitales, tanto en relación a las transnacionales mineras que tienen en Chile uno de los focos para sus políticas extractivistas, como también de los sectores financieros globales, sugerida a los que nos comenta, Amy, la editorial de The Economist el 6 de julio, donde llama a rechazar la Constitución de Chile, y donde hoy día también saca una nueva editorial donde hace una celebración de este sentido común. ¿Qué sentido común es el que hoy día se impuso en Chile? Es el sentido común neoliberal, es el sentido común que fue levantado y azuzado por los grupos económicos, por los medios de comunicación. Y en el texto que tuvo la mirada internacional también fue determinante. Entonces, yo diría que efectivamente esta era una Constitución que abría una posibilidad inédita para enfrentar la crisis climática, la primera Constitución en el mundo que respondía a ella, para avanzar en materia de derechos largamente exigidos por movimientos feministas y una democracia paritaria, en avanzar para terminar con un Estado subsidiario. Y todas esas cosas quedan profunda y absolutamente pendientes. A pesar, por supuesto, de lo que esperan estos sectores que buscan que con esto se cierre un proceso.
AMY GOODMAN: Al inicio de la entrevista escuchamos un clip del presidente chileno, Gabriel Boric, quien fue activista estudiantil, en el que dice que hay que reiniciar el proceso, que el país tiene que volver a la mesa de trabajo. En un momento en el que usted y tantos otros están tan profundamente decepcionados en Chile ¿Desde su perspectiva, cómo sería ese proceso?
JAVIERA MANZI: Nosotras tenemos una sensación de que es altamente complejo e improbable. Lamentablemente hoy no existe un nuevo proceso constituyente tal como fue concebido inicialmente. La derecha hizo campaña diciendo que habría otro proceso. Lo prometió a las personas que podrían votar por otra Constitución, ellos decían “una mejor”. Pero, al día siguiente del resultado del plebiscito, lo primero que salieron a decir es que Chile no estaba listo para una nueva Constitución. Entonces vemos que hay un escenario de mucha inestabilidad y es muy difícil anticipar los próximos días qué resultado tendrá. Lo que sí sabemos es que no va a ser integrada ni va a tener ninguna relación con lo que hemos vivido a lo largo de estos años y de este proceso en la Convención Constitucional. Va a ser, sin duda, un desafío político poder resolver qué hacer con esto, porque lo cierto es que esta Constitución tal como está es un acuerdo transversal que no puede seguir. Pero seguramente se va a establecer algo así como un comité de expertos, la voz técnica, tecnócrata, la que se va a imponer. Y tenemos muchas dudas de las condiciones en las que el Gobierno incluso va a poder sostener este proceso.
AMY GOODMAN: Javiera, gracias por estar en nuestro programa. Javiera Manzi es parte de la organización feminista más grande de Chile, Coordinadora Feminista 8M, y nos habla desde Santiago de Chile, después de que la propuesta de una nueva Constitución fuera rechazada por el pueblo chileno en una votación el domingo. Esto es Democracy Now!, democracynow.org, soy Amy Goodman. Para escuchar la entrevista en inglés que le hicimos a Javiera y al escritor chileno-estadounidense Ariel Dorfman, visite democracynow.org
Otros formatos