Relacionado
En momentos que Israel y Palestina atraviesan la peor violencia que se haya registrado en décadas en la región, hablamos con dos de los fundadores de Combatientes por la Paz, una organización integrada por personas de ambos lados del conflicto que han hecho un compromiso con la no violencia y la convivencia pacífica. Avner Wishnitzer es exmiembro de Sayeret Matkal, una de las unidades de comando de élite de las Fuerzas de Defensa de Israel. Por su parte, Sulaiman Khatib fue arrestado cuando era adolescente por un ataque contra soldados israelíes y pasó más de 10 años en prisión. Recientemente escribieron conjuntamente un artículo para la revista The New York Review of Books que habla de configurar un camino hacia la paz basado en la no violencia. “Estamos ofreciendo una vía diferente que se basa en el asociativismo, el interés común y los valores comunes”, afirma Khatib. Wishnitzer añade que solo una solución política puede llevar a una paz duradera. “Cuando se inculca la idea de que la violencia es la única opción, la gente responde siendo violenta entre sí”, sostiene.
Para ver la entrevista en inglés, haga clic aquí.
Transcripción
AMY GOODMAN: Esto es Democracy Now!, democracynow.org. Soy Amy Goodman.
Continuamos con nuestra cobertura de la tregua en Gaza y las liberaciones de rehenes y prisioneros. Nos acompañan dos de los fundadores de la organización Combatientes por la Paz. Avner Wishnitzer es exmiembro de una de las unidades de comando de élite del Ejército israelí. Nos acompaña desde Jerusalén. Y desde Ramala se une a nosotros Sulaiman Khatib, quien pasó más de 10 años en prisión después de un altercado con dos soldados israelíes. Recientemente coescribieron un artículo para la revista The New York Review of Books titulado “Combatientes por la Paz”.
Sulaiman, comencemos con usted. Mientras algunos palestinos son liberados de prisión a cambio de rehenes israelíes y de otras nacionalidades que también han sido liberados, ¿puede darnos su opinión al respecto? Usted mismo ha estado encarcelado.
SULAIMAN KHATIB: En primer lugar, gracias, Amy, por invitarnos tanto a mí como a mi compañero y hermano, Avner, desde Jerusalén.
Cuando escuché su entrevista con los colegas invitados antes de nosotros, en la que explicaban en detalle el intercambio de prisioneros por rehenes, como exprisionero definitivamente sentí empatía por los prisioneros, especialmente por los niños, de hecho, por las mujeres y los niños. Eso me hace sentir optimista. Pero también muestra, infortunadamente, el nivel de deshumanización y los múltiples estándares… el doble rasero que existe en este lugar.
Y definitivamente, como exprisionero, personalmente, y como miembro de nuestra organización Combatientes por la Paz, que incluye a palestinos e israelíes que vivimos con una narrativa más diversa y compleja, nos gustaría, de verdad, que tanto el Gobierno israelí como Hamás en Gaza liberen a los prisioneros, a los civiles que fueron tomados como rehenes en Gaza y a los prisioneros palestinos, que sabemos que miles de ellos están, algunos incluso sin cargos, en la cárcel. Todos estos prisioneros y rehenes tienen familias, tienen derechos. Y como vemos, desafortunadamente, sus derechos no han sido garantizados por las leyes internacionales, tal como yo lo experimenté. Yo estuve en la cárcel cuando tenía 14 años, por orden de un tribunal militar. Así que sé lo que significa que te separen de tu familia y que básicamente no tengas derechos. Sé lo que eso implica.
AMY GOODMAN: ¿Y qué le inspiró ahora a dedicar su vida a trabajar por la paz como cofundador de Combatientes por la Paz?
SULAIMAN KHATIB: Bueno, como ex prisionero político, yo participé… He sido alguien muy activo desde mi infancia, muy comprometido con la liberación y la libertad de nuestro pueblo. Participé en diferentes huelgas de hambre en la cárcel, esa fue mi primera introducción y lo que me llevó a entender la no violencia y el poder de la misma.
A través de mi experiencia y de mi aprendizaje de la historia de los conflictos, y de haber aprendido… También sé hebreo muy bien y vengo de una familia indígena palestina que ha vivido en esta región, a las afueras de Jerusalén, por casi 500 años. He estado abriendo mi corazón, mi alma y mi mente para encontrar compañeros en el lado israelí que lleguen a la misma conclusión, que es básicamente tan simple como decir no a una solución militar a este conflicto.
Y va más allá de eso, porque, para nosotros, la no violencia es una ideología. Abogamos por la no violencia. Y abogamos por una liberación que sea colectiva tanto para palestinos, a pesar, por supuesto, de la dinámica de poder y la ocupación, a lo cual nos oponemos y hablamos de ello con claridad. Creo que, como dije, nuestra libertad y nuestra necesidad de libertad, de dignidad y de que se garanticen los derechos humanos, tanto de palestinos como de israelíes, es legítima.
Las estrategias que se han estado llevando a cabo no solo recientemente, desde el 7 de octubre, sino, por supuesto, durante décadas de ocupación y de un sistema de apartheid, y la violencia y la ideología de la violencia, ya sea que provenga de la violencia de los colonos o la violencia religiosa por parte de Hamás, son cosas a las que nos oponemos de forma clara y abierta. Estamos planteando un enfoque diferente que se base en la colaboración y los intereses y valores comunes, que de hecho se base en la vieja historia de que nosotros, judíos y árabes palestinos, podríamos vivir en convivencia, uno al lado del otro, y en el que nuestras identidades puedan estar realmente seguras y puedan desarrollarse en la tierra a la que pertenecemos. Y no tiene que ser una cosa o la otra. Hemos estado —yo mismo, Avner y otros amigos—, en una posición en la que nos toca escoger entre nosotros o ellos, eliminarlos, y el ejército impone esas opciones. No creemos más en eso.
Y definitivamente, después de ser liberado de la cárcel, dediqué mi vida a cerrar la brecha entre nuestra gente junto con otros activistas. Y el camino es largo. Sé que este es un largo viaje. No es necesariamente algo que podamos alcanzar en nuestra generación.
AMY GOODMAN: Quiero traer a la conversación a Avner Wishnitzer, un exmiembro de una unidad de comando de élite de las Fuerzas de Defensa de Israel. ¿Qué le inspiró a ayudar en la fundación de Combatientes por la Paz?
AVNER WISHNITZER: Hola, y gracias por invitarnos.
Para mí, era la brecha entre la forma en que me criaron para creer que Israel es un refugio seguro para los judíos y que es esencialmente una democracia liberal, y la realidad de la ocupación, que conocí realmente de cerca solo después de mi servicio militar. Yo tenía poco más de 20 años en ese momento y seguía siendo soldado de reserva en esa misma unidad. Y lo que vi a principios de la década de 2000 alrededor de las colinas del sur de Hebrón y alrededor de Nablus y en diferentes lugares de Cisjordania realmente me puso cara a cara con la opresión sistemática, de la cual yo era solo vagamente consciente. Y expuso y creó una disonancia: los valores declarados de Israel como democracia y su patio trasero, en el que ninguno de estos valores es válido. Y sentí que ya no podía hablar y actuar como si este patio trasero no existiera. Y me negué a servir en los Territorios Ocupados a finales de 2004. Y luego, llegué a la conclusión de que no basta con negarse y eximirse a sí mismo de esta violencia sistemática, que es crucial también luchar activamente contra ella, porque solo puedes negarte a servir una vez.
Y en ese momento, a principios de 2005, se nos acercó un grupo de palestinos que tenían curiosidad por este fenómeno de los “refúsenik”, y empezamos a reunirnos. Y estas reuniones condujeron a la formación de Combatientes por la Paz. Y hemos estado diciendo durante casi dos décadas lo que seguimos diciendo ahora, e insistimos incluso aún más, como dijo Sulai, en que no hay solución militar. Es una fantasía, una fantasía muy peligrosa.
Y ahora vemos el horror y el miedo y el odio en Israel, en Cisjordania, en Gaza. Lo que sucedió el 7 de octubre, esas atrocidades no tienen precedentes, y luego el ataque israelí a Gaza y la violencia de los colonos en Cisjordania, de nuevo, algo sin precedentes. Los niveles de violencia siguen aumentando, y el círculo de la violencia sigue, porque no podemos deshacer las fuerzas impulsoras de este conflicto, que son, ante todo, la ocupación. No es la única razón, pero creemos es la razón más importante para perpetuar este conflicto. Y es por eso que hemos estado luchando contra eso durante tanto tiempo. Creemos que hay…
AMY GOODMAN: ¿Y qué opina…
AVNER WISHNITZER: Hay una alternativa, y esto es lo que estamos tratando de lograr.
AMY GOODMAN: Eso es lo que quiero preguntarle: ¿Cuál es la alternativa en este punto? Estamos en una tregua que podría terminar hoy, a menos que Hamás libere a 10 prisioneros al día, pero Israel ha dicho que la tregua se extenderá un máximo de 10 días y que van a acabar con Hamás en Gaza. ¿Cuál es la alternativa, Avner?
AVNER WISHNITZER: La alternativa no se encuentra en este nivel microtáctico. Claro que estamos a favor de la liberación de todos los rehenes. Estamos a favor de la liberación de los presos. Ustedes han hablado mucho de los presos durante este programa. Estamos hablando de algo mucho más fundamental, un cambio radical, algo que significa la reanudación de las negociaciones que llevarían a una política, una solución política justa, que se acuerde por ambas partes y no sea impuesta unilateralmente, y un apoyo a ese proceso político tan crucial, porque ahora mismo no hay alternativa. Estamos viendo solo fuerza bruta. Y cuando se alimenta a la gente con la idea…
AMY GOODMAN: Nos quedan 10 segundos, pero luego vamos a continuar la conversación.
AVNER WISHNITZER: Está bien, solo un punto. Cuando las personas son alimentadas con la idea de que no hay otra opción que la violencia, lo único que se consigue es violencia hacia el otro. Necesitamos abrir una alternativa, un proceso político para poner fin a la violencia.
AMY GOODMAN: Muchas gracias por estar en nuestro programa. Vamos a continuar la entrevista y publicarla en nuestra web. Avner Wishnitzer, exmilitar israelí, y Sulaiman Khatib, miembros de Combatientes por la Paz. Gracias por acompañarnos.
Traducido y editado por Igor Moreno Unanua e Iván HIncapié.